Quien acepta beneficios y se niega a
devolverlos cuando estos son requeridos, causa un daño real al defraudar una de
las más naturales y razonables expectativas, expectativa a la que por lo demás
debe haber dado pie, al menos tácitamente, ya que de lo contrario, pocas veces
se le abrían otorgado beneficios.
El grado de importancia que tiene el
defraudar esta expectativa, entre los daños e injusticias padecidos por las
personas, se muestra en el hecho de que constituye la principal malicia de dos
actos en gran medida inmorales como lo son el defraudar al amigo o el incumplir
una promesa. Pocas cosas causan mayor dolor al ser humano, y ninguna le hiere
tanto, como el hecho de que aquellos en los que habitualmente y firmemente
confía le fallen cuando está en apuros. Pocas injurias son mayores que esta
simple privación de bien. Ninguna provoca mayor resentimiento, ya bien en quien
la sufre o en el espectador que simpatiza con la víctima.
De aquí se colige que
el principio de dar a cada uno lo que se merece, es decir, bien por bien así
como mal por mal, no sólo está incluido en la idea de justicia tal como la
hemos definido, sino que es objeto apropiado de aquel intenso sentimiento que
coloca, en la estima de los seres humanos, lo justo por encima de la simple conveniencia.
John Stuart Mill (1806-1873). El utilitarismo, cap. V
No hay comentarios:
Publicar un comentario