domingo, 21 de abril de 2024

Sobre la jubilación y el ocio creativo.


La vida tiene etapas, hitos relevantes. Los “ritos de tránsito” marcan antropológicamente el paso de unos a otros. Uno de ellos es la jubilación. Esta etapa de la vida es decisiva, por los cambios de contenido activo y de roles sociales que comporta. Y frecuentemente se confunde con inactividad y vejez, lo cual está muy lejos de ser cierto hoy en día. Dicho hito apareja muchas oportunidades, pero también serios obstáculos vitales a las personas afectadas. Normalmente se relaciona con la inactividad, o por lo menos un estado de cuasi-ociosidad, en el mal sentido, y como mucho, de oportunidad para actividades secundarias y aficiones, sin gran impacto personal, y menos aún social. Pero esto no es cierto, no sé si lo ha sido alguna vez en el pasado, supongo que depende de cada persona, pero hoy en día no lo es en términos generales.
Y  quien ha tenido la oportunidad de volver a la Universidad, se da cuenta de que superados ciertos obstáculos, esta etapa de la vida es propicia para el desarrollo y el crecimiento personales. Muchos estereotipos mentales cambian tras un período de reflexión, y una adecuada comprensión de los hechos, abriendo con ello la posibilidad a nuevas acciones. Pues según nos dice Freire, según sea la naturaleza de la comprensión humana de una situación, así será la naturaleza de la acción reactiva subsiguiente.
La vida de las personas se basa en pilares fundamentales que le dan sentido,  estando normalmente localizados en distintas áreas vitales, como por ejemplo el trabajo, la familia, las amistades, las aficiones… Ocurre frecuentemente que el “tamaño” de esos pilares varía en cada persona, ocurriendo frecuentemente que el del trabajo sea el mayor, y quite espacio vital a todos los demás. En este caso, la llegada de la jubilación presenta la necesidad de un reordenamiento de intereses vitales. 
Naturalmente eso depende de los tipos y naturalezas de los trabajos que se hayan ejercido. Algunos tipos de trabajo, sobre todo los de carácter rutinario originan un menor apego, y en este caso la jubilación puede sentirla la persona como una liberación. Otros trabajos, de diferente naturaleza, pueden suponer algo muy diferente a este respecto.
Cuando se ha venido ejerciendo un trabajo de naturaleza intelectual o de alta profesionalidad, con responsabilidades sociales y económicas, y con alto nivel de relación interpersonal, afrontar el retiro puede ser  más problemático. Verdad es que la gravedad de la crisis que nos está tocando vivir hace que muchas personas deban elegir entre continuar trabajando conforme a su compromiso con una entidad, o su identificación con los valores de un proyecto determinado, o dar prioridad a su salud y a su familia, y finalizar un determinado mandato, no renovándolo, o incluso adelantando la jubilación. En estos casos la jubilación se convierte en una decisión personal, frecuentemente nada fácil, y sometida a presiones privadas o públicas en uno u otro sentido.
Siendo todo esto así, es indudable que la jubilación presenta en primera instancia unos efectos muy beneficiosos, en el ámbito de la salud, por ejemplo, aunque no siempre, puesto que se dan casos de cuadros depresivos relativamente frecuentes. Pero asimismo pueden aparecer con la jubilación efectos secundarios más o menos inesperados, sobre todo si dicha jubilación no ha podido ser preparada o prevista con tiempo y conocimiento suficientes.
Entre éstos efectos secundarios frecuentemente inesperados, se encuentran la ruptura con las redes sociales habituales, con los vínculos personales que el trabajo origina, y la necesidad de reequilibrar nuevamente los pilares antes mencionados que dan sentido a nuestra vida : familia, trabajo, amigos, y aficiones. Por no mencionar en ciertos casos los efectos psicológicos que implica la pérdida de poder, así como la costumbre del mando. Podríamos mencionar a éste respecto la necesidad de superar una fase de “desadicción” al trabajo reglado, que puede llevar desde varios meses hasta un año más o menos. Es aquí donde entra en juego, con un papel importante, el ocio creativo. Es necesario buscar un nuevo sentido a la vida, basado en uno mismo, y no tanto en el deber, ocupando el repentinamente abundante tiempo libre en un ocio creativo, que incluye  nuevas redes sociales.
Pensadores muy relevantes tocaron ya el tema que hoy nos ocupa, como por ejemplo Michel de Montaigne, pensador y escritor francés del siglo XVI, y Bertrand Russell , filósofo y pensador inglés del siglo XX, y Premio Nobel.
Russell en su “Elogio de la ociosidad”,  en el que expuso sus criterios sobre el erróneo enfoque del trabajo que tenía la sociedad de su tiempo, y la importancia de la ociosidad como condición necesaria para llevar a cabo tareas de formación y creación intelectuales, muy ligadas en su tiempo  a la clase social de cada persona.
El caso de Montaigne es ciertamente curioso y pedagógico a la vez. Su padre era terrateniente, y fue alcalde de Burdeos en una época muy  tumultuosa, lo que le llevó al agotamiento. Todo esto lo vio y conoció su hijo Michel, quien tras un esmerado proceso de formación ejerció también puestos y magistraturas de responsabilidad, llegando asimismo a ser en su día también alcalde de Burdeos, como su padre.
Pero Montaigne abandonó todos sus cargos muchos años antes de su fallecimiento, y según él mismo mandó escribir en una pared de su casa para celebrar esta ocasión, el motivo fue “dedicar su vida a sí mismo y no al cumplimiento del deber”. A partir de entonces se dedicó a administrar su patrimonio, a visitar y recibir las visitas de sus amigos, a leer, y sobre todo a escribir. Como todo el mundo culto sabe, Montaigne es el autor de “Essaies”, colección de ensayos que reunidos en un libro siguen siendo hoy en día una de las cumbres del pensamiento personal y universal. En cierto modo, Montaigne fue el primer “blogero”, (aunque no digital!), ya que escribió ciento siete ensayos de distintos tamaños, con reflexiones personales sobre los más diversos temas,  a lo largo de sus últimos veinte años de su vida.
Cuando hoy en día hablamos de ocio creativo y redes sociales nuevas tras la jubilación, lo más normal suele ser aumentar la dedicación a la familia, que suele verse incrementada por los nietos, lo cual cambia los roles de sus componentes. De igual manera, se renuevan los círculos de amistades o redes sociales naturales, recuperando con ello actividades en común, y en  la naturaleza.
Y la utilización de un ocio creativo y autotélico, para llevar a cabo nuevas o viejas aficiones, tales como la lectura, los idiomas, la música, los viajes, la actividad física, y a veces la introducción en redes sociales digitales, o la redacción de blogs, y por último, pero quizás lo más importante, una nueva etapa de formación que nunca debería acabar en nuestras vidas, frecuente y deseablemente en la Universidad.
La formación universitaria, cuando hay oportunidad de salvar los obstáculos generacionales mediante la formación reglada para personas mayores, es una oportunidad de oro para reestructurar nuestra vida en esa nueva etapa de la vida. Efectivamente, ello implica dedicación, curiosidad, y trabajo intelectual. Oportunidad dorada para recibir nuevas informaciones, y comenzar nuevos períodos de reflexión sobre temas diversos, según el gusto de cada uno, y aprender mediante el trabajo individual y de equipo, lo cual es magnífico para aumentar el saber y continuar con el crecimiento y desarrollo personales.
Bien es verdad que en esa etapa de la vida, y si ya previamente se había adquirido una titulación universitaria, y después de tantos años de trabajo, práctica y lectura personal, unos preferirán realizar postgrados en su especialidad, mientras que otros verán más sano vitalmente cambiar de “aires”, pasando de lo técnico-empresarial a las ciencias sociales y humanas, por ejemplo. Es además la Universidad el ambiente más adecuado para “socializar” con los compañeros, y de este modo ampliar nuestras redes sociales, y realizar conjuntamente actividades de ocio creativo, placentero y autotélico.
La música es otra gran oportunidad, bien sea coral o instrumental, para aprender un poquito de lenguaje musical, y ponerlo en práctica disfrutando de audiciones, ensayos, actuaciones, y viajes musicales culturales.
Con todo lo expuesto anteriormente,  un año de vida post-jubilación debería ser suficiente para readaptarse, y continuar con el crecimiento y desarrollo personal mediante las citadas actividades de ocio creativo, sintiéndose útil y activo tanto física como mental, intelectual, social, y culturalmente.
En la actual situación de crisis, se presentan además oportunidades extraordinariamente útiles para ejercer dicho ocio creativo en actividades que sirvan de ayuda a los demás.
En relación con las percepciones que la sociedad tiene de nosotros, es necesario superar muchas actitudes sociales necias y paternalistas hacia los jubilados. Efectivamente, jubilarse no significa detenerse humanamente. Es fundamental mantener  la curiosidad intelectual, que en mi opinión es la actitud que verdaderamente nos define como seres vivos, activos e inteligentes. Para ello no hay límite temporal en la vida, si bien las posibilidades físicas y mentales irán cambiando con la edad, según el caso de cada uno, y de forma individual, con lo cual no es posible generalizar, sin caer en estereotipos y prejuicios simplistas, o lugares comunes dolorosamente inexactos para los colectivos afectados.
En esa etapa de la vida son de especial utilidad para mantener esa actitud de curiosidad creativa y vital, el trabajo intelectual, la actividad física, las relaciones con el entorno social, el contacto, y los análisis de las realidades socio-económicas, manteniendo en la medida de lo conveniente antiguos vínculos ex laborales, siendo para ello oportunidades inmejorables las comidas, o cenas, u otras oportunidades gastronómicas con antiguos compañeros.
Los seres humanos necesitamos el apoyo psicológico de nuestros allegados. Pero la autoayuda es importante, y los conocimientos personales de psicología positiva, inteligencia emocional, y tanto la psicología como la sociología en general, vienen “al pelo” a este respecto.
Obviamente, nuestra vida no empieza ni acaba cuando nos jubilamos, más bien es un nuevo tipo de vida, en la que sirve de mucho la formación y experiencia acumuladas en etapas anteriores. En éste ámbito se incluyen, a modo de ejemplo: titulación, idiomas, relaciones, viajes, cargos, experiencia, y actividades de comunicación, que tanto en la empresa como en la sociedad  previamente hayamos podido ejercer.
Se trata más bien de transformar lo anterior, pasando de ser aptitudes necesarias para cumplir con el deber, a ser actividades de disfrute y bienestar personal y social,  en el sentido que tiene la palabra autotélico: un fin en sí  mismo para cada uno de nosotros.
El ocio creativo no solo incrementa nuestra calidad de vida, tanto en sus aspectos objetivos como subjetivos, sino que es un excelente antidepresivo que da sentido a la vida: para uno mismo, no para cumplir un deber. En este sentido, los” Ensayos” de  Montaigne no se deben de leer sólo para saber más, sino para aprender a vivir.
Montaigne nos sirve como referente de lucidez y autoanálisis. Las frases y citas escritas en las vigas, techos, y paredes de su biblioteca, en la torre de su palacio, que utilizaba para ello, y que hoy en día todavía se conservan, y es visitable, son una pequeña muestra de ello, siendo su colección de ensayos la prueba principal.
Russell, es para nosotros otro referente de lucidez y análisis del entorno, como pensador fundamental del siglo XX, pacifista y fundador de la filosofía analítica, y Premio Nobel por la “defensa de los ideales humanitarios y la libertad de pensamiento”.
Leyendo a ambos autores, nos preguntamos, inevitablemente, ¿cómo nos podían conocer tanto y tan bien?… pues porque todo lo fundamentalmente humano se repite siempre.
Hoy en día, la edad de jubilación es muy variable, según los casos y personas. Y para el futuro es un gran interrogante. En cualquier caso, es innegable el cambio de estatus que conlleva.  Pero dicho esto, está muy lejos de ser un carril de vía muerta. Obviamente las etapas de la vida avanzan inexorablemente, pero nada más lejos de la verdad que el creer que el simple disfrute inactivo vaya a dar sentido a las vidas de las personas, por lo menos, no a muchas. Es ahí donde se abre un campo inmenso para el cambio de actividad, el Ocio Creativo, dedicado a uno mismo y su familia, no ya al deber laboral, lo cual no quiere decir que no se continúen teniendo deberes sociales. De hecho, las actividades y procesos vitales descritos en este trabajo son útiles individual y socialmente, y agradables o satisfactorios para cada persona en cuestión. Valgan como testigos de excepción las vidas de los grandes pensadores mencionados, y otras muchas de nuestro entorno personal, que sin duda conoce cada uno de nosotros.
La vida es un continuo cambio vital, todo fluye, y no debemos estancarnos, sino fluir con ella en un continuo aprendizaje y desaprendizaje. Esto es necesario para optimizar nuestra personal evolución corporal y mental, y hacerla compatible, en la medida de lo posible, con el devenir social y económico, con el cambio de roles vitales y sociales que ello implica, dando un nuevo sentido a la vida.

1 comentario:

  1. Excelente reflexión con la coincido plenamente. He disfrutado mucho leyéndola.

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