Los seres humanos tenemos sentimientos que se generan en el cerebro. Su génesis implica energía, la energía electroquímica de las sinapsis neuronales. Pero los sentimientos se transforman a lo largo de nuestras vidas para finalmente desaparecer, como mortales que somos. En este sentido, los sentimientos humanos no parecen ser energía en el sentido físico, puesto que no cumplen con el Primer Principio de la Termodinámica: la energía ni se crea ni se destruye, solamente se transforma.
El sufrimiento es un sentimiento
demasiado abundante en la Humanidad. Si el sufrimiento humano fuese
conservable, desde el origen de nuestra especie podría haber formado ya una
galaxia más grande y reluciente que la mayor del Universo o, mejor dicho, un
agujero negro más grande que el mayor del Universo.
Pero el/la Creador@ guarda silencio,
y nosotr@s sus criaturas, de una forma u otra, le pedimos que elimine esa
galaxia o ese agujero negro del sufrimiento humano, y que haga lo que quiera
con las leyes físicas del resto del Cosmos o del Caos.
Bastante tenemos con ser mortales
para además tener que sufrir los avatares del mal, la enfermedad, la vejez, y
el sufrimiento en general.
Señor@, escucha y ten piedad.
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