miércoles, 30 de mayo de 2012

Sobre la anorexia nerviosa.




Hace aproximadamente veinte años se empezó a oír hablar de la Anorexia en diferentes ámbitos. Progresivamente el canon de belleza en las pasarelas de moda y los medios audiovisuales impuso una tendencia hacia la extrema delgadez, que hoy rige. Se empezaba a oír hablar de modelos profesionales anoréxicas. Hoy en día, todos hemos oído hablar de la Anorexia, coloquialmente así llamada la enfermedad cuyas víctimas hemos visto en alguna foto espeluznantemente desnutridas. Este término es sin embargo incorrecto o al menos incompleto. Anorexia significa ausencia de apetito y es síntoma de un sinfín de enfermedades, sin que sea necesariamente por causas mentales como en la Anorexia Nerviosa, que es el término adecuado para la enfermedad que nos ocupa.

La Anorexia Nerviosa es una enfermedad psiquiátrica, descrita en la guía oficial de las enfermedades psiquiátricas “DSM-IV”, cuyas iniciales en inglés significan “Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales”, en su cuarta revisión. Dicha guía contiene una clasificación de los trastornos mentales y proporciona descripciones claras de todas las categorías diagnósticas. El DSM-IV  describe la Anorexia Nerviosa con las siguientes características:

-         Rechazo continuo a mantener un peso adecuado para la edad y estatura.

-         Intenso miedo a engordar a pesar de estar extremadamente delgado y débil.

-         Alteración evidente y objetiva de la percepción de su peso corporal, (se ve gordo).

-         El sujeto no acepta la gravedad de su delgadez, no es consciente de estar enfermo, no quiere acudir al médico ni recibir tratamiento, incluso llega a mentir para evitarlo.

-         Desaparece la menstruación en mujeres que ya la tienen (amenorrea). Las  mujeres que aún no menstrúan no lo harán hasta curarse.



La medicina psiquiátrica es la encargada de diagnosticar y tratar esta enfermedad, ya sea en la consulta o en el hospital si es preciso (en el caso de crisis agudas o complicaciones).



 Incidencia y distribución demográfica:


-Se da en el 0,3% de la población. Es más frecuente en el sexo femenino, siendo el 95% de las personas anoréxicas mujeres.

-Incide al inicio de la adolescencia o a lo largo de la misma.

-Ocurre en países industrializados, en mujeres de nivel sociocultural medio-alto, con más frecuencia en el seno de familias con problemas afectivos.



Etiología:


Se trata de una enfermedad psiquiátrica de patogénesis complicada, ninguno de los factores es el único causante del síndrome sino que se origina en la combinación de varios de los siguientes factores:

o   Factores Individuales: 

-         Nivel intelectual medio-alto.

-         Personalidad dependiente, falta de autoestima, necesidad de aceptación externa.

-         Perfeccionismo y escrupulosidad.

-         Inmadurez. Miedo a crecer.

-         Ausencia de autonomía, pérdida del yo, problemas de identidad.

-         Trastorno en la percepción del tamaño-peso corporal.



o   Factores Familiares:

-         Falta de comunicación entre los miembros de la familia.

-         Incapacidad para resolver conflictos.

-         Progenitores sobreprotectores y estrictos.

-         Exceso de expectativas para con los hijos.

-         Familias conflictivas (perfil depresivo, personalidades psicosomáticas, alcoholismo, abusos sexuales).



o   Factores Socioculturales:

-         Ideal de belleza que rige actualmente el mundo de la moda y los medios de comunicación.

-         Influencia de  los medios de comunicación.

-         Influencia del entorno cercano y laboral para conseguir reconocimiento de los demás.



El estereotipo de belleza actual no influencia tanto en el desarrollo de esta enfermedad, ya que se han encontrado textos de diferentes épocas en las que regían diferentes cánones de belleza (que se remontan incluso al antiguo imperio Romano) donde se describen trastornos compatibles con lo que hoy día conocemos como Anorexia Nerviosa. Según esta teoría el trastorno alimenticio se desarrolla a consecuencia de una predisposición natural.



 Síntomas:


Muchos de estos síntomas pueden llegar a ser invalidantes socialmente, ya sea por problemas de salud que debilitan gravemente a la paciente (la mayoría son mujeres), o porque la obsesión con todo lo relacionado con la comida y el peso corporal trasciende de forma alarmante a su vida diaria, ocupando gran parte de su tiempo y de su mente e imposibilitando el desarrollo de cualquier otra actividad laboral o social.

En casos más larvados, en los que mantiene de puertas para fuera sus actividades habituales, se resienten indefectiblemente sus relaciones familiares y afectivas. Son personas reservadas y taciturnas, para un observador externo que desconoce la causa “raras” de forma inconcreta.

No tienen porqué darse todos los síntomas y signos, pero pueden ser de ayuda a la hora de hacer el diagnóstico:

-Rituales en torno a la comida: selección rigurosa y exclusiva de determinados alimentos de bajo poder calórico, frugalismo en su elaboración y otros (evitan comer acompañadas, dedican mucho tiempo a cada comida, mueven sin objeto los alimentos en el plato…).

-Desnutrición. Bajo peso para su estatura y edad.

-Hiperactividad.

-Intolerancia al frío. Visten con muchas capas de ropa holgada.

-Alteraciones en la frecuencia cardiaca,  presión arterial y niveles de electrolitos en sangre.

-Piel fría y seca, con aumento de vello corporal.

-Desgaste del esmalte dental en caso de provocarse el vómito habitualmente.

-Se tapa la cara con el pelo para no mostrarla. Se encierra en sí misma.

-Miedo al desarrollo físico y a su sexualidad.



Diagnóstico:


El diagnóstico se basa en la entrevista clínica llevada a cabo por el psiquiatra, al que habrá derivado el médico de atención primaria ante la sospecha de Anorexia. El psiquiatra recoge todos los síntomas y los correlaciona con los específicos que constituyen la enfermedad (según el DSM-IV). Deben cumplirse al menos cuatro signos o síntomas específicos  para poder etiquetar la Anorexia Nerviosa como tal.

Las pacientes anoréxicas (la mayoría son mujeres) niegan tener algún problema y no piden ayuda por sí mismas, sino que lo hacen empujadas por su familia. Esto significa que no tienen ninguna motivación para mejorar su situación y por tanto no colaboran en la entrevista clínica, lo cual dificulta gravemente la realización de un diagnóstico. El psiquiatra debe primero ganarse su confianza para poder obtener información fidedigna que  confirme el diagnóstico de cara a poner en marcha el tratamiento. Se suelen requerir numerosas sesiones debido a la resistencia y negación que opone la paciente.

Algunas de las preguntas fundamentales en dicha entrevista indagan en el tipo de alimentación y calorías ingeridas de media a lo largo de un día; frecuencia de las comidas; alimentos que la paciente evita por norma, “prohibidos” para ella; costumbres purgativas; rituales relacionados con la alimentación; intensidad y frecuencia de ejercicio físico; etc…

A la hora de recopilar toda la información es importante evaluar también el entorno familiar. Para ello las entrevistas diagnósticas pueden realizarse, a elección de la paciente, en presencia de la familia o por separado. Habrá que identificar posibles influencias negativas del entorno cercano y corregirlas dentro del marco general del tratamiento.



 Diagnóstico diferencial con Bulimia Nerviosa:


Ambas enfermedades se basan en un trastorno alimenticio y comparten algunas características, por lo que en ocasiones se pueden confundir. Sin embargo su fundamento y pronóstico son bien diferentes.

La Bulimia Nerviosa se basa en la habitual e incontrolada sobreingesta de alimentos de alto poder calórico en un espacio corto de tiempo con posteriores medidas purgatorias, principalmente el vómito (también laxantes y diuréticos) y/o realización de ejercicio compensatorio.

Las similitudes y diferencias entre Anorexia Nerviosa (AN) y Bulimia Nerviosa (BN):

-La BN es más frecuente que la AN, siendo su incidencia en la población general entre el 1 y el 3%.

-Ambas suceden principalmente en mujeres, aunque también se dan algunos casos de ambas enfermedades en varones.

-Ambas se dan sobretodo en países industrializados.

-La AN aparece al inicio de la pubertad o durante la misma, mientras que la BN es de aparición más tardía, al final de la pubertad o en la edad adulta.

-Las personas anoréxicas pierden peso de forma espectacular y llaman la atención por los extraños rituales que siguen en relación con la comida, mientras que las bulímicas pueden pasar desapercibidas y mantener un peso normal o incluso ligeramente elevado para su edad y estatura.

-La Depresión se da en ambas enfermedades pero de forma más importante en la BN, así como el abuso de estupefacientes.

-Las mujeres bulímicas quieren conseguir un ideal físico y ser sexualmente atractivas buscando la aprobación de los demás, mientras que las anoréxicas niegan su sexualidad y hacen todo lo posible por ocultarla y pasar desapercibidas (ropa holgada, se tapan la cara con el pelo, postura encorvada).

-Las mujeres bulímicas aceptan con más facilidad su enfermedad y gravedad de la misma que las anoréxicas, lo cual hace que tenga mejor pronóstico.



Tratamiento:


Frecuentemente el entorno de la paciente tarda mucho tiempo en identificar el problema y pedir ayuda en su nombre. Este retraso hace que en algunos casos  sea necesario un internamiento inicial en el hospital porque la desnutrición y situación física así lo requieran (generalmente en contra de su voluntad). Una vez que ha mejorado su estado general, ha ganado peso y se han controlado las posibles complicaciones, se podrá realizar la evaluación psicológica e iniciar el tratamiento propiamente dicho.

Dicho tratamiento incluye varias etapas. Deben asociarse los tratamientos farmacológico y psicológico para aumentar las probabilidades de éxito del tratamiento y curación definitiva.



-Tratamiento farmacológico:

Va orientado a mejorar los síntomas asociados a la enfermedad en función de las necesidades particulares de cada paciente, no a curar la enfermedad en sí. Puede requerir ansiolíticos, antidepresivos o antipsicóticos, o incluso precisar la combinación de todos ellos.

-Psicoterapia:

Su fundamento es identificar y tratar de corregir los conflictos psicológicos relacionados con la enfermedad.

-Tratamiento cognitivo-conductual:

Se diseñan programas de reeducación mental activa para identificar y reorientar las ideas, emociones y actos distorsionados relacionados con los hábitos alimenticios e  imagen corporal.
Este tratamiento trata de recuperar las costumbres alimenticias adecuadas y de ayudar a recuperar peso mediante técnicas de refuerzo psicológico.
Hace partícipe a toda la familia cercana, principalmente a los miembros que conviven, para que colaboren y participen en la reeducación de hábitos alimenticios, dándoles información sobre la enfermedad.
Hace  hincapié en la recuperación de la autoestima de la paciente.



Evolución:


La Anorexia puede llevar al paciente a la muerte, ya sea por la ausencia de ingesta alimenticia, por complicaciones físicas derivadas de ello o por suicidio.
El pronóstico es peor en determinados casos: desnutrición severa establecida; negación de la enfermedad y utilización de mentiras; personas del mundo de la moda, balet o gimnasia rítmica; condiciones socio-familiares adversas; fracaso de tratamiento previo.
Aún con el tratamiento adecuado, fallece el 8% de los pacientes.



Conclusiones:


La Anorexia Nerviosa es una enfermedad psiquiátrica que se da en nuestro entorno con más frecuencia de lo que parece. Afecta principalmente a mujeres de nivel cultural medio-alto en países industrializados y se inicia en la adolescencia.
Una predisposición natural a sufrir un desorden alimenticio puede verse agravada por la influencia externa a la que todos nos vemos sometidos hoy día por el mundo de la moda y de la comunicación, que valora la extrema delgadez.
Con el fin de ajustarse a ese ideal físico, una mujer de perfil perfeccionista, con gran fuerza de voluntad y falta de autoestima, llega a adoptar una conducta autodestructiva, restringiendo excesivamente la ingesta alimenticia y obsesionándose con todo lo relacionado con el peso. Desarrolla conductas extrañas respecto a la comida, rituales que le absorben la mayor parte del tiempo. Pierde peso exageradamente, afectando gravemente a su salud e integridad física.
A pesar de perder peso muy por debajo de lo que correspondería a su edad y estatura, sigue viéndose gorda. La distorsión de la imagen corporal es uno de los principales fundamentos de la enfermedad.
También pueden desarrollar hiperactividad, con ejercicio físico intenso y frecuente. En algunos casos puede provocarse el vómito.
Esta persona se va encerrando en sí misma y aislándose de los que la rodean. Las consecuencias van extendiéndose a diferentes ámbitos de su vida hasta inundarla por completo. La desnutrición la debilita y su obsesión por el peso corporal le impide relacionarse con los demás con normalidad, en una sociedad donde muchos encuentros sociales suceden en torno a la comida.
Diagnosticar la Anorexia es complicado ya que la paciente no es consciente de estar enferma y se niega a ser evaluada por un especialista y a someterse a tratamiento. Son los familiares los que, alarmados por su extrema delgadez, la obligan a ir al médico al cabo de largo tiempo en el que la mujer ha tratado de ocultar su trastorno y fingido normalidad.
La demora en la consulta supone un peor estado general y bajo peso en el momento del diagnóstico, que frecuentemente obligan a un internamiento preliminar para mejora nutricional de la paciente antes de abordar el conflicto psicológico.
La negación de la enfermedad por parte de la afectada dificulta la aplicación del tratamiento y empeora el pronóstico de esta enfermedad, a diferencia de la Bulimia Nerviosa, en la que la paciente acepta su enfermedad.
La Bulimia Nerviosa se fundamenta en la repetida sobreingesta incontrolada de alimentos hipercalóricos en un corto espacio de tiempo y posterior purga compensatoria mediante vómito provocado, así como de laxantes y diuréticos. Son mujeres que mantienen un peso normal, pero que están obsesionadas con el peso corporal y buscan ser sexualmente atractivas. En cambio las mujeres anoréxicas niegan su sexualidad y son inmaduras.
El tratamiento médico de la Anorexia Nerviosa consiste en la combinación de fármacos y apoyo psicológico cognitivo-conductual. Los fármacos se utilizan para mejorar los síntomas ansioso-depresivos. El tratamiento psicológico va orientado a reorientar las ideas obsesivas relacionadas con los hábitos alimenticios y la imagen corporal, mediante técnicas de refuerzo psicológico.
Las consecuencias de la enfermedad pueden ser devastadoras, incluso la muerte, que sucede en el 8% de los casos a pesar del tratamiento médico. El pronóstico empeora en el caso de personas del mundo de la moda, lo cual avala el grave daño que hace el ideal de belleza actual que nos venden los medios.

(Basado en trabajo de N.B.)













 


sábado, 26 de mayo de 2012

Sobre la jubilación y el ocio creativo.



La vida tiene etapas, hitos relevantes. Los “ritos de tránsito” marcan antropológicamente el paso de unos a otros. Uno de ellos es la jubilación. Esta etapa de la vida es decisiva, por los cambios de contenido activo y de roles sociales que comporta. Y frecuentemente se confunde con inactividad y vejez, lo cual está muy lejos de ser cierto hoy en día. Dicho hito apareja muchas oportunidades, pero también serios obstáculos vitales a las personas afectadas. Normalmente se relaciona con la inactividad, o por lo menos un estado de cuasi-ociosidad, en el mal sentido, y como mucho, de oportunidad para actividades secundarias y aficiones, sin gran impacto personal, y menos aún social. Pero esto no es cierto, no sé si lo ha sido alguna vez en el pasado, supongo que depende de cada persona, pero hoy en día no lo es en términos generales.
Y  quien ha tenido la oportunidad de volver a la Universidad, se da cuenta de que superados ciertos obstáculos, esta etapa de la vida es propicia para el desarrollo y el crecimiento personales. Muchos estereotipos mentales cambian tras un período de reflexión, y una adecuada comprensión de los hechos, abriendo con ello la posibilidad a nuevas acciones. Pues según nos dice Freire, según sea la naturaleza de la comprensión humana de una situación, así será la naturaleza de la acción reactiva subsiguiente.
La vida de las personas se basa en pilares fundamentales que le dan sentido,  estando normalmente localizados en distintas áreas vitales, como por ejemplo el trabajo, la familia, las amistades, las aficiones… Ocurre frecuentemente que el “tamaño” de esos pilares varía en cada persona, ocurriendo frecuentemente que el del trabajo sea el mayor, y quite espacio vital a todos los demás. En este caso, la llegada de la jubilación presenta la necesidad de un reordenamiento de intereses vitales. 
Naturalmente eso depende de los tipos y naturalezas de los trabajos que se hayan ejercido. Algunos tipos de trabajo, sobre todo los de carácter rutinario originan un menor apego, y en este caso la jubilación puede sentirla la persona como una liberación. Otros trabajos, de diferente naturaleza, pueden suponer algo muy diferente a este respecto.
Cuando se ha venido ejerciendo un trabajo de naturaleza intelectual o de alta profesionalidad, con responsabilidades sociales y económicas, y con alto nivel de relación interpersonal, afrontar el retiro puede ser  más problemático. Verdad es que la gravedad de la crisis que nos está tocando vivir hace que muchas personas deban elegir entre continuar trabajando conforme a su compromiso con una entidad, o su identificación con los valores de un proyecto determinado, o dar prioridad a su salud y a su familia, y finalizar un determinado mandato, no renovándolo, o incluso adelantando la jubilación. En estos casos la jubilación se convierte en una decisión personal, frecuentemente nada fácil, y sometida a presiones privadas o públicas en uno u otro sentido.
Siendo todo esto así, es indudable que la jubilación presenta en primera instancia unos efectos muy beneficiosos, en el ámbito de la salud, por ejemplo, aunque no siempre, puesto que se dan casos de cuadros depresivos relativamente frecuentes. Pero asimismo pueden aparecer con la jubilación efectos secundarios más o menos inesperados, sobre todo si dicha jubilación no ha podido ser preparada o prevista con tiempo y conocimiento suficientes.
Entre éstos efectos secundarios frecuentemente inesperados, se encuentran la ruptura con las redes sociales habituales, con los vínculos personales que el trabajo origina, y la necesidad de reequilibrar nuevamente los pilares antes mencionados que dan sentido a nuestra vida : familia, trabajo, amigos, y aficiones. Por no mencionar en ciertos casos los efectos psicológicos que implica la pérdida de poder, así como la costumbre del mando. Podríamos mencionar a éste respecto la necesidad de superar una fase de “desadicción” al trabajo reglado, que puede llevar desde varios meses hasta un año más o menos. Es aquí donde entra en juego, con un papel importante, el ocio creativo. Es necesario buscar un nuevo sentido a la vida, basado en uno mismo, y no tanto en el deber, ocupando el repentinamente abundante tiempo libre en un ocio creativo, que incluye  nuevas redes sociales.
Pensadores muy relevantes tocaron ya el tema que hoy nos ocupa, como por ejemplo Michel de Montaigne, pensador y escritor francés del siglo XVI, y Bertrand Russell , filósofo y pensador inglés del siglo XX, y Premio Nobel.
Russell en su “Elogio de la ociosidad”,  en el que expuso sus criterios sobre el erróneo enfoque del trabajo que tenía la sociedad de su tiempo, y la importancia de la ociosidad como condición necesaria para llevar a cabo tareas de formación y creación intelectuales, muy ligadas en su tiempo  a la clase social de cada persona.
El caso de Montaigne es ciertamente curioso y pedagógico a la vez. Su padre era terrateniente, y fue alcalde de Burdeos en una época muy  tumultuosa, lo que le llevó al agotamiento. Todo esto lo vio y conoció su hijo Michel, quien tras un esmerado proceso de formación ejerció también puestos y magistraturas de responsabilidad, llegando asimismo a ser en su día también alcalde de Burdeos, como su padre.
Pero Montaigne abandonó todos sus cargos muchos años antes de su fallecimiento, y según él mismo mandó escribir en una pared de su casa para celebrar esta ocasión, el motivo fue “dedicar su vida a sí mismo y no al cumplimiento del deber”. A partir de entonces se dedicó a administrar su patrimonio, a visitar y recibir las visitas de sus amigos, a leer, y sobre todo a escribir. Como todo el mundo culto sabe, Montaigne es el autor de “Essaies”, colección de ensayos que reunidos en un libro siguen siendo hoy en día una de las cumbres del pensamiento personal y universal. En cierto modo, Montaigne fue el primer “blogero”, (aunque no digital!), ya que escribió ciento siete ensayos de distintos tamaños, con reflexiones personales sobre los más diversos temas,  a lo largo de sus últimos veinte años de su vida.
Cuando hoy en día hablamos de ocio creativo y redes sociales nuevas tras la jubilación, lo más normal suele ser aumentar la dedicación a la familia, que suele verse incrementada por los nietos, lo cual cambia los roles de sus componentes. De igual manera, se renuevan los círculos de amistades o redes sociales naturales, recuperando con ello actividades en común, y en  la naturaleza.
Y la utilización de un ocio creativo y autotélico, para llevar a cabo nuevas o viejas aficiones, tales como la lectura, los idiomas, la música, los viajes, la actividad física, y a veces la introducción en redes sociales digitales, o la redacción de blogs, y por último, pero quizás lo más importante, una nueva etapa de formación que nunca debería acabar en nuestras vidas, frecuente y deseablemente en la Universidad.
La formación universitaria, cuando hay oportunidad de salvar los obstáculos generacionales mediante la formación reglada para personas mayores, es una oportunidad de oro para reestructurar nuestra vida en esa nueva etapa de la vida. Efectivamente, ello implica dedicación, curiosidad, y trabajo intelectual. Oportunidad dorada para recibir nuevas informaciones, y comenzar nuevos períodos de reflexión sobre temas diversos, según el gusto de cada uno, y aprender mediante el trabajo individual y de equipo, lo cual es magnífico para aumentar el saber y continuar con el crecimiento y desarrollo personales.
Bien es verdad que en esa etapa de la vida, y si ya previamente se había adquirido una titulación universitaria, y después de tantos años de trabajo, práctica y lectura personal, unos preferirán realizar postgrados en su especialidad, mientras que otros verán más sano vitalmente cambiar de “aires”, pasando de lo técnico-empresarial a las ciencias sociales y humanas, por ejemplo. Es además la Universidad el ambiente más adecuado para “socializar” con los compañeros, y de este modo ampliar nuestras redes sociales, y realizar conjuntamente actividades de ocio creativo, placentero y autotélico.
La música es otra gran oportunidad, bien sea coral o instrumental, para aprender un poquito de lenguaje musical, y ponerlo en práctica disfrutando de audiciones, ensayos, actuaciones, y viajes musicales culturales.
Con todo lo expuesto anteriormente,  un año de vida post-jubilación debería ser suficiente para readaptarse, y continuar con el crecimiento y desarrollo personal mediante las citadas actividades de ocio creativo, sintiéndose útil y activo tanto física como mental, intelectual, social, y culturalmente.
En la actual situación de crisis, se presentan además oportunidades extraordinariamente útiles para ejercer dicho ocio creativo en actividades que sirvan de ayuda a los demás.
En relación con las percepciones que la sociedad tiene de nosotros, es necesario superar muchas actitudes sociales necias y paternalistas hacia los jubilados. Efectivamente, jubilarse no significa detenerse humanamente. Es fundamental mantener  la curiosidad intelectual, que en mi opinión es la actitud que verdaderamente nos define como seres vivos, activos e inteligentes. Para ello no hay límite temporal en la vida, si bien las posibilidades físicas y mentales irán cambiando con la edad, según el caso de cada uno, y de forma individual, con lo cual no es posible generalizar, sin caer en estereotipos y prejuicios simplistas, o lugares comunes dolorosamente inexactos para los colectivos afectados.
En esa etapa de la vida son de especial utilidad para mantener esa actitud de curiosidad creativa y vital, el trabajo intelectual, la actividad física, las relaciones con el entorno social, el contacto, y los análisis de las realidades socio-económicas, manteniendo en la medida de lo conveniente antiguos vínculos ex laborales, siendo para ello oportunidades inmejorables las comidas, o cenas, u otras oportunidades gastronómicas con antiguos compañeros.
Los seres humanos necesitamos el apoyo psicológico de nuestros allegados. Pero la autoayuda es importante, y los conocimientos personales de psicología positiva, inteligencia emocional, y tanto la psicología como la sociología en general, vienen “al pelo” a este respecto.
Obviamente, nuestra vida no empieza ni acaba cuando nos jubilamos, más bien es un nuevo tipo de vida, en la que sirve de mucho la formación y experiencia acumuladas en etapas anteriores. En éste ámbito se incluyen, a modo de ejemplo: titulación, idiomas, relaciones, viajes, cargos, experiencia, y actividades de comunicación, que tanto en la empresa como en la sociedad  previamente hayamos podido ejercer.
Se trata más bien de transformar lo anterior, pasando de ser aptitudes necesarias para cumplir con el deber, a ser actividades de disfrute y bienestar personal y social,  en el sentido que tiene la palabra autotélico: un fin en sí  mismo para cada uno de nosotros.
El ocio creativo no solo incrementa nuestra calidad de vida, tanto en sus aspectos objetivos como subjetivos, sino que es un excelente antidepresivo que da sentido a la vida: para uno mismo, no para cumplir un deber. En este sentido, los” Ensayos” de  Montaigne no se deben de leer sólo para saber más, sino para aprender a vivir.
Montaigne nos sirve como referente de lucidez y autoanálisis. Las frases y citas escritas en las vigas, techos, y paredes de su biblioteca, en la torre de su palacio, que utilizaba para ello, y que hoy en día todavía se conservan, y es visitable, son una pequeña muestra de ello, siendo su colección de ensayos la prueba principal.
Russell, es para nosotros otro referente de lucidez y análisis del entorno, como pensador fundamental del siglo XX, pacifista y fundador de la filosofía analítica, y Premio Nobel por la “defensa de los ideales humanitarios y la libertad de pensamiento”.
Leyendo a ambos autores, nos preguntamos, inevitablemente, ¿cómo nos podían conocer tanto y tan bien?… pues porque todo lo fundamentalmente humano se repite siempre.
Hoy en día, la edad de jubilación es muy variable, según los casos y personas. Y para el futuro es un gran interrogante. En cualquier caso, es innegable el cambio de estatus que conlleva.  Pero dicho esto, está muy lejos de ser un carril de vía muerta. Obviamente las etapas de la vida avanzan inexorablemente, pero nada más lejos de la verdad que el creer que el simple disfrute inactivo vaya a dar sentido a las vidas de las personas, por lo menos, no a muchas. Es ahí donde se abre un campo inmenso para el cambio de actividad, el Ocio Creativo, dedicado a uno mismo y su familia, no ya al deber laboral, lo cual no quiere decir que no se continúen teniendo deberes sociales. De hecho, las actividades y procesos vitales descritos en este trabajo son útiles individual y socialmente, y agradables o satisfactorios para cada persona en cuestión. Valgan como testigos de excepción las vidas de los grandes pensadores mencionados, y otras muchas de nuestro entorno personal, que sin duda conoce cada uno de nosotros.
La vida es un continuo cambio vital, todo fluye, y no debemos estancarnos, sino fluir con ella en un continuo aprendizaje y desaprendizaje. Esto es necesario para optimizar nuestra personal evolución corporal y mental, y hacerla compatible, en la medida de lo posible, con el devenir social y económico, con el cambio de roles vitales y sociales que ello implica, dando un nuevo sentido a la vida.

lunes, 21 de mayo de 2012

Sobre el miedo y el pensamiento positivo en la vida cotidiana.




La mitología dice que cuando los propios dioses tuvieron miedo a la muerte, se refugiaron en el conocimiento, se volvieron inmortales, y… sin temor. Y a esa condición pueden aproximarse los humanos; en lo cual reside la vida feliz, en un sentimiento de inmortalidad sin miedo.

Experimentar miedo es una señal positiva, de protección, todos lo experimentamos alguna vez, es normal. Cuando percibimos una amenaza y teniendo en cuenta que una amenaza se convierte en tal cuando no tenemos los recursos necesarios para resolver el problema, sentimos una angustia que será mayor o menor según cada persona.

Sin embargo, cuando éste sentimiento se dirige a un motivo sin fundamento,  se transforma en irracional, persistente,  inmoviliza, y en ese momento comienza a ser nocivo, y es preciso controlarlo, porque el miedo que no se supera  puede durar toda la vida.

Dicen que el miedo se alimenta de sí mismo. Funciona como un círculo dando vueltas sobre sí mismo. Conocer el círculo del miedo  puede proporcionar los recursos necesarios para afrontarlo de manera correcta.  Madame Curie dijo: “dejamos de temer aquello que empezamos a conocer”.

Seguramente, de pequeños, todos hemos tenido miedo a algo o a alguien en especial. Con el paso de los años, algunos temores desaparecen y otros no, o peor aún, puede que hayan crecido.

La lista de a qué o a quién tenemos miedo puede ser interminable, y depende de los miedos que tenga cada uno: a un familiar, a un compañero, a que te ataquen, a no ser querido, a sufrir, al abandono, a no encontrar trabajo o a perderlo, al fracaso, a la pérdida de un ser querido, a perder algo o a alguien, a morir,… o incluso a subir a un avión.

A veces nos obsesionamos tanto con algo que aún está por suceder,  o que puede llegar a pasar, que perdemos de vista lo que tenemos por delante. Es como si por miedo a que entren ladrones en casa, no nos fuéramos de vacaciones, o como si por miedo a que nos abandonen emocionalmente, no tuviéramos una relación de pareja estable.

El tema es que necesitamos aprender a ser felices aunque no tengamos todo lo que creemos que necesitamos para ello. Habría que reconocer nuestros miedos, afrontarlos, dejarlos atrás, y una buena forma es mejorar nuestra autoestima. El miedo ofusca nuestra mente y nuestro entendimiento, por eso debemos atacarlo por todos los flancos.

A veces, frente a una determinada situación, el círculo del miedo se activa  a través de una imaginación exagerada. Todo comienza cuando empezamos a dar rienda suelta a nuestra mente. Empezamos a recorrer las fases del miedo, cuando pensamos que nos va a pasar lo peor frente a cualquier situación.

Por ejemplo, para una persona que nunca ha hablado en público, por el mero hecho de pensar que tiene que hacerlo, inmediatamente se activan en su mente ideas que harán de ese momento una situación traumática. Esto nos causa  miedo, nos paraliza, en nuestra imaginación nos diremos muchas cosas a nosotros mismos. ¿Y si no me sale nada?, ¿Y qué pasa si me olvido de lo que tengo  que decir?, ¿Y si piensan que lo estoy haciendo mal?,… ¡Voy a hacer el ridículo!. Cuando frente a una situación nos imaginamos exageradamente lo peor, habremos entrado en el círculo del miedo. La  imaginación activa el miedo, y el miedo se dispara, y empieza a crecer.

Los pensamientos negativos, recién elaborados, que nos decimos a nosotros mismos ya  causan miedo, y éste va a activar más intensamente la percepción negativa de la realidad, y comenzará a distorsionarla. También el cuerpo lo acusará, y se volverá torpe, los nervios se activan; sudarán las manos y la frente, el corazón se acelerará, la voz fallará...Todas estas respuestas corporales hacen que  todo lo temido suceda.

Tendemos a no correr riesgos, porque tenemos miedo a lo desconocido, pero en realidad, es un miedo a  perder lo conocido. El creciente miedo,  crecerá hasta tal punto que bloqueará todo el cuerpo. Entonces lo más probable es quedarse sin voz. El miedo paraliza. Además, el miedo hace que uno se mueva en la dirección opuesta a la que le conviene ir. Acelera de tal modo que hace huir en dirección equivocada.

Cuando la imaginación induce al miedo, éste nos paraliza o nos acelera, y esa  emoción queda grabada en nuestra mente. Después, cuando nos enfrentemos a una situación similar, el primer recuerdo que tendremos será de freno o aceleración. Esa mala experiencia será  el primer recuerdo que acuda a nuestra mente cuando se repita la situación. Experimentado el miedo,  hace que la persona vuelva a ver y a sentir la experiencia traumática. A la persona le sobreviene de golpe la imagen o escena, volviéndole ese dolor traumático nuevamente. La persona vive con miedos extremos, miedo a que se repita, y entonces cualquier cosa puede asociarse a la experiencia traumática. Un dolor, un lugar, una fecha inmediata, una persona, disparan por asociación esa experiencia traumática del pasado. Hay veces que se empieza a desarrollar una hipervigilancia, ya que el hecho vivido les hace permanecer en un estado de paranoia y de persecución permanente. Otras personas ven todo con vulnerabilidad, con miedo a que les vuelva a pasar. Y cuando éste pensamiento está instalado, la persona sentirá que sus defensas han caído y sufrirá un estado de indefensión y de baja estima.

Todas esas sensaciones nos generan grandes dosis de emociones: miedos, culpas, inseguridades que muchas veces, en vez de afrontar, preferimos esconder.  Hay quienes hacen un intento por eliminar completamente los sentimientos. Personas que aíslan el sentimiento, el recuerdo, y se observa con asombro cómo lo cuentan, sin transmitir ningún sentimiento. Al oyente le puede impactar, pero el que lo está contando  lo hace fríamente, porque es una persona herida que está usando un mecanismo psicológico que se llama disociación, por el cual la persona exterioriza la emoción, pero al mismo tiempo la reprime.

En vez de pensar en ocultar los miedos, podemos decir:  “voy a expresar mis temores correctamente”. En vez de decir: “tengo que dejar de pensar en esa idea”,  se debe reemplazar directamente por otra positiva. Hay que tener en cuenta que no podemos modificar las conductas de  otros, pero sí tener dominio sobre nuestras conductas, y nuestra mente.

Un psicólogo de la Universidad de Stanford, llamado Albert Bandura, creó el concepto de la “autoeficacia”, y dijo que nace de evaluar las capacidades de cada uno, y sus circunstancias. Crecerá el sentido de autoconfianza  haciendo un análisis ,  evaluando la situación,  y teniendo en cuenta los puntos fuertes.

El primer paso es reconocer que tenemos miedo, esa es la forma de hacerle frente y vencerlo. Si avanzamos hacia lo nuevo, será un desafío que nos permitirá enfrentarnos a algo que antes no habíamos experimentado o hecho. El miedo indica eso, que estamos haciendo algo nuevo. Antes de afrontar una nueva acción que nos cause temor, debemos pensar en cómo afrontar y resolver los miedos que surjan. A eso se le llama pensamientos de acción, o pensamientos de previsión. Antes de que el temor dispare la imaginación,  se comienzan a elaborar pensamientos de solución.
Las personas que viven refugiadas en su miedo, pensando solo en sí mismas y en sus propios temores, hacen que al no compartirlos con otros, crezcan los síntomas.

Detrás de todo gran miedo, hay un gran temor:  el temor al abandono. En el fondo, siempre subsiste ese gran temor. Una buena forma de superarlo es perdonando a las personas que nos lo  hicieron sentir.

La otra cara del miedo es la motivación. Hay que establecer nuevas metas para animarse. Si se tienen sueños y proyectos, no hay que perder el tiempo pensando en los miedos. Si no se arriesga nada, no se logra nada. La vida puede ser hermosa, y emocionante, para bien o para mal, por lo menos para quien sea una persona lúcida y capaz de correr riesgos, aunque éstos asusten. Cada uno debe intentar poseer el control de su vida. A eso es a lo que se llama vitalidad y valentía.

No pocas veces, los miedos son infundidos interesadamente como mecanismo de control. Una persona asustada se convierte en alguien dócil y manejable. Pero se puede luchar contra eso, no dejándose intimidar por las ideas. Una cosa es que alguien te apunte con un arma, lo cual intimida y es peligroso, y otra muy diferente es dejarse intimidar ideológicamente. Muchas personas con poder, rango, o responsabilidades públicas, utilizan el amedrentamiento como forma de dirigir (confunden dirigir con mandar, y la autoridad con el autoritarismo). Hacen de meter miedo su herramienta de trabajo. Las personas que obran así son cobardes, sin talla, y sin ideas, y ocultan su bajo perfil de ese modo. Con esa gente la tolerancia debe de ser cero.
En opinión de Imanol Querejeta:

 “Una persona es valiente por cómo afronta la vida, y por cómo supera el miedo a los peligros. Y es cobarde por muchas razones, entre otras, por esconderse siempre, y por abusar de su posición.”

Como se ha dicho, cuando percibimos una amenaza, nuestro cuerpo reacciona. Cualquiera puede reconocer las expresiones corporales externas del miedo: respiración acelerada, pulsaciones aceleradas, sudores fríos, pelo de punta, palidez…Es curioso cómo a veces algunas personas se tensan y asustan involuntariamente cuando detectan estos síntomas en otro congénere, por ejemplo viendo a un actor en una película de terror. Hay gente que va al cine, y desde sus butacas olvidan momentáneamente su posición de espectador, mostrando empatía con la situación del personaje acechado, y a la vez disfrutan con la película.

Aunque menos evidentes, hay otras acciones inmediatas que desencadenan el miedo en nuestro cuerpo. El hígado moviliza nutrientes para disponer de energía rápida, la sangre se dirige a los músculos que deben ser oxigenados para huir, las pupilas se dilatan, la presión sanguínea aumenta, el sistema nervioso central permanece más activo y en alerta, las arterias se dilatan, y se agudizan los sentidos. Como dice Idoia Múgica, estos efectos podrían estar destinados a una defensa inmediata o una huída, en definitiva, sacan a relucir el yo más capaz o más fuerte. El sistema nervioso simpático coordina las decisiones a tomar, que se harán de manera automática o instintiva, sin pensar. Son fundamentales dos sustancias: la adrenalina y la noradrenalina, segregadas por las cápsulas suprarrenales. Ambas son hormonas y neurotransmisores. De hecho, se habla a menudo del “subidón de adrenalina” que producen las experiencias fuertes, como por ejemplo los deportes de riesgo.
Parece ser que éstos deportes triunfan cada vez más debido a la adicción a la adrenalina. La búsqueda de la secreción inmediata de esa droga endógena, es decir, una sustancia que fabrica nuestro propio cuerpo, sería el motivo por el cual gusta exponerse al peligro. Pero es que una vez desaparecido el riesgo, tras haber superado el miedo, a medida que descienden los niveles de adrenalina, el cuerpo se recompensa con otros neurotransmisores, como la dopamina y la serotonina, que nos hacen sentir bien y se asocian con el placer, y se presentan tras un esfuerzo extraordinario, a modo de recompensa, produciéndonos sensación de bienestar. Películas de terror, hacer “puenting”, caída libre, salto base, montañas rusas…todas estas actividades buscan activar nuestro sistema de respuesta ante el peligro. El ser humano sigue buscando las emociones, incluso provocándolas.

¿Qué ocurre cuando tenemos miedo?: una de las explicaciones que se dan desde un punto de vista casi filosófico es el mecanismo de respuesta lucha o huída (“fight or flight”, como se dice en inglés). Viene a significar que habrá una serie de reacciones fisiológicas que nos prepararán bien para huir del peligro, o para hacerle frente.

Se puede frenar el círculo  dañino del  miedo usando la imaginación de manera positiva, para visualizar aquellas cosas que interesan en la vida.  Hay que alimentarse de pensamientos sanos, positivos, de esperanza. Deshacerse de todo mal recuerdo del pasado, y vivir el presente de manera que seamos capaces de crear buenos recuerdos para el futuro. No hay que alimentar los miedos con pensamientos que  paralicen.

El miedo se manifiesta como ansiedad, aprensión, temor, preocupación, consternación, inquietud, desasosiego, incertidumbre, nerviosismo, angustia, susto, terror, y en caso de que sea psicopatológico, fobia y pánico. Dentro de esta emoción primaria, éstos son algunos de los miembros de esta familia del miedo.

Dice Goleman, que quienes hayan desarrollado adecuadamente las habilidades emocionales, suelen sentirse más satisfechas, son más eficaces y más capaces de dominar los hábitos mentales. Quienes, por el contrario, no pueden controlar su vida emocional, se debaten en constantes luchas interiores que socavan su capacidad, y les impide pensar con la suficiente claridad.
Así como pienses, así serás, terminarás actuando de esa forma...

(Extractado de trabajo de N.B.)


miércoles, 9 de mayo de 2012

Sobre la Comunicación y los Mayores.




 Expongo lo escrito por N.B. a este respecto.

Cómo es en realidad la comunicación de los mayores con su entorno?
En la televisión nos sacan imágenes idílicas de mayores, en las que casi siempre se les ve anunciando algún producto enfocado a personas de más de 55 años que empiezan a vislumbrar dificultades de cara al futuro, tanto físicas como monetarias. Algunos, por ejemplo, probándose gafas o audífonos, y otros anunciando una superlibreta que te puede reportar indecibles ventajas, como un crucero, o un viaje maravilloso. Son personas muy elegantes, todavía atractivas, con mucha personalidad, en buena forma física, y presumiblemente con pinta de estar muy bien integrados socialmente, y a las que a su vez se les trata con mucha deferencia.
Pero cómo es la comunicación real con los mayores? . Creo que la vida es más real, más amarga, y conlleva mayores dificultades para comunicarse con los demás. Me gustaría  tratar un poco algún aspecto sobre cómo se les escucha y cómo ellos intentan comunicarse, y con qué dificultad se hacen entender.
Este año 2012 ha sido declarado como el Año Europeo del Envejecimiento Activo y de la Solidaridad Intergeneracional, y tiene como objetivo el promover la creación en Europa de un espacio social que contemple el envejecimiento de la población como un reto al que se tiene que enfrentar toda la sociedad para abordarlo como una nueva tarea en todos los contenidos de un envejecimiento activo.
Hasta hace bien poco, ha sido poca, o más bien escasa, la atención que hemos prestado a nuestros mayores, sin darnos cuenta que más tarde o más temprano a todos nos va a llegar la hora de la jubilación, y a partir de ese momento ya se nos va a ver de otra manera. Es cierto que la comunicación cambia a medida que pasan los años, y nos van viendo cada vez con más edad, por no decir viejos. Se piensa que el ser mayor es equivalente a perder facultades para hacerse escuchar o transmitir lo que se quiere decir. Pero… ¿se les hace caso? .
Como podemos ver, los medios de comunicación no hacen justicia con la realidad de los mayores. Nos presentan el lado bonito, en el que nos muestran unas personas que no se corresponden con la media de personas mayores cuya vida es complicada y solitaria, y a las que no se les hace mucho caso. Es cierto que puntualmente se habla de algún problema concreto, pero en general no se les presta demasiada atención. No se les escucha, no es tema, por muy actual y real que sea, de interés para los medios.
Podemos agradecer que este año  2012 haya sido declarado como el Año Europeo del Envejecimiento Activo y de la Solidaridad  Intergeneracional, ahora bien, ha tenido muy poco eco en los medios de comunicación a pesar de ser un tema al que se tiene que enfrentar toda la sociedad y nos atañe a todos.
El tema ha sido desde siempre un problema latente al que según la época se le ha dedicado más relevancia y ha interesado a más o menos gente. El marco social romano que corresponde al tratado sobre la vejez (150 A.C.), otorgaba a los ancianos una posición preminente, otorgándoles una autoridad jurídica muy importante. La vejez que reproduce Cicerón es el reflejo de la época dorada en lo que respecta al prestigio, en consecuencia al respeto por la opinión de los mayores.
Ahora, en nuestro tiempo y dentro de la celebración de este Año, los mayores deben defender su papel activo en la sociedad y el derecho a ser escuchados.
Quisiera hacer una reflexión sobre un artículo que al respecto ha escrito Andrés Trapiello que se titula “Ceros a la izquierda”. En él hacía un repaso a la última campaña política, y venía a decir que una candidata se presentaba como la nueva savia de un partido que tenía 130 años, haciendo gala de su juventud, encontrando en cambio, que el candidato que le disputaba el puesto eras ya un poco mayor para el cargo. Vino a decir que esa otra persona era ya historia, y añadió que hay que renovarse y escuchar las nuevas ideas. No tuvo en cuenta que había muchas personas que precisamente escuchaban a su rival por su edad y experiencia, y no a sus consignas, que parecían preparadas para ella en alguna agencia de publicidad. El autor del artículo, aunque no quería hacer leña del árbol caído, se alegraba de que no hubiera triunfado la juventud, aunque le resulte a uno triste por innecesario oír a personas mayores decir que lo importante no son los años que se tienen, sino cómo se siente cada uno, que la juventud está en la cabeza y no en los años.
No obstante, la juventud pasa pronto, y todos nos debemos concienciar de que lo mismo que en la juventud, en la vejez también nos gusta comunicarnos, hacernos entender, y ser escuchados. Porque pensamos que se tienen muchas nuevas ideas que dar a conocer y compartir en la edad adulta, no sólo por la necesidad de ser escuchados, sino también por la experiencia. Todos trabajamos con colegas de nuestra edad en la profesión u oficio que ejercemos, pero nos deberíamos sentir orgullosos de haber tratado, escuchado, y respetado a aquellos a los que por edad, y no sólo los que han sido nuestros maestros o profesores, nos han transmitido todo su saber y experiencia.
Como hemos dicho, la televisión y los medios nos dan una imagen juvenil de los mayores, y nos hacen creer que la comunicación con ellos es la misma que entre los jóvenes. Pero lo que los mayores perciben es que no son siempre bienvenidos, les cuesta comunicar lo que tienen que decir, porque no son escuchados de la forma en que se escucha a los jóvenes. A veces se les percibe como jubilados pasivos y “pesaditos”. En algunas ocasiones los adultos más jóvenes no tienen paciencia para escucharles con atención, puesto que ya tienen una idea preconcebida de ellos en general, y o bien no les escuchan, o si lo hacen, lo hacen de una forma diferente a como lo hacen entre sus iguales. Aquí es donde algunos creen portarse con mucha amabilidad y cariño, pero en realidad les están dando un trato distinto, un trato de condescendencia, o paternalista.
La mayoría de los mayores, que son jubilados activos y que siguen con la misma cabeza inteligente, se sienten algo diferentes, discriminados por la sociedad en la que hasta el momento han estado integrados de pleno derecho. Esto conlleva el que la comunicación sea más complicada, ya que a veces hay que hacer un esfuerzo para hacerse escuchar, o al comunicarse verbalmente, puesto que la persona se da perfectamente cuenta de la situación y del trato que recibe. Hay que decir que muchos medios de comunicación no han ayudado mucho.
Steiner decía que  “ lo que no se nombra, no existe”.  Y ahora es:  lo que no se ve en la tele, no existe. Los medios son los que crean la opinión pública desde la hiperrealidad, que no es más que un simulacro de una realidad que se desvanece en las imágenes digitales. Como dijo Baudrillard: “ La guerra del Golfo no tendrá lugar”. Y así fue, en cierto modo, porque no la "vimos".
En la hiperrealidad los mayores no existen, no se habla de ellos. Pero en la realidad los mayores son una mayoría cuantitativa muy activa, debido al envejecimiento de la población y a la mayor esperanza de vida. Es la nube digital ,y la imagen producida por los medios, las que forjan los imaginarios sociales, y las realidades percibidas. Hay que leer entre líneas, pararse a pensar en la realidad, reflexionar sobre el contenido de lo que vemos o nos dicen. No destruyamos la capacidad de pensar de forma abstracta, hablemos con los mayores, escuchémosles, y tratémosles como hasta ahora lo hemos hecho, sin cambiar el "chip". La comunicación con las personas mayores debe ser bidireccional, “ de tú a tú “, aportando mutuamente los conocimientos e ideas sin tener en cuenta la edad.
Las personas mayores tienen mucho que comunicar, y deben ser escuchadas, no con paternalismo y con displicencia como si se les hiciera un favor, y con sensación de pérdida de tiempo, o como quien dialoga con un niño o una persona que por su edad más avanzada que su interlocutor más joven tuviera mermadas sus facultades mentales. Hoy por hoy y como los tiempos han cambiado y mucho para la tercera edad, la realidad pone de manifiesto que éste grupo de población tiene mucho que decir, y se ha hecho un hueco en la sociedad, y está acaparando cierto protagonismo en determinadas áreas. El modelo de anciano que pasa las horas viendo obras, o sentado en el sofá viendo la televisión, no se corresponde en absoluto con la realidad de hoy, donde los mayores han dejado de ser el referente a seguir por las nuevas generaciones. Adultos con años pero cargados de fortaleza, ganas de vivir, de aprender y de ayudar. Cada vez son más los mayores que en el momento de jubilarse optan por invertir su tiempo en todo tipo de actividades, aficiones, estudios, e incluso desarrollar tareas de voluntariado debido a que ahora pueden disponer del tiempo necesario que dedicarles y del que antes no pudieron disponer.
Las personas y la sociedad tenemos que adaptarnos a éste envejecimiento activo. No podemos desaprovechar la oportunidad que tenemos de intentar sustentar los cuatro pilares del envejecimiento activo: salud, seguridad, participación, e intergeneracionalidad, optimizando las oportunidades de comunicación de manera que todas las personas seamos partícipes de una forma activa en la sociedad. Quizás nos debamos plantear que en lugar de querer que nos vendan “cacharros para viejos”, nos “vendan” respeto, y confiar en que la ciudadanía no perciba a los mayores como “mayores” que ya no están en nuestra onda y que sólo nos sirven para echar una mano en el cuidado de los nietos, como se ha podido leer en un artículo de un dominical.
Dicen dos profesores de 70 y 71 años,  jubilados y abuelos: “echan mano de nosotros sólo cuando nos necesitan, si los abuelos nos declarásemos en huelga, se organizaría un caos social”.   Vemos que el día a día se mantiene, en gran parte, porque muchos de ellos están ahí apoyando con su tiempo, emocionalmente, e incluso económicamente.
Estas personas juegan un papel decisivo, no sólo afectivo, sino también como transmisores de valores, y tienen mucho que decir y,... por qué no?... enseñar.