Ciudades Inteligentes, “Smart Cities”, ¿realidad, o utopía virtual con riesgo distópico?
El concepto de “Ciudad
Inteligente” hace referencia a los núcleos urbanos basados en la gestión
sostenible de los recursos y que emplean las últimas tecnologías para responder
a las necesidades y demandas de los ciudadanos con el objetivo de fomentar la
participación y elevar la calidad de vida de los habitantes.
Pero ni la tecnología
ni el urbanismo son ni social ni ideológicamente neutros en la práctica de la
vida real. A este respecto se publican estudios indicando los riesgos de que se
incrementen las desigualdades sociales, económicas y de género.
Se puede percibir una
cierta afinidad entre estas nuevas propuestas urbanas y un concepto neoliberal
del urbanismo, así como una prioridad de los servicios frente a la industria, o
bien conceptos relacionados con el “Internet de las Cosas” (IoT – Internet of
Things) y la Industria 4.0, en la que robots con inteligencia artificial
sustituirán a los humanos, de modo que los puestos de trabajo serán para unos
programadores y matemáticos, y los demás servirán en lo que puedan o serán
“desechables”.
Eso sí, se podrá saber
“on line” cuándo pasa el siguiente autobús u opinar sobre temas de la ciudad.
Pero sin molestar, y sin garantía de que
hagan caso, que para eso se vota y luego no hay que quejarse.
O sea que, para hacer
asumir el transhumanismo que se nos viene encima, se concede una participación
de baja relevancia y una calidad de vida de valores neoliberales no bien
definidos, junto con un uso acrítico de la tecnología y una visión parcial de
la sostenibilidad (que para ser completa requiere personas, economía, cultura y entorno).
La “Smart City” puede
ser un concepto de despiste de otros problemas y realidades y una falsa
solución esperanzadora basada en la tecnología pero escasa de valores humanos,
y un agravio comparativo con los campos de refugiados que genera la geopolítica
mundial y con los conflictos que genera y no resuelve.
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