jueves, 12 de julio de 2018

Bajo el toldo protector.




Nos quejamos,
y a veces con motivo.
Por ejemplo, en mi ciudad;
tras largos meses
de inclemencias del tiempo
y de reveses,
sin ver el sol, ni visos
de su arribo.

La primavera no ha sido
de recibo,
tras cruel invierno que moja,
y los reveses.
Sobrevivimos, hasta crecer
las mieses,
tras humedades y frío
de derribo.

Mas,
conviene que se ingenie
un detector,
y llegado el calor,
a isla divina,
donde pasar vacaciones
con progenie,
reponiendo color
y vitamina,
con sol, baño, 
y precauciones.

Tras la playa y la piscina,
toca cena,
acabando el día
y la velada,
olvidando, acaso,
alguna pena.
Como sueño
de una noche inacabada,
de verano feliz,
bajo la luna,
ante escenario
con actuaciones.

No siento por las calas
filia alguna,
de hecho, no es la playa 
cosa fina,
el sol me hace sudar
hasta la cresta,
y mi piel lo detesta.

Mancha la arena,
empieza mi condena.
El baño alivia,
mas...¡qué pena!,
el agua aquí está tibia,
y no hay ni olas,
tan solo cocacolas.

Aguanto aquí un poquito
y sin tardanza,
me alejo de esta danza
al chiringuito.
La sombra es para mí,
lo que me atina,
allí puedo aguantar,
viendo una duna,
con la mirada perdida
en lontananza.

¡Esto es vida!
Con sombrero de paja
y gafas para el sol,
oteo con ventaja
y con candor,
del arrebol
el rojo resplandor.
Todo se olvida.
Bajo el toldo protector.

@fga51


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