Por fin en Grecia, la ilusión cumplida: conocimientos bellos, pero "virtuales" e idealizados, hechos realidad. ¡Y en qué momento histórico para Grecia y Europa!
En el templo de Poseidón, en el Cabo
Sunio, hay dos perdices guardianas, libres e intocables: una en el interior y
otra en el exterior del templo.
Tras dejar un ramillete de flores en
el recinto del templo, aparecieron: una de ellas andaba en el perímetro del templo
y debajo del altar y hacía guardia en la esquina que mira hacia el
mar Egeo, la otra dio la bienvenida arriba del camino y tras
alejarse retornó luego de nuevo, al final, para dar la despedida a la bajada.
Tiempo de amapolas en los alrededores…
La puesta de sol es allí mágica, con
el cielo rojo del Egeo y el templo majestuoso y enigmático a contraluz.
Helios, el Sol, desaparecía en el
Egeo tras el altar, mientras salía Selene, la luna, en toda su plenitud.
Poseidón, el que sacude la tierra
desde el mar, saluda a Atenea, la sabia, y ordena a Eolo, el de los vientos, enviar
buen viento al navegante. Atenea y Poseidón han desviado una flecha de Apolo,
en Delfos, que hubiera sido muy dañina, disparada por no ir al Oráculo
previamente purificados en la fuente Castalia y en adecuado estado de ánimo,
recordando las Máximas Délficas.
Desde Cabo Sunio, con mágico y poderoso encanto, Poseidón lo domina todo, tal y como Atenea desde la Acrópolis de Atenas, y Apolo desde Delfos.
Desde Cabo Sunio, con mágico y poderoso encanto, Poseidón lo domina todo, tal y como Atenea desde la Acrópolis de Atenas, y Apolo desde Delfos.
Eperrak: txori onak!... Perdices:
¡buen augurio!... Es decir: Zorionak!
¡Quién podrá volver, y cuándo…!
¡Ελλάδα: Ευχαριστώ πάρα πολύ!
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