El Desarrollo Sostenible es un puente de enlace entre presente y futuro,
teniendo en cuenta que los recursos a sostener no son sólo ecológicos, sino
también económicos y sociales.
La “crisis” actual es tan grave que
ha cambiado el “statu quo”, y por primera vez hace que se plantee la cuestión
sobre si el futuro va ser peor. La liberalización de los recursos del sistema,
genera que haya más riqueza concentrada y más pobreza general.
En esta problemática están incluidos
servicios públicos, entidades con ánimo de lucro, entidades sin ánimo de lucro,
y los ciudadanos, quienes deben de tener en cualquier caso derechos civiles y
políticos, pero también responsabilidades. Entre las responsabilidades de la
ciudadanía están incluidas el uso y el consumo razonable de bienes y servicios.
La democracia participativa puede
cambiar de imagen, pasando de estar mal vista por los gobiernos, cuando el poder
tenía “cara y ojos”, a estar mejor vista porque la podrían necesitar los
gobiernos, cuando el poder no tiene “cara y ojos”, porque lo detentan
transnacionales y fondos de inversión, contra los cuales los propios gobiernos
no saben cómo debatirse. De ahí lo conveniente del asociacionismo, y de su
deseable independencia económica, frente
a la actuación de partidos políticos y su actuación vía subvencionismo. Con o
sin partidos, los DDHH y las constituciones otorgan a los ciudadanos libertad
de pensamiento, opinión, expresión, y reunión. Votar cada 4 años no significa
callar durante 4 años.
Los medios de comunicación, y la
prensa en concreto, con su especial “crisis”, hacen plantearse la necesidad de
buscar en la red versiones digitales alternativas. La propiedad de los medios
pasa a inversores que buscan rentabilidad e ideología, lo cual implica censura
y filtro, directo o indirecto, y deja a cada persona la tarea de buscar fuentes
de opinión alternativas para crearse un recto juicio.
La sostenibilidad se ve afectada por
la contaminación y por la
sobreexplotación, que es económica y social, y afecta al modelo económico-
social.
La sobreexplotación es el consumo
desaforado de recursos, que afecta a la biosfera, y reduce los recursos
naturales y la biodiversidad. Ante esto hay opciones y acciones personales
posibles, si bien están siempre condicionadas por el sistema. Pero la cultura,
la educación, y la decisión personal dejan un margen al “decir NO” personal. Se
trata de dejar una huella ecológica liviana.
Las prácticas de sobreexplotación son
sistémicas, y se dan en todos los ámbitos de las actividades humanas. La
sociedad civil es también responsable, pero está sin estructurar, aunque en
casos extremos puede mostrar grandeza y solidaridad, o también vileza y egoísmo.
La responsabilidad ciudadana tiene su “curva de recorrido”, que da lo que da,
pero da para algo.
La potencial amenaza ecológica de
China, donde todavía “sólo” hay 100 millones de personas de clase media, pero
creciendo, es temible.
Los “think tanks" deberían ser también consideradas asociaciones
responsables de la sostenibilidad mundial o de todo lo contrario, así como las
fundaciones, que dicen que financian la cooperación para el desarrollo, pero en
realidad financian el soporte académico de su ideología en universidades de
prestigio, incluso con premios Nobel de economía que no abarcan la ecología y
la sociología en sus temas de estudio y actividad.
La contaminación de la biosfera por
el consumo de materiales y energía
afecta al cambio climático, y no en tiempo geológico (largo), sino en tiempo
social (corto)
A este respecto:
-
La cooperación internacional para
el desarrollo, y los acuerdos
internacionales sobre temas ecológicos y medioambientales, no se cumplen.
-
La ordenación del territorio no es
compatible con prácticas de “fracking”, por ejemplo.
-
La conservación de hábitats y espacios
naturales no es prioritaria, ni respetada
En el caso del Protocolo de Kioto y
de la Cumbre de Río los gobiernos tienen los acuerdos estancados, en “tierra de
nadie”. Los países desarrollados, con daños ya realizados pero no compensados,
y los países en vías de desarrollo con
daños en curso que no se detienen por no querer aceptar limitaciones que otros
países no han tenido en el pasado en sus fases de desarrollo, que ahora
gravarían su competitividad, lo cual conviene a las empresas transnacionales
que se deslocalizan a esos países.
Los informes de Responsabilidad
Social de las empresas se han convertido en herramientas de marketing, de
dudosa credibilidad y eficacia, y poco adaptados en sus informaciones e
indicadores a las necesidades: los indicadores de desarrollo sostenible abarcan
no sólo el ámbito ecológico, sino también el económico y social. Actualmente no
se distingue el desarrollo sostenible
del desarrollo humano, que incluye la esperanza de vida, alfabetización, salud,
cohesión social, etc…
En la Agenda 2020 de la UE se incluyen
el desarrollo socioeconómico, el consumo y la producción sostenible, la
inclusión social, la demografía, la salud pública, el cambio climático y la
energía, etc…Que se cumpla es ya otra cuestión.
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