miércoles, 30 de mayo de 2018

El Imperio que no se ilustró.




En el S. XVIII, en Europa se pensaba así:

"La Ilustración es la salida del hombre de su minoría de edad.
Él mismo es culpable de ella. La minoría de edad estriba en la incapacidad de servirse del propio entendimiento, sin la dirección de otro. Uno mismo es culpable de esta minoría de edad cuando la causa de ella no yace en un defecto del entendimiento, sino en la falta de decisión y ánimo para servirse con independencia de él, sin la conducción de otro. ¡Sapere aude! ¡Ten valor de servirte de tu propio entendimiento! He aquí la divisa de la ilustración.

La mayoría de los hombres, a pesar de que la naturaleza los ha librado desde tiempo atrás de conducción ajena (naturaliter maiorennes), permanecen con gusto bajo ella a lo largo de la vida, debido a la pereza y la cobardía. Por eso les es muy fácil a los otros erigirse en tutores. ¡Es tan cómodo ser menor de edad!...Como la mayoría de los hombres tienen por muy peligroso el paso a la mayoría de edad, fuera de ser penoso, aquellos tutores ya se han cuidado muy amablemente de tomar sobre sí semejante superintendencia. Después de haber atontado sus reses domesticadas, de modo que estas pacíficas criaturas no osan dar un solo paso fuera de las andaderas en que están metidas, les mostraron el riesgo que las amenaza si intentan marchar solas. Lo cierto es que ese riesgo no es tan grande, pues después de algunas caídas habrían aprendido a caminar; pero los ejemplos de esos accidentes por lo común producen timidez y espanto, y alejan todo ulterior intento de rehacer semejante experiencia".

(Emmanuel Kant, ¿Qué es la Ilustración?, 1784)



Mientras, en España, para dar una idea de la actitud reinante (conste que no es el peor ejemplo ni muchísimo menos):

"…este libertinaje en hablar los seculares indoctos en puntos de Religión con el mismo orgullo que si poseyeran toda la Ciencia de la Escuela. Este modo de hablar del Episcopado y del Papa, este abuso de leer libros venenosos…
Una nación tan católica como la española está hoy, si no sumergida, a pique de sumergirse en un abismo. Voltayre [sic] y otros como él son los que muchos jóvenes (y no jóvenes) con el fin de lucir en sus juntas y asambleas leen con libertad".

[Francisco Alejandro de Bocanegra  Xibaja (1709-1782), Arzobispo de Santiago de Compostela, 'Declamación oportuna contra el libertinaje del tiempo que en forma de Carta Pastoral  dirigió a su rebaño el Ilustrísimo Señor D. Francisco Alejandro Bocanegra  Xibaja, Arzobispo, y Señor de Santiago, Capellán Mayor de S.M., Juez Ordinario de su Real Capilla, Casa, y Corte, y Notario Mayor del Reyno de León', 1779]

Del citado arzobispo se sabe que:

"Fueron famosas sus polémicas con los ilustrados por la incipiente secularización y descristianización, propugnando misiones populares de capuchinos para frenarlas.

También tuvo pugnas con el cabildo por recoger fondos para auxiliar al rey en sus campañas militares, postura que arruinó a la diócesis compostelana."

(Sánchez Ramos, Valeriano y Cebrián  Franco, J.J., Instituto de Estudios Almerienses, 1997)

Esto ocurría en la España del siglo XVIII, el Siglo de las Luces, en plena Ilustración, tres años después de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América (1776) y diez años antes de la Revolución Francesa (1789).




La masonería fue factor clave en el desarrollo y difusión de las ideas de la Ilustración y su aplicación a la creación de nuevas naciones-estado en Europa y América, así como en las revoluciones burguesas y de independencia de América y Europa.
Y viceversa: muchos ilustrados eran masones y todos los masones eran ilustrados. Los altos personajes de los nuevos Estados Unidos de América, de la nueva República Francesa y los líderes de las independencias de Centro y Sur América eran ambas cosas: ilustrados y masones.
Hoy en día, la masonería, o alguna forma de sus derivaciones y variantes, sigue presente a través de sus miembros más relevantes en las instituciones, formales o informales, que controlan la  geopolítica mundial, sus finanzas, su ideología y el futuro de la humanidad. 
De un modo discreto o incluso a las claras.

Lo sabemos porque:

"A finales del siglo XVIII, durante un momento clave de la Ilustración y la consolidación de los estados-nación y sus respectivas sociedades civiles, Europa Occidental 
experimentó un proceso 
de transformación 
intelectual y política.
Por lo tanto, 
en esta coyuntura, 
la masonería jugó un papel particular 
y prefiguró el rol que tendría 
en la vida política 
del siglo siguiente (XIX), 
en especial 
en los países católicos europeos y latinoamericanos, 
con la adopción 
de reformas seculares y políticas visibles en la historia intelectual 
de la masonería europea 
desde la década de 1770. 

Sirven como ejemplos 
de análisis del cambio de la masonería hacia una propuesta 
en las acciones concretas 
para la búsqueda de 
la transformación del Estado, 
algunas de las obras 
de Gotthold Lessing, el conde de Mirabeau, Herder, Frederick Schlegel y el caballero Ramsay, 
así como los casos de las Organizaciones Nacionales 
de las Grandes Logias 
en los Países Bajos, Gran Bretaña, Alemania y los Estados Unidos."
    
(Margaret Jakob, "La Ilustración como se vivió: Reformadores masónicos europeos de finales del siglo XVIII", REHMLAC, Mayo 2011-Noviembre 2011)





En América, los españoles seguían
  llevando a cabo épicas hazañas: 
Blas de Lezo, vasco de Pasajes (Gipuzkoa), en Cartagena de Indias, Colombia (1741), 
Bernardo de Gálvez en Pensacola, Florida (1779), 
Fernando de Leyba en Fort S. Luis, Missuri (1780), 
Francisco Cruzat y Eugenio Pouré en Fort St. Joseph, Michigan (1781), 
etc, 
junto con franceses e indios, 
apoyando 
a las Trece Colonias Americanas 
frente al Imperio Británico: 
en la Florida y la Luisiana y al otro lado del Mississipi por Missuri, Kentucky, Indiana, Illinois y Michigan, junto a los Grandes Lagos.


Fernando de Leyba y Vizcaigaña ejerció como gobernador en la Alta Luisiana desde 1778 hasta su muerte, siendo sucedido por Cruzat.

En el Oeste de Norteamérica, por el Océano Pacífico (conocido como "el Lago Español" de modo muy elocuente), desde California hasta la Isla de Cuadra y Vancouver, 
de lo cual se trata más adelante, y aún más arriba, hasta Alaska.


Michigan es 'the State of the Four Flags', el Estado de las cuatro banderas, pues en poco tiempo ondeó allí la española, la francesa, la británica y la americana.
Es decir:
• Española:
Aspa de S. Andrés roja s/ fondo blanco.
• Francesa:
Flores de Lis.
• Británica:
Union Jack.
• Americana:
Barras y Estrellas.


Asombroso, poco conocido y menos recordado: 
España llegó a tener frontera y límite con Rusia, en la Isla de Vancouver, actual Canadá.

La isla de Vancouver es una gran isla costera del océano Pacífico, perteneciente actualmente a la provincia de la Columbia Británica, Canadá. Es la isla más grande de la costa occidental de América.

Originariamente se llamó Isla de Cuadra y Vancouver, en conmemoración del amistoso encuentro que tuvieron el comandante español Juan Francisco de la Bodega y Quadra y el capitán inglés George Vancouver en 1792, para resolver la Crisis de Nootka.

Poblada por tribus amerindias desde hace unos 14.000 años, a finales del siglo XVIII su soberanía fue disputada por varias potencias europeas (España, el Imperio Ruso y el Reino Unido).

Temiendo la ocupación por parte rusa de sus territorios al norte de California, España envió un navío en 1774, el Santiago de Compostela, bajo las órdenes de Juan José Pérez Hernández, al norte, para explorar la presencia rusa y al año siguiente otra, dirigida por el vasco oriundo de Pobeña, Ayto. de Musquiz, en Bizkaia, 
y nacido en Lima, en el Virreinato del Perú, Juan Francisco de la Bodega y Quadra, quien recorrió toda la costa  Noroeste de Norteamérica, desde California hasta Canadá y Alaska, 
sin encontrar rastro ruso.

Ninguna de las dos expediciones desembarcó en la isla, aunque reafirmaron la soberanía española de la zona, ya reivindicada por Núñez de Balboa para toda la costa pacífica en 1513, y según el criterio de "primer contacto europeo".

Durante su tercer viaje, el capitán inglés James Cook envió una expedición a la bahía de Nutca el 31 de marzo de 1778. El comercio de pieles animó a la Compañía Británica de las Indias Orientales a instalar un puesto en el poblado indio de Yuquot en la isla de Nutca.

La isla fue explorada en 1789 por el capitán español Esteban José Martínez que construyó el Fuerte San Miguel cerca de Yuquot con el fin de reafirmar la soberanía española de la isla y defender sus derechos de navegación. 
Este sería el único asentamiento español en el territorio del actual Canadá. 

El capitán español José María Narváez fue el primero en explorar el estrecho de Georgia en 1791(antes llamado del Rosario) que separa la parte continental de Canadá, donde se encuentra la ciudad de Vancouver, de la isla de Vancouver.

Poco después de la creación del Fuerte de San Miguel, las fuerzas españolas capturaron varios navíos británicos que habían vulnerado los derechos de navegación reivindicados por España. 
Estos incidentes acercaron a las dos naciones a una posible guerra. Sin embargo, la disputa se resolvió de forma pacífica a favor del Reino Unido en la Convención de Nutca.

El capitán inglés George Vancouver coordinó la negociación de la cesión de la isla, de España al Reino Unido, junto con el capitán, D. Juan Francisco de la Bodega y Quadra, conocedor de aquellas costas y territorios, y aunque la isla al principio llevaba 
el nombre de ambos 
(isla de Quadra y Vancouver), 
acabó siendo conocida únicamente con el nombre del capitán inglés.

La primera colonia británica fue la de la Compañía de la Bahía de Hudson con el fuerte Camosun 
fundado en 1843. 
Fue siendo un centro importante y recibió el nombre de Victoria en 1862, ciudad que se convertiría 
en la capital de la Columbia Británica.
Hay que destacar que la ciudad de Vancouver no se encuentra en la isla del mismo nombre, sino en el continente, siendo Victoria la principal ciudad de la isla.
(Wikipedia)

Otra versión, similar y complementaria de la anterior, dice que:

El 16 de marzo de 1775, de la Bodega y Quadra partió del puerto de San Blas, México, en una goleta pequeña, con vigas rajadas y velas insuficientes, con la orden de llegar a Alaska para detener a los rusos que habían entrado a través del Estrecho de Bering,
y al mismo tiempo asegurar la presencia española en esos territorios.
Así fue como le dio su nombre a la isla que hoy conocemos como Vancouver. Hasta que los británicos borraron su nombre de la isla mayor, aunque posteriormente las autoridades de la Columbia Británica del Canadá han puesto el nombre de Quadra a otro isla menor, más cercana a la costa y habitada hoy en día, en su honor y memoria. 
Así que no se puede decir que 'le borraron del mapa', costumbre tan inglesa como injusta y de la que nuestro ilustre paisano se ha librado, aunque solo sea en parte...

En Lima, el Museo Bodega y Quadra recuerda parte de las aventuras de este navegante.
Nacido en 1744, ingresó en la Real Compañía de Guardiamarinas de Cádiz, en España, a los 19 años.
Bodega y Quadra se ofreció para trabajar en el puerto de San Blas, México, desde donde emprendió tres expediciones en nombre de la Corona de España.
En su primera expedición de marzo de 1775, Bodega partió bajo el mando de Bruno de Heceta.
En 1779, Bodega tomó posesión para España de las costas de California, Oregon y Washington.
Heceta tuvo que regresar a México a causa del escorbuto que afectaba a su tripulación.
Bodega y Quadra siguió solo y escribió en su diario:

"Debo cumplir con mi orden y honor, sacrificando mi salud y aún mi vida por Su Majestad... Morir cada uno en su ejercicio y por el Rey, es gloria para la posteridad".

En ese viaje, Bodega y Quadra recorrió la actual Bodega Bay, al norte de San Francisco, y los actuales estados de Oregón y Washington, hoy en Estados Unidos. Llegó hasta la isla de Vancouver, que los nativos llamaban Nutka, y a la actual bahía Bucareli, en el sur de Alaska.

Aunque le dio su nombre, Bodega y Quadra no fue el primero en llegar a la actual Vancouver.
En los mapas del siglo XVIII, la isla canadiense de Vancouver aparece con el nombre de Quadra y Vancouver
El pionero fue el español Juan Pérez, en 1774. Y el primero en poner pie en ella fue el marino inglés James Cook, en 1778, aunque la abandonó un mes después.
A partir de su expedición, Bodega y Quadra elaboró una de las cartografías más completas de la costa oeste de Norte América. 
Gracias a él se terminó de conocer este territorio.

Fue en su segundo viaje, en 1779, cuando Bodega y Quadra tomó posesión para España de las costas de California, Oregón y Washington. También ocupó Alaska 
y la isla de Vancouver.
La conquista habría de durar 
una década.
Un día de 1789 
la marina española detuvo 
a tres barcos británicos 
en Vancouver. 
Sus tripulantes aseguraban 
que James Cook 
había ganado esos territorios 
para Inglaterra 
unos años antes.

Para resolver el conflicto, 
Inglaterra designó al marino George Vancouver 
y España, 
a Bodega y Quadra.
Su misión era dividir la isla 
entre ambos países. 
Los enviados se hicieron amigos 
y bautizaron la isla con sus apellidos, Quadra y Vancouver, 
mientras avanzaban 
con la demarcación.
Pero Bodega y Quadra se enfermó, regresó a San Blas en 1793 
y murió en marzo de 1794, 
antes de definir los límites del territorio. 
Los ingleses se quedaron con la isla 
y fue conocida mundialmente 
sólo como Vancouver.

"Lastimosamente, 
Londres rechazó el uso 
de un apellido español 
en una carta inglesa. 
La desaparición de su nombre 
es trágica, 
Bodega y Quadra 
fue un hombre universal"
(Junta de Cartógrafos e Historiadores de la British Columbia de Canadá).

En 1903 
la Junta geográfica de Canadá 
quiso reparar en parte 
la injusticia histórica 
y nombró como isla Quadra 
a una de las Islas Discovery, 
al lado de la Isla Vancouver. 
Tiene una superficie 
de 270 kilómetros cuadrados 
y algo menos de tres mil habitantes, pero algo es algo.
(en 'Todo a babor')

Asombroso, 
increíble,
lo que en su tiempo hizo España 
y hasta dónde llegó. 

Con los recursos de la época, 
uno se pregunta 
de qué madera o metal 
estaba hecha aquella gente 
para realizar tamañas 
hazañas y proezas. 
La respuesta es fácil: 
de la misma que nosotros, 
sus descendientes. 
Algo parece que 'no cuadra', 
pero no es así, 
habría que analizar 
otros muchos factores, 
materiales e inmateriales. 
Lo mismo o similar 
pasó con Roma 
y con otros imperios, 
quizá con todos.
(Véase el libro 'Auge y Caída de las Grandes Potencias', de Paul Kennedy).

Valor y Honor 
hasta en el 'Quinto Pino'. 
En casa, 
ignorancia y oscurantismo,
porque 
en España no hubo 
ni Luces ni Ilustración, 
o muy poquita, 
así que: 
'Ni agradecidos ni pagados'.
Esa fue la consecuencia, 
además de perder el Imperio Español 
e hipotecar el futuro de la metrópoli.




Los mejores buques y navíos 
para la Armada Real 
se construían según enseñó 
el Piloto Mayor de la Real Armada 
del Mar Océano, 
D. Antonio de Gaztañeta (1656-1728), vasco de Motrico (Gipuzkoa) 
y autor de 
'El arte de fabricar reales', 
predecesor del gran marino 
y paisano suyo 
D. Evaristo de Churruca. 
De esa escuela salieron el Glorioso, el Santísima Trinidad y tantos y tantos navíos más, temor de los británicos y ejemplo en los siete mares.

Sobró capacidad y valor, 
pero la Iglesia y la Corona 
no estuvieron 
a la altura de los tiempos. 
España perdió el Siglo, 
las Luces, 
la Ilustración 
y con ello su futuro, 
que quedó lastrado, 
sin Ciencia, 
sin Filosofía 
y sin Industria 
ni Revolución Industrial.

Luego vendrían 
las sandeces y las necedades 
pseudo-justificativas, 
(cuando no cúmulos de despropósitos), 
como por ejemplo 
lo de   
'Que inventen ellos' 
y lo de la 
'Reserva Espiritual de Occidente'.




En el desarrollo de las relaciones Hispano-Americanas durante el proceso de Independencia de las Colonias Británicas en América y su posterior relación con los nuevos Estados Unidos de América, 
jugó un papel de primer nivel 
un bilbaino, 
D.Diego de Gardoqui y Arriquibar, 
quien fue luego 
el primer agregado comercial
y primer embajador de España 
ante los recién nacidos
EEUU de América.

Diego de Gardoqui y Arriquibar 
(Bilbao, 12 de noviembre de 1735 - Turín, 12 de noviembre de 1798) 
fue un comerciante, político, diplomático y financiero vasco, 
primer Embajador de España en los Estados Unidos (1784-89).

Diego de Gardoqui 
fue el cuarto de los ochos hijos de José de Gardoqui y su esposa Simona, (su hermano menor, Francisco, llegaría a Cardenal). 
Tras cursar sus estudios en Bilbao, 
su padre lo envió a Londres 
para que aprendiera el idioma inglés 
y las prácticas comerciales. 
Al cabo de siete años, 
regresó y se incorporó a la empresa familiar, 'Joseph de Gardoqui e hixos', dedicada a la banca, el comercio internacional y propietaria de una gran flota de navíos mercantes.

A los 28 años alcanzó la categoría de prior segundo del Consulado de Bilbao, dedicándose al comercio con Inglaterra y Massachusetts, 
sin que su actividad se viera interrumpida por la muerte de su padre en 1765, quedando el negocio 
bajo administración de su madre. 
En 1776 se casó con Brígida Josefa de Orueta y Uriarte, de quien tendría tres hijos.
En 1777 fue elegido regidor capitular del ayuntamiento bilbaíno, encargándosele las cuentas.

Debido a su dominio del inglés, prestigio profesional y contactos internacionales, 
el Gabinete Floridablanca le encargó obrar de intermediario extraoficial entre España y los recién nacidos Estados Unidos de América, 
a los que la Corona española 
no quería reconocer, 
dados sus propios problemas 
con las recientes 
sublevaciones secesionistas, 
como la de Túpac Amaru. 
España declinó una alianza inmediata contra Gran Bretaña, 
pero ayudó en secreto a los rebeldes, actuando Gardoqui como intermediario y reuniéndose en varias ocasiones 
con John Jay.

A través de la casa 
'Joseph de Gardoqui e hixos', 
España envió a los Estados Unidos 120.000 reales de a ocho en efectivo, 
y órdenes de pago 
por valor de otros 50.000. 
Estas monedas, 
los célebres Spanish dollars, 
sirvieron para respaldar 
la deuda pública estadounidense, 
los continentales 
y fueron copiados 
dando origen a su propia moneda, 
el dólar estadounidense. 

Además, 
a través de la casa de Gardoqui, 
se enviaron:
215 cañones de bronce, 
30.000 mosquetes, 
30.000 bayonetas, 
51.314 balas de mosquete, 
300.000 libras de pólvora, 
12.868 granadas, 
30.000 uniformes 
y 4.000 tiendas de campaña, 
por un valor total 
de 946.906 reales.

Gracias a los suministros españoles, los Estados Unidos obtuvieron 
su gran victoria en Saratoga 
(octubre de 1777), 
provocando la intervención francesa en 1778, 
y tras ella la española, 
en 1779. 
En 1780 John Jay 
se presentó en Madrid 
como ministro plenipotenciario 
de los Estados Unidos, 
fracasando a la hora de que 
España reconociera 
a la nueva nación.

Tras la firma de la Paz de París, Gardoqui fue enviado como cónsul y agente general a Londres. 
Tras la firma de la paz de ese año, 
se nombra a Bernardo del Campo embajador para el Reino Unido 
y al año siguiente, 
el 2 de octubre de 1784, 
Gardoqui es designado 
encargado de negocios 
en los Estados Unidos.

Llegó a Filadelfia 
en la primavera de 1785, 
y de allí se trasladó a Nueva York, donde se reunía el Congreso, instalándose en una lujosa mansión 
de Broadway, 
cercana a la vivienda que ocupaba George Washington.

En 1785 impulsó la construcción 
de la iglesia 
de San Pedro 
en Nueva York, 
la primera católica 
de Estados Unidos, 
situada en la calle Barclay, 
cerca de la zona 
de las Torres Gemelas. 
La bendición de esta iglesia 
fue el 20 de junio de 1786, 
acto al que acudió Gardoqui 
y el propio 
George Washington.

El 30 de abril de 1789 
Diego de Gardoqui 
participa en Nueva York 
en la toma de posesión 
de George Washington 
como 
primer Presidente 
de los Estados Unidos, 
desfilando 
tras John Jay. 
Una estatua 
de Don Diego de Gardoqui 
erigida en 
el Benjamin Franklin Park 
de Filadelfia 
perpetúa la memoria 
de este singular bilbaino.

En 1797 fue nombrado 
Embajador en Turín, 
donde se entrevistó 
con Napoleón Bonaparte. 

Murió en Turín el 12 de noviembre de 1798.
(Wikipedia)



Bernardo de Gálvez 
tiene una ciudad, 
con su nombre y en su honor,
en EEUU (Galveston, Texas) 
y desfiló a la derecha 
del mismísimo George Washington 
en el desfile de la victoria 
de la guerra de la independencia 
de EEUU contra Gran Bretaña.

Relevante y poco conocido es también otro hechode ayuda 
en un momento crítico para la suerte de las colonias independentistas americanas
que fue tapado y pronto olvidado. 
Así es la naturaleza humana.
Se trata de la ayuda 
de las damas de la Habana.

El historiador estadounidense Stephen Bonsal escribió:

 “Los fondos colectados 
por las damas de La Habana 
pueden ser considerados 
el terreno sobre el cual fue erigida 
la independencia y libertad 
de Estados Unidos”. 

El general Washington estaba al frente de un ejército depauperado por arduas batallas, cruentos inviernos, y escasez de fondos; casi al borde de la insolvencia.

Washington recurrió al aristócrata francés Gilbert du Motier, 
Marques de La Fayette 
y le encomendó 
que zarpara para España 
y en Cádiz pidiera ayuda monetaria para las batallas que se avecinaban contra los británicos en las colonias.

En España no le prestaron abiertamente ayuda financiera, 
y Lafayette decidió tomar camino rumbo hacia Sto. Domingo, 
conocida como la isla de La Española, donde se hallaban los franceses 
con la colonia más acaudalada 
del hemisferio americano 
gracias al azúcar 
y a las maderas preciosas 
como la caoba y la majagua azul.

Los franceses en Sto Domingo tampoco estuvieron por 
la labor de financiar
la gesta libertadora americana. 
De ahí zarpó Lafayette 
en el buque L’ Aigrette 
y atracó en La Habana.

Fue en La Habana 
donde se extendió como la pólvora 
la solicitud de George Washington. 
La damas y niñas de Matanzas también se unieron 
al esfuerzo de recaudar sus joyas 
para entregar a Lafayette, 
para que sirvieran de financiación 
para los revolucionarios 
de Virginia.

En “Le Musée Naval de Paris” 
hay anécdotas de marineros franceses que reflejan 
cómo las cubanas 
se quitaban hasta sus brillantes 
para donarlos. 
La generosidad 
de las damas cubanas 
fue descrita de la siguiente manera 
por el General 
Jean Baptiste de Rochambeau:

“La contribución 
de 1.200.000 libras esterlinas 
ayudó a frenar 
la insolvencia monetaria 
del ejercito revolucionario 
y ayudó a aumentar 
el espíritu del ejército 
que se encontraba en baja”.

La descripción 
del general Washington 
al saber que disponía 
de tal cantidad de libras esterlinas 
en aporte a su misión, 
es la de un hombre 
literalmente dando brincos, 
lanzando el sombrero al aire 
de alegría. 
La noticia la recibió 
estando acampado 
en la Bahía de Chesapeake.

Las joyas de las damas cubanas sirvieron para financiar 
la decisiva batalla de Yorktown, 
donde en octubre de 1781 
el teniente general Cornwallis 
fue derrotado 
por fuerzas conjuntas 
del ejército continental de Washington, así como 
de efectivos franceses 
bajo el Conde de Rochambeau. Cornwallis al rendirse 
y enviar a un subalterno 
a que le entregara 
su espada a Washington 
en señal de derrota 
dio paso 
al establecimiento 
de la nueva 
Republica Americana:
los EEUU de América.

La contribución 
al ejército de Washington 
del oro y brillantes 
de las Damas –y niñas- cubanas también mostró algo muy importante de la mujer en Cuba. 
En 1781 
la única propiedad real 
de la mujer 
eran sus joyas. 
Al desprenderse de ellas, 
las mujeres cubanas 
contaban con el apoyo 
de sus padres, esposos, 
hijos y hermanos  
que apostaban 
por la gesta libertadora 
de lo que sería 
Estados Unidos 
con el voto de confianza 
de la sociedad cubana 
de aquella época.

Este gesto 
tiene la impronta 
de las logias masónicas 
que ya existían en Cuba.
(Carmen M. Rodríguez, 2012)


Pero semejantes ayudas 
a los estadounidenses 
fue poco tenida en cuenta por ellos,
cuando no tapadas u olvidadas.
Posteriormente, 
cuando les interesó, 
atacaron para obtener 
territorio español o hispano,
y el que se obtuvo 
de los ingleses 
durante o tras la guerra.
(De un modo u otro: 
...Florida, Luisiana, Texas, Nuevo México, Arizona, Colorado, California, Nevada, Oregón, Washington, Cuba, Puerto Rico, Filipinas...)

El desagradecimiento 
y olvido es tal, 
que el francés encargado 
de la ayuda a los americanos, 
el Marqués de La Fayette, 
es considerado como 
el gran héroe extranjero 
de la guerra de independencia (habiéndose rebautizado una ciudad en su honor en Luisiana), 
postergando a un segundo puesto 
a Bernardo de Gálvez. 
Así se escribe la historia...

Simultáneamente...

"...en el verano de 1776, 
dos misioneros franciscanos diseñaron una misión 
para comunicar Santa Fe 
y la bahía de Monterrey. 
Fueron los primeros europeos 
que recorrieron la meseta de Colorado; regresando luego 
a través de Arizona a Nuevo México.

Por suerte, 
poco a poco 
sale a la luz más información 
sobre la huella española 
en los territorios que hoy comprenden los actuales Estados Unidos 
y podemos conocer más 
sobre el paso de los españoles 
por esos territorios, 
bastante anterior 
al de ingleses y franceses.

Es conocida la enorme aventura 
vivida a principios del siglo XVI 
por Álvar Nuñez Cabeza de Vaca acompañado de Dorantes, 
Estebanico y Alonso del Castillo,
en el norte de América, 
pero también va siendo hora 
de rescatar una de las expediciones más notables y menos conocida 
que se dio a conocer en 
el Diario de la Expedición 
Domínguez-Escalante 
por el Oeste Americano
(Nuevo México, Colorado, 
Utah y Arizona). 
Ese fue el diario y derrotero de 
la última gran misión exploratoria emprendida por los españoles 
en lo que hoy es 
territorio de los Estados Unidos, aunque en esa época 
era conocido 
como 
el Gran Norte.

En el verano de 1776, 
mientras la costa de Nueva Inglaterra estaba 
en plena “guerra de Independencia”,
que terminaría en el nacimiento 
de los Estados Unidos de América, 
dos misioneros franciscanos: 
fray Francisco Atanasio Domínguez 
y fray Silvestre Vélez de Escalante,
preparaban un plan arriesgado, 
querían afianzar 
los territorios fronterizos más al norte de lo que entonces era 
el Imperio español en América 
y trazar una línea que pusiera en contacto los puntos dispersos,
misiones y presidios, 
que se esparcían 
por la frontera norte 
de Nueva España. 
Las intenciones de los misioneros 
eran las de establecer 
una línea de comunicación directa entre la población de Santa Fe 
y la bahía de Monterrey.

También, 
como religiosos que eran, 
querían convertir a los indios 
y explorar 
un vasto y desconocido territorio.

A los misioneros 
no les faltaban ganas y coraje 
para semejante empresa, 
pero sí algo importante: 
experiencia en la frontera. 
Ambos carecían 
de un tiempo suficiente 
viviendo en la zona 
y no conocían las lenguas locales, 
para lo cual reclutaron 
a ocho exploradores, 
formando un grupo no muy numeroso para así avanzar 
sin despertar sospechas. 
Se rodearon de un militar retirado, 
un cartógrafo, 
un artista, 
y un curtido colono 
soldado de frontera. 

También, 
como en muchas expediciones, 
estaba formada por indios hispanos, 
o que se encontraban 
en proceso de hispanización.

Los indios, 
como los hermanos 
Andrés y Lucrecio Muñiz, 
conocían varias lenguas locales 
y habían convivido 
con algunas de las tribus 
con las que se encontraron 
en los primeros días del viaje. 
Los indígenas auxiliares desempeñaban funciones 
de traducción, 
guías y sirvientes. 
Al principio 
los misioneros desconfiaban de ellos, pero conforme avanzó la expedición 
se dieron cuenta 
de su enorme importancia, 
eran imprescindibles.

El diario de la exploración 
se lee como una novela de aventuras, 
y retrata un mundo fronterizo 
con personajes complejos, 
cada uno 
"de su padre y de su madre", 
como coloquialmente se dice, 
y con sus intereses. 
Como muchas crónicas 
de los viajes que se realizaron 
en el Nuevo Mundo, 
el relato estaba escrito 
con el objetivo 
de convencer al rey 
de que era necesaria,
y sería rentable, 
la conquista de la región 
así como 
la conversión de sus habitantes, 
por eso 
estos escritos 
han de leerse 
entendiendo las intenciones 
con las que se concibieron.

En el Diario de la Expedición Domínguez-Escalante, 
es importante 
el protagonismo 
del impresionante paisaje 
que recorren..." 
(El Reto Histórico, 2018)



"El sueño de la razón produce monstruos."
(Francisco de Goya)

La Fe y el Súbdito 
vencieron en España 
a la Razón y a la Ciudadanía.
Sin Ilustración, 
ni Revolución Industrial, 
eso es algo difícil de superar 
y aún sufrimos 
sus 'secuelas'.

La globalización 
y su incierto futuro 
humano, económico, 
científico y tecnológico 
nos siguen pillando 
con el 'paso cambiado', 
lo cual no nos permite 
permanecer tranquilos 
echando culpas  al pasado. 
Cambiar una cultura 
no es fácil,
requiere tiempo,
y aún así,
marca carácter,
idiosincrasia,
que no se borra.
Pero ya ha pasado 
demasiado tiempo, 
ya es hora 
de crear activamente 
nuestro futuro, 
como hicieron 
nuestros antepasados 
en su momento,
o como hicieron 
otros, 
a su manera.

Para vivir 
hay que adaptarse 
y crear  Historia. 
Antes y ahora.
De lo contrario, 
la hacen otros 
y hay que sufrirla. 
Ahora,
más que nunca,
hay que espabilar.

@fga51






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