lunes, 23 de septiembre de 2013

El Pagasarri, Unamuno y lo inefable.



 
 
 

El que sintiéndose con fuerzas desea en un día sereno gozar de un solemne panorama y ver en plano de relieve toda la ría y abra de Bilbao, debe subir al Pagasarri, seguro de que allí arriba, si sabe aprovecharlo y abrir el alma a la naturaleza y el pecho al aire de Dios, se le pagan con creces las dos horas largas de ascensión.

A un lado un barranco sombrío, cuajado de árboles, encañadas oscuras y perspectivas sombrías; al otro lado se abre el valle de Bilbao. La Villa parece un puñado de tejados a orilla de la cinta plateada del Nervión, velada a trechos por el humo. Mas el valle y las riberas de su ría nada son junto a la solemne asamblea de montañas.
He tenido ocasión de ver todo esto en día en que una niebla baja se recostaba contra los valles sin alcanzar a las cimas. Parecía un mar vago, fantástico y de otro mundo, en que flotaban acá y allá islotes montañosos entre golfos profundos, y en el fondo del mar una ciudad sumergida. La línea indecisa y vaga, su blancura vaporosa y transparente le daban aspecto de un mar de otro mundo más etéreo.
Son los paisajes como la música, que nos lleva dulcemente al país de los sueños informes, de las ideas inefables, de las representaciones incorpóreas, donde se alza del lecho del alma en extraño concierto de ideas olvidadas y sentimientos adormecidos todo el riquísimo mundo subconsciente, de ordinario poderoso con el poder del silencio, mundo de trama tan complicada e infinita como el de la realidad, mundo que se despierta y se revela al hombre mostrándole los tesoros escondidos de su espíritu. Por debajo de las ideas formulables, de los recuerdos figurados, de las representaciones corpóreas y los sentimientos expresables, llevamos un mundo vivo, el reflejo del alma de las cosas que cantan en silencio.
Miguel de Unamuno (1864 – 1936), “Entre sus relatos…”, Pagasarri.
 
 
 
 
 
 
 

 

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Feminismo del siglo XII : los trovadores.





En el siglo XII y en una sociedad eminentemente masculina, donde la mujer salvo contadas excepciones en razón de su alto rango está casi siempre sojuzgada y sus derechos ignorados o menospreciados, la importancia del papel de los trovadores es enorme: se convierten en propagandistas del papel civilizador de las damas y no cesan de inculcar a los varones la deuda que tienen hacia el sexo femenino.
 
Es natural, por lo tanto, que haya sido en las cortes del mediodía de Francia donde la misión de la mujer como educadora en el orden social alcanza, por primera vez, toda su importancia: las damas no sólo contaban con una preparación superior, ya que por lo general sabían leer y escribir, hacer versos, tocar y cantar, sino que su trato más delicado y su refinamiento les permitieron imponerse muy pronto a los rudos modales masculinos. De este modo, el arte amatorio y la poesía cortesana se aliaron para modificar decisivamente el concepto de la consideración social hacia la mujer. La mujer, que en tiempos antiguos era simplemente propiedad del hombre, botín de guerra, motivo de disputa, esclava, y cuyo destino estaba aún sujeto en la Alta Edad Media al arbitrio de la familia y de su señor, adquiere entonces un enorme valor. Este es uno de los rasgos distintivos de la cultura cortesana medieval: es una cultura específicamente femenina.
En contraste con los antiguos poemas heroicos e incluso con las canciones de gesta, que estaban destinadas a un auditorio de hombres, la poesía amorosa provenzal, y hasta las novelas bretonas del ciclo del rey Arturo, se dirigen en primer lugar a las mujeres.
O. Aceves (1998)
 
 
 
 

 

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Donde la Poesía expresa la Ética, la Estética y la Psicología.





La poesía en Japón es universal como el aire. Todos la sienten. Todos la leen. Casi todos la crean, independientemente de la clase o condición. (…) Desde tiempos muy antiguos, la escritura de poemas breves se ha practicado en Japón más como un deber moral que como mero arte literario. La vieja enseñanza ética era algo así: “¿Estás enfadado?: no digas nada desagradable, escribe un poema. ¿Ha muerto tu amada?: no te entregues a una pena inútil, trata de calmar tu pensamiento haciendo un poema. ¿Estás acongojado porque vas a morir, dejando tantas cosas sin terminar?: ¡sé valiente, y escribe un poema sobre la muerte! Cualquiera que sea la injusticia o la desventura que te perturbe, pon a un lado tu resentimiento o tu dolor lo antes posible, y escribe unos pocos versos de sobria y elegante poesía como un ejercicio moral” (…).
Cada forma de dolor era afrontada con un poema. La aflicción, la separación, el desastre, inspiraban versos en lugar de llantos. Existe aún la buena costumbre de escribir un poema en época de desventura. He conocido con frecuencia poemas que se han escrito bajo las más apuradas circunstancias de desgracia o sufrimiento, incluso en el lecho de muerte; y si los versos no muestran un talento extraordinario, dan al menos prueba extraordinaria de autodominio bajo el dolor…Seguramente este hecho de la composición como práctica ética tiene mayor interés que todos los tratados escritos acerca de las reglas de prosodia japonesas.

Con el uso de unas pocas palabras escogidas el creador de un poema breve se propone conseguir exactamente lo que el pintor con unas pocas pinceladas: evocar una imagen o un estado de ánimo, revivir una sensación o una emoción. Y el logro de este propósito depende enteramente de la capacidad de sugerir, y sólo de sugerir. (…).

Un poeta sería criticado por intentar cualquier expresión completa en un poema breve: su objeto debería ser sólo despertar la imaginación sin saciarla. Hay un término japonés que significa “todo perdido”, o “enteramente desaparecido”, en el sentido de “todo dicho”, y se aplica peyorativamente a versos en los que el poeta ha expresado todo su pensamiento; mientras que la alabanza se reserva a las composiciones que dejan en el pensamiento la emoción de algo no dicho. (…).

La comprensión plena de los poemas breves japoneses requiere un conocimiento profundo de la vida que reflejan. Y esto es especialmente cierto en lo que atañe a la clase emotiva de tales poemas, ya que una traducción literal  de los cuales, en la mayoría de los casos, no significaría casi nada para el pensamiento occidental. (…).
Esa cualidad general de la experiencia ética que apenas se ve afectada por cambios sociales de ningún tipo, los dichos proverbiales de un pueblo, han de poseer siempre un especial interés psicológico para los pensadores. (…) Los dichos relacionados con el budismo, ya sea por alusión o derivación, forman una clase particularmente merecedora de estudio en mi opinión.

L. Hearn (1850 – 1904), In Ghostly Japan. 




 

 

lunes, 9 de septiembre de 2013

Realidad y entrelazamiento cuántico.




El entrelazamiento cuántico es una conexión íntima entre partículas cuánticas, de modo que, una vez que una pareja de partículas se entrelaza, un determinado cambio en una de ellas se refleja de forma instantánea en la otra, aunque se encuentren alejadas y separadas en el espacio. Este fenómeno cuántico es poco intuitivo. Einstein no aceptaba que los sucesos lejanos pudieran tener un efecto instantáneo, más rápido que la luz, en sucesos locales.

Sin embargo en 1964 el físico John Bell demostró teóricamente que la idea de que la realidad consiste en regiones separadas, unidas por vínculos locales, es incompatible con la teoría cuántica, y que el Universo es fundamentalmente un lugar interconectado, interdependiente e inseparable. Esto ha sido demostrado experimentalmente, desde 1980 a lo largo de dos décadas. En el llamado experimento de Ginebra del año 2000, se pudo comprobar su realidad en fotones “entrelazados” viajando por diferentes fibras ópticas y alejados más de 10 km.

La conclusión es que dos fotones, o electrones u otras partículas elementales, “gemelos y entrelazados” no son dos sistemas distintos portadores de dos copias idénticas de un mismo conjunto de parámetros. Un par de fotones entrelazados o vinculados debe ser considerado de hecho como un sistema único, imposible de descomponer en dos estados relacionados con cada uno de los dos fotones en cuestión. Las propiedades de la pareja de fotones no se derivan de la unión de propiedades de los dos fotones individualmente considerados.

La inseparabilidad cuántica se manifiesta incluso si los dos fotones están alejados uno del otro, de modo que ninguna interacción tenga tiempo de propagarse de uno a otro, salvo a una velocidad superior a la de la luz, lo cual está excluido por la relatividad. Sin embargo todo ocurre como si los dos fotones permaneciesen siempre en contacto, y el resultado de una medición efectuada en uno de ellos afectase instantáneamente al otro. Esto parece contradictorio con el principio de causalidad relativista que establece que ninguna interacción puede propagarse más rápido que la luz. Pero en realidad no existe ruptura del principio de causalidad en sentido estricto, ya que la pareja de fotones vinculados constituye un único sistema, y no puede utilizarse la inseparabilidad cuántica para transmitir más rápido que la luz una señal o una información utilizable.

Los físicos no pueden aún explicarse los inquietantes  problemas conceptuales que plantean los sistemas cuánticos entrelazados, vinculados e inseparables, no todavía de una forma resolutiva y consensuada. Pero dichos sistemas existen y en ellos todo ocurre conforme a las previsiones de los cálculos propios de la física cuántica, según se ha podido comprobar experimentalmente.