Los estilos afectivos sociales
condicionan la vida de las personas. Las sociedades pueden degenerarse si se
encierran en la autocomplacencia y carecen de tres sentimientos básicos:
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Compasión: compadecer es sentirse
afectado por el dolor de los demás y es la base del comportamiento moral. Cada
vez que se dice “no quiero compasión sino justicia” se está olvidando que ha
sido precisamente la compasión la que ha abierto el camino a la justicia.
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Respeto: es el sentimiento adecuado
ante lo valioso y produce acciones de cuidado, protección y ayuda, captando y
apreciando la dignidad del ser humano. Cuando desaparece se cae en la
trivialización y la tiranía del “qué más da”.
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Admiración: es la valoración de la
excelencia. El igualitarismo mal entendido nos impide apreciar a los demás. No
es lo mismo la persona que ayuda a los demás que la persona que les hace
sufrir. La ausencia de admiración es una carencia afectiva.
(Basado en J.A. Marina, La inteligencia fracasada, Capítulo VII,
punto 5.)
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