sábado, 23 de febrero de 2013

Sobre el desarrollo del adulto.







Se trata aquí de exponer brevemente las principales características del desarrollo evolutivo de una persona adulta.
La pareja.-
El apego que se produce en nosotros en la primera infancia nos influye durante toda la vida, y por supuesto en la relación de pareja, donde se produce apego mutuo materializado en afecto, lo que proporciona a su vez seguridad.
El amor efectivo supone pasión, intimidad, y compromiso. Construir una verdadera relación en la que se pueda hablar de “nosotros” es un proceso lento, tras una atracción inicial. El mantenimiento de la relación exige percepción de equidad, porque  lo contrario lleva a la pareja a un problema de deterioro, y puded llevar al fin de la relación.
La estabilidad de la pareja requiere confianza mutua, empatía, mutuo acuerdo (también en temas económicos), comunicación afectiva (y para la resolución de problemas), y satisfacción sexual.
La pareja constituye uno de los modelos de familia actualmente vigentes, siendo la familia esencial para construir vínculos afectivos, personas adultas, afrontar retos, asumir responsabilidades y compromisos, servir de espacio de encuentro intergeneracional, y actuar como apoyo en las diversas transiciones vitales.

Maternidad/Paternidad.-
En este rol aparecen como terceros los hijos, como personas dependientes, cambiando el autoconcepto de los adultos que forman la pareja en una experiencia de desarrollo personal y transición de roles.
La llegada del hijo introduce nuevas demandas y riesgos, que una vez superados, aumentan el grado de madurez y equilibrio de la pareja, y su satisfacción. Los hijos influyen en la responsabilidad y estabilidad de la pareja, así como en su intimidad, desarrollando nuevos vínculos con los hijos, que necesitan ser cuidados y atendidos. La maternidad/peternidad supone para la pareja nuevas demandas y cambios en su relación y hábitos, y puede acarrear costes emocionales. Repercute en la identidad, autoconcepto, y autoestima, y requiere adoptar de forma consensuada roles de género y división de tareas, pero también puede suponer una fuente de conflicto en la crianza de los hijos.

Separación/Divorcio.-
Con el tiempo se puede producir en la pareja una pérdida de intimidad, aprecio, y amor, llegando a la desilusión y al desafecto. Si pierde el apego emocional hay una sensación creciente de apatía, indiferencia y alejamiento, y los sentimientos positivos se pueden transformar en negativos. Múltiples áreas sensibles se ven afectadas.
En el proceso de separación es importante actuar de forma planificada, que evite sufrimiento inútil, durante el predivorcio mediante un análisis de los resultados, en el divorcio propiamente dicho minimizando las fuentes de estrés, y en el postdivorcio esforzándose durante un periodo de adaptación a la nueva situación, haciendo frente a los nuevos problemas prácticos, y dando libertad al otro para permitir que viva al margen de lo que fue la pareja.

Síndrome del nido vacío.-
Se produce coincidiendo con la emancipación de los hijos y por supuesto no representa el fin de la maternidad/paternidad. Depende mucho de las expectativas y actividades que hayan tenido cada uno de los cónyuges hasta ese momento. Requiere cuidar sentimientos negativos, depresivos, o actitudes manipuladoras. Es una oportunidad de reencuentro y crecimiento personal para la pareja, que puede compartir, manifestar, distinguir, potenciar, retomar y reconocer los aspectos positivos que en esta etapa se abren, con fantasía e ilusión.

Abuelidad.-
El rol de los abuelos tiene una dimensión formal y otra de diversión y disfrute como madre y padre sustitutos.  Este rol es variable según la edad, género, cultura y actitud de los padres y de los abuelos.
La relación intergeneracional entre padres mayores e hijos, tiene una dimensión asociativa basada en la comunicación con frecuentes interacciones, y otra dimensión afectiva con altos niveles de afecto, que puede disminuir en el tiempo, entre otras cosas en función de la salud.
Esta relación intergeneracional tiene una dimensión de consenso, otra dimensión funcional o de ayuda, y otra dimensión normativa para cumplir requisitos administrativos o legales.

Viudedad.-
Cambio vital muy dramático por la pérdida de la pareja. Supone un proceso de duelo irreversible. La viudedad requiere ser afrontada reconociendo el suceso, desvinculándose de los lazos, con un olvido relativo, y un nuevo reencuentro o vuelta a una nueva normalidad.
La adaptación al estado de viudedad varía mucho según la edad, el género y la salud. En esta etapa o rol se ven afectadas la identidad, la autosuficiencia y los ingresos económicos, y se requiere de redes sociales de apoyo.

Empleo/Desempleo.-
El trabajo es fuente de ingresos, elemento organizador importante de nuestra existencia, fuente de valoración social, autoestima y experiencias emocionales.
Procede mencionar aquí que la elección profesional  es una decisión trascendental en la vida, que debe llevarse a cabo en función de motivaciones fudamentales de tipo vocacional, identitario, de autoestima, y de autorrealización personal, y por supuesto, para cubrir nuestras necesidades.
El desempleo es una conmoción vital. Primeramente se intenta minimizar el problema, hasta tomar conciencia de su seriedad, y evitar caer en la desesperanza.
Puede tener secuelas fisiológicas, psicológicas y psicosociales. La pérdida del empleo afecta a la imagen, a la condición física, a la salud, a los recursos económicos, y a las habilidades personales, y genera tal estrés que requiere apoyo social o profesional. Para afrontarlo, es necesario comprender los hechos y sus causas, intentar prever, y prepararse para otras posibilidades en función de los factores personales de cada uno, requiriendo flexibilidad personal para nuevas experiencias.

Jubilación.-
Este rol varía mucho según ciertas condiciones como la salud física, el  nivel económico, la necesidad de realización personal en el trabajo, y el género. La etapa de prejubilación suele estar llena de expectativas. La jubilación propiamente dicha, tiene una fase de “luna de miel”, con deseos nuevos, otra de rutina, y otra de relax y desconexión, pero puede acabar en el desencanto por incumplirse las fantasías que se tenían sobre el tema.
Requiere reorientarse de forma realista en esta nueva etapa para afrontar la rutina adaptándose de forma consciente a las capacidades y limitaciones.
Muerte.-
La muerte tiene facetas:  fisiológica, clínica, sociológica, y psíquica.
Según los criterios vigentes normalmente admitidos, se define la muerte como el cese permanente de las funciones cerebrales, con ausencia de movimiento, respiración, reflejos, electroencefalograma plano, y ausencia de circulación cerebral tanto de aflujo como interna.
La idea de la muerte va variando a lo largo de la vida, pasando de la curiosidad, temporalidad, y reversibilidad, a la irreversibilidad y permanencia, como acontecimiento inevitable y universal que afecta también a nuestros seres próximos, y a nosotros mismos, buscándole sentido (de la misma forma que se le da un sentido a la vida).
El afrontamiento de la muerte recorre las fases de : negación, ira, negociación o regateo, depresión, y aceptación.
Hay reminiscencia de recuerdos que pueden ser: integradores, instrumentales reafrontando el pasado, escapistas glorificando el pasado, obsesivos o culpabilizadores, transmisores (herencia, cultura, conocimiento), y narrativos (asépticos y descriptivos).
 
 
 
 

 

 

domingo, 3 de febrero de 2013

Sobre el ciclo artúrico.





La leyenda artúrica y el amor cortés, materializados en los caballeros de la Tabla Redonda, constituyen una parte muy relevante del imaginario medieval europeo y, en general, del Occidente actual.

El ciclo artúrico mezcla leyendas, mitos, historia y creación de numerosos autores franceses, alemanes y británicos. Desde las narraciones orales de origen celta-galés, y los romans de Chrétien de Troyes en el siglo XII, hasta la obra de Thomas Malory en el siglo XV, desfilan ante nuestros ojos todos los caballeros y las damas de la Tabla Redonda en la corte de Camelot.

En el sugestivo mundo de la "materia de Bretaña" se entremezclan la ficción, la magia y la fantasía. Un mundo de leyendas que se desarrolla en torno   a la figura del rey Arturo, la reina Ginebra, Lanzarote, Galahad. Caballeros errantes en busca del Grial rodeados de hechiceros, espadas mágicas clavadas en la piedra, hadas y bellas damas.

La búsqueda del Grial se convierte en un proceso de iniciación y se acompaña en su "aventura" a los jóvenes Gawain, Perceval y Galahad.

Al mismo tiempo, en ese mismo siglo XII, se produce un "renacimiento" cultural tras el largo paréntesis de la parte de medievo precedente, que trae consigo la literatura del amor cortés: el caballero andante al servicio de la dama.

Es cultura europea conocer las aventuras y leyendas tejidas alrededor de la Tabla Redonda.



Pero, eso sí, recordando que en su día todo ello fue lírica selecta, para unas cortes privilegiadas y minoritarias, no es épica: la vida real era diferente, e infinitamente más dura y cruel, para todos, incluso en las "clases" altas. No digamos para el resto.

Narraciones escritas ya en lenguas vulgares, dejando atrás el oscuro latín medieval, para recitar o leer en voz alta, en verso al principio y en prosa después. Pocos sabían leer y escribir.
Es aún una época feudal, en la que los monarcas eran "primus inter pares". El siglo XII de las cruzadas y el Temple.

La influencia eclesiástica y las monarquías absolutas cambiarán, en siglos posteriores, el modelo social y por tanto su reflejo literario: los ideales caballerescos dejarán de ser válidos. Aunque las obras sean leídas hasta el siglo XVI, para decaer en el siglo XVII (de lo cual es buena prueba y fiel reflejo la genial obra y el fino humor de Miguel de Cervantes).

Y en los siglos posteriores, tras otro largo silencio, se recobrará el interés hacia "la materia" en cuestión, hasta nuestros días.













sábado, 2 de febrero de 2013

Sobre el futuro.





La situación mundial no permite precisiones sobre su evolución, porque cambiarán otros paradigmas no previstos actualmente: no se sabe dónde nos lleva el futuro. Pero sí se puede hablar de posibles cambios globales para las próximas décadas.

Parece que las soberanías nacionales se verán debilitadas por la globalización, las migraciones, y la urbanización mundial.
Difícil decir algo clave: si las tecnologías de comunicación, el “ciudadano conectado”, y su virtualidad, permitirán un mejor y mayor control del poder, forzando su transparencia y posibilitando una democracia más participativa, o todo lo contrario, es decir, facilitará un mayor control del individuo por parte de Leviatán. Esa lucha se empieza a dar ahora, pero durará.
El individuo se vuelve más frágil en temas vitales tales como el oligopolio de la energía, los alimentos, el agua, la sanidad, la educación, y la cobertura de su vejez, con el Estado del bienestar absolutamente cercado y amenazado en Europa por el neoliberalismo. No olvidemos que la economía se mueve desde la demanda, y no desde la restricción y la desigualdad.
La globalización expandirá la ideología liberal, pero parece que necesitará combinarse con otros valores más tradicionales, surgiendo nuevas ideologías y valores, pero es poco probable que se alcance la uniformidad ideológica, y será complicado alcanzar consensos para gestionar retos globales.
El mundo no tendrá una potencia hegemónica, será multipolar, con varios centros de poder. El “imperio” desaparecerá, se volverá más abierto y caótico. Y la gestión global será imprescindible, pero mucho más compleja. La geopolítica se va a complicar.

El mundo es paradójico en éste momento. El individuo parece más fuerte, Internet multiplica su capacidad de actuación, pero debilita su identidad, y los retos de la humanidad sólo podrán gestionarse globalmente, por organizaciones como el Estado, pero no está claro a qué escala. El gobierno mundial sería bueno para controlar la globalización financiera, pero la tecnología evoluciona más rápido que la antropología, y no parece posible de “momento”, para bien o para mal. Las culturas son muy tercas, y el ser humano es muy territorial, aunque de eso se aprovechan unas pocas empresas globales.
Lo transcultural  y global requiere una ética transcultural, que sólo se ve posible en la evolución de los Derechos Humanos en el planeta.
Nuevos poderes surgirán, y controlarán al individuo utilizando la tecnología: el  Gran Hermano del 1984 de Orwell puede estar cerca, y el monopolio del estado en la utilización de la fuerza, según Weber, no sabemos dónde acabará llegando, o en qué forma y manera.
Enorme problema el de controlar el poder y garantizar los derechos y las libertades.
Con respecto a la liberalización de los mercados,  la ausencia de regulaciones y de estado, no la arregla la mano “invisible” del mercado: es muy visible y dura, y sólo arregla lo que se pude pagar con dinero: es la mano del más fuerte, y sus amigos y aliados.

El pensamiento crítico se hace más necesario que nunca frente al pensamiento único. Recordando las palabras de Ignacio Ellacuría, se hace más preciso que nunca “Cargar con la realidad, y encargar la realidad”. Si no, otros lo harán por nosotros.