martes, 2 de junio de 2015

Lenguaje, pensamiento y ciencia.

 
 
 
El primer paso hacia el lenguaje consistió en vincular signos conmutables con impresiones sensoriales. (…) En una primera fase las palabras pueden corresponder directamente a impresiones. En una fase posterior se pierde esta conexión directa en la medida en que algunas palabras transmiten relaciones con percepciones sólo si se usan en conexión con otras palabras. (…)
 
Sólo en este desarrollo posterior, donde se hace frecuente  uso de los denominados conceptos abstractos, el lenguaje se convierte en un instrumento de razonamiento en el verdadero sentido de la palabra. Pero es también este desarrollo el que convierte el lenguaje en una peligrosa fuente de errores y engaños. Todo depende del grado en que las palabras y combinaciones de palabras guardan correspondencia con el mundo de las impresiones.
 
¿Qué es lo que produce una conexión tan íntima entre lenguaje y pensamiento? ¿Es que no hay pensamiento sin lenguaje, y combinaciones de conceptos para los que no son necesarias las palabras? ¿No nos hemos esforzado todos, alguna vez, en buscar palabras cuando la conexión entre “cosas” ya estaba clara?
 
Podríamos sentirnos inclinados a atribuir al acto de pensar una compleja independencia del lenguaje si los individuos formaran o fueran capaces de formar sus conceptos sin la guía verbal de su entorno. Pero es muy probable que el desarrollo mental de un individuo, que crece en tales condiciones, fuera muy pobre. Por ello podemos concluir que el desarrollo mental del individuo y su modo de formar conceptos dependen en alto grado del lenguaje. Esto nos hace comprender hasta qué punto el mismo lenguaje significa la misma mentalidad. En este sentido pensamiento y lenguaje están unidos. (…)
 
Lo que busca la ciencia es una máxima precisión y claridad de conceptos en lo que concierne a su relación mutua y su correspondencia con datos sensoriales. (…)
 
El carácter supranacional de los conceptos científicos y del lenguaje científico se debe al hecho de que han sido establecidos por óptimos cerebros de todos los países y de todas las épocas. (…) Su sistema de conceptos ha servido de guía en el desconcertante caos  de percepciones, y así hemos aprendido a captar verdades generales a partir de observaciones particulares.
 
¿Qué esperanzas y temores implica el método científico para la humanidad? No creo que esta sea la forma correcta de plantear la pregunta. Lo que pueda producir esta herramienta en manos del hombre depende por completo de la naturaleza de los objetivos vivos en dicha humanidad. Una vez que estos objetivos existen, el método científico proporciona medios para realizarlos. Pero el método no puede proporcionar los objetivos mismos. El propio método científico no habría conducido a ninguna parte, ni siquiera habría nacido, sin una apasionada lucha por una comprensión clara.
 
Creo que nuestra época se caracteriza por la perfección de medios y la confusión de fines. (…)
 
(Einstein, A. “The Common Language of Science”, Advancement of Science, London, vol. 2, nº 5.)