El cerebro humano cambia, según las evidencias científicas e históricas, y lo hace en respuesta a las experiencias y en función de las tecnologías utilizadas para encontrar, almacenar y compartir información, lo que altera los procesos neuronales.
Cada tecnología de la información conlleva un estilo intelectual. Así como el libro impreso servía para centrar la atención fomentando el pensamiento profundo y creativo, Internet fomenta el vistazo rápido y distraído de pequeños fragmentos de información de muchas fuentes.
La afirmación de que Internet altera el
cerebro de sus usuarios, para bien o para mal, constituye una de las cuestiones más relevantes
de nuestra época. Mientras se utiliza la
Red se pierde una parte de la capacidad de lectura y pensamiento en
profundidad. Internet tiene consecuencias
intelectuales y culturales.
La ética de Internet es una ética
economicista de velocidad y eficiencia, la ética de la optimización de la
producción y el consumo. La Red reconfigura las personas a su propia imagen y
semejanza, las hace más hábiles para manejar y ojear superficialmente la
información, pero perdiendo la capacidad de concentración, contemplación y
reflexión, las vuelve superficiales, las convierte en “cabezas ligeras”
aceleradas e incapaces de meditaciones profundas.
La cultura digital no es inofensiva.
Nadie se vuelve más listo por cada minuto que pasa conectado a un ordenador,
dejándose llevar por un interminable número de vínculos.
Todo esto lo constata N. Carr
en su libro: “Superficiales. ¿Qué está
haciendo Internet con nuestras mentes?.
Internet proporciona información, pero
no conocimiento ni educación (al menos por sí misma), y erosiona la capacidad
de controlar y analizar los pensamientos, y pensar de forma autónoma.
Todo ello no invalida Internet como
herramienta y, libros aparte, como vehículo de comunicación puede ser más libre
que la prensa escrita, o que la televisión y los otros “medios” en general, aún
con temas irresueltos tales como la privacidad, la seguridad, la neutralidad,
etc.
Las personas desinformadas, y las que
no tienen capacidad de análisis, ni pensamiento crítico, ni distintas fuentes
de información, pueden ser más fácilmente “manejables”. Lo cierto es que
información, formación, educación, y conocimiento, no son conceptos idénticos.
Pero capacidad de reflexión, y de análisis, y pensamiento crítico, sí que lo
son.
Escrito esto, por coherencia, el
dueño de este blog debería tomar una decisión entre estas dos opciones:
* Dejar de escribir aquí y ahora.
* Considerar que escribir lo que gusta,
si es interesante, pedagógico, y bello, merece la“pena”. Si interesa a otras
personas, aunque sean pocas, vale. Y si no, también. La superficialidad o la
profundidad, y el análisis o la reflexión, son asunto de cada persona. Un blog
es un blog, y un libro es un libro.
De momento queda elegida la 2ª opción.
De momento queda elegida la 2ª opción.