El primer paso hacia el lenguaje
consistió en vincular signos conmutables con impresiones sensoriales. (…) En
una primera fase las palabras pueden corresponder directamente a impresiones.
En una fase posterior se pierde esta conexión directa en la medida en que
algunas palabras transmiten relaciones con percepciones sólo si se usan en
conexión con otras palabras. (…)
Sólo en este desarrollo posterior,
donde se hace frecuente uso de los
denominados conceptos abstractos, el lenguaje se convierte en un instrumento de
razonamiento en el verdadero sentido de la palabra. Pero es también este
desarrollo el que convierte el lenguaje en una peligrosa fuente de errores y
engaños. Todo depende del grado en que las palabras y combinaciones de palabras
guardan correspondencia con el mundo de las impresiones.
¿Qué es lo que produce una conexión
tan íntima entre lenguaje y pensamiento? ¿Es que no hay pensamiento sin
lenguaje, y combinaciones de conceptos para los que no son necesarias las palabras?
¿No nos hemos esforzado todos, alguna vez, en buscar palabras cuando la
conexión entre “cosas” ya estaba clara?
Podríamos sentirnos inclinados a
atribuir al acto de pensar una compleja independencia del lenguaje si los individuos
formaran o fueran capaces de formar sus conceptos sin la guía verbal de su
entorno. Pero es muy probable que el desarrollo mental de un individuo, que
crece en tales condiciones, fuera muy pobre. Por ello podemos concluir que el
desarrollo mental del individuo y su modo de formar conceptos dependen en alto
grado del lenguaje. Esto nos hace comprender hasta qué punto el mismo lenguaje
significa la misma mentalidad. En este sentido pensamiento y lenguaje están
unidos. (…)
Lo que busca la ciencia es una máxima
precisión y claridad de conceptos en lo que concierne a su relación mutua y su
correspondencia con datos sensoriales. (…)
El carácter supranacional de los
conceptos científicos y del lenguaje científico se debe al hecho de que han
sido establecidos por óptimos cerebros de todos los países y de todas las
épocas. (…) Su sistema de conceptos ha servido de guía en el desconcertante
caos de percepciones, y así hemos
aprendido a captar verdades generales a partir de observaciones particulares.
¿Qué esperanzas y temores implica el
método científico para la humanidad? No creo que esta sea la forma correcta de
plantear la pregunta. Lo que pueda producir esta herramienta en manos del
hombre depende por completo de la naturaleza de los objetivos vivos en dicha
humanidad. Una vez que estos objetivos existen, el método científico
proporciona medios para realizarlos. Pero el método no puede proporcionar los
objetivos mismos. El propio método científico no habría conducido a ninguna
parte, ni siquiera habría nacido, sin una apasionada lucha por una comprensión
clara.
Creo que nuestra época se caracteriza
por la perfección de medios y la confusión de fines. (…)
(Einstein, A. “The Common Language of Science”, Advancement
of Science, London, vol. 2, nº 5.)