viernes, 28 de febrero de 2014

Ciudades y valores en la globalización.





En un mundo cada vez más urbanizado las diferencias entre lo urbano y lo rural comienzan a ser pensadas de otro modo. La extensión progresiva del modo de vida ciudadano ha hecho que lo urbano se encuentre más allá de los límites de la ciudad, en los lugares más insospechados de los territorios que conforman vastas regiones urbanas. (…)
El sistema (…) es repensado en términos de regionalización de las estrategias de competitividad al mismo ritmo en que sus paisajes industriales son sustituidos por la arquitectura internacional de firma. La ciudad industrial es sometida a un severo proceso de estetización análogo al puesto en marcha en muchas otras ciudades del mundo.
La mercantilización del cuerpo urbano ha encontrado en el turismo de ciudades la excusa casi perfecta para intervenir en el relato identitario de las ciudades (…).
Larrea, A. Euskal Hiria, Introducción, 2012.
 
 

La ciudad no es abstracta, mas que cuando es falsa, abstracta es la globalización, la ciudad siempre es concreta además de abstracta. Por eso hay estados, en plural, incluso cuando ellos son quienes administran la globalización y quienes han sido de siempre sus agentes. (…)

Y no hablemos de esa retórica penosa de “los valores”, que no es sino una ambigüedad vergonzante para poder introducir bajo mano como indiscutibles incluso realidades que avergonzarían al viejo Kant.
Ripalda, J.M. Euskal Hiria, Prólogo, 2012.
 
 

 
 
 
 

jueves, 27 de febrero de 2014

Montaigne y la falsedad.





Porque, en cuanto a esa nueva virtud del fingimiento y el disimulo que ahora goza de tanto crédito, la odio a muerte; y entre todos los vicios, no veo otro que pruebe tanto la cobardía y la bajeza de ánimo. Disfrazarse y esconderse tras una máscara es una actitud cobarde y servil, y lo es no osar mostrarse tal como uno es. Los hombres de hoy se instruyen así en la perfidia, habituados a manifestar falsas palabras, las traicionan sin escrúpulo. Un corazón noble no debe desmentir sus pensamientos, quiere mostrarse hasta el interior. En él todo es bueno, o al menos todo es humano. (…)
Quien dice la verdad porque le obliga otra cosa y porque es útil, y quien no teme mentir cuando a nadie le importa, no es bastante veraz. (…) No siempre debe decirse todo, pues sería necio. Pero lo que se dice, debe decirse tal como se piensa, de lo contrario se incurre en maldad. Ignoro qué ventaja esperan obtener de fingir y simular incesantemente, salvo no ser creídos ni siquiera cuando digan la verdad. (…)
Ahora bien, por mi parte prefiero ser importuno e indiscreto a ser adulador y disimulado. Reconozco que puede mezclarse alguna punta de orgullo y obstinación en el hecho de mantenerse íntegro y abierto como yo lo hago, sin consideración de los demás. (…) Mi afecto muda; mi juicio, no.
Michel de Montaigne. Los Ensayos, Libro II, capítulo XVII, 1580.
 
 

martes, 25 de febrero de 2014

La Declaración Schuman de 9 de mayo de 1950 y el origen de la Unión Europea.





Se ha cumplido en 2013 medio siglo desde el fallecimiento de Robert Schuman, ministro durante la IV República Francesa, que ha pasado a la historia por haber sido uno de los creadores de las bases de la unidad europea. Schuman fue el primero que propuso un proyecto de integración y fue también el primer presidente de la Asamblea Parlamentaria Europea. Posteriormente y a medida que fueron aumentando sus competencias, recibió el nombre de Parlamento Europeo. Concluido su mandato, Schuman fue aclamado “padre de Europa”, junto con Monnet, Gasperi y Adenauer.
Su filosofía de la construcción europea se resume en la idea que condujo al Tratado de la Comunidad Económica del Carbón y del Acero: “Europa no se hará de una sola vez, sino por realizaciones concretas que creen una solidaridad de hecho”, con el horizonte de la unificación. La unión político-económica cuyo objetivo estratégico era superar una Europa destruida por seculares enfrentamientos bélicos que destrozaron millones de vidas y empobrecieron el colectivo humano y el legado cultural europeo. La situación tras la Segunda Guerra Mundial le convenció para denunciar que “la rehabilitación moral no avanza a la par de la restitución progresiva de las libertades políticas”.
Su trabajo a favor de la construcción europea estuvo encaminada a que las fronteras deberían unificar los macro espacios estatales para convertirse también en zonas de contactos humanos y culturales, acertando en el diagnóstico de que los continentes y los pueblos dependen los unos de los otros, denunciando los ataques del interés privado al bien común y los desmanes de la codicia financiera y de la corrupción.

Schuman, Monnet, Gasperi y Adenauer fueron las cuatro personas que impulsaron un proyecto europeo basado en una comunidad entre países opuestos y divididos durante mucho tiempo.

El 9 de mayo de 1950, solo cinco años después de la finalización de la Segunda Guerra Mundial, Schuman junto a Jean Monnet leyeron la llamada Declaración Schuman en la que se oficializaba una solidaridad de hecho económica y política dentro de la futura Europa Unida que se pretendía fuese de derecho, no solo de hecho, mediante la puesta en marcha de fondos estructurales para beneficio de los socios comunitarios más desfavorecidos.

La Declaración Schuman vino a consecuencia, entre otras cosas, del Discurso Europeo de Zürich (1946) realizado por Winston Churchill, en el que se hacía hincapié en la formación de los Estados Unidos de Europa. Pero mientras que el político británico enfocaba todos sus esfuerzos en una visión exclusivamente política de Europa, Schuman además abogaba porque este conjunto de pueblos no quedase sólo en una empresa económica y técnica, que tampoco coincide con la Europa que ahora vivimos, y no parece ser la versión de la mejor Europa posible que buscaron  Schuman y otros. Aunque siempre cabrá la duda sobre lo que es posible, lo que se quería, lo que se está haciendo y lo que se debe hacer.

“La paz mundial no puede salvaguardarse sin unos esfuerzos creadores equiparables a los peligros que la amenazan.
La contribución que una Europa organizada y viva puede aportar a la civilización es indispensable para el mantenimiento de unas relaciones pacíficas. Francia, defensora desde hace más de veinte años de una Europa unida, ha tenido siempre como objetivo esencial servir a la paz. Europa no se construyó y hubo la guerra.

Europa no se hará de una vez ni en una obra de conjunto: se hará gracias a realizaciones concretas, que creen en primer lugar una solidaridad de hecho. La agrupación de las naciones europeas exige que la oposición secular entre Francia y Alemania quede superada, por lo que la acción emprendida debe afectar en primer lugar a Francia y Alemania.

Con este fin, el Gobierno francés propone actuar de inmediato sobre un punto limitado, pero decisivo.

El Gobierno francés propone que se someta el conjunto de la producción franco-alemana de carbón y de acero a una Alta Autoridad común, en una organización abierta a los demás países de Europa.

La puesta en común de las producciones de carbón y de acero garantizará inmediatamente la creación de bases comunes de desarrollo económico, primera etapa de la federación europea, y cambiará el destino de esas regiones, que durante tanto tiempo se han dedicado a la fabricación de armas, de las que ellas mismas han sido las primeras víctimas.

La solidaridad de producción que así se cree pondrá de manifiesto que cualquier guerra entre Francia y Alemania no sólo resulta impensable, sino materialmente imposible. La creación de esa potente unidad de producción, abierta a todos los países que deseen participar en ella, proporcionará a todos los países a los que agrupe los elementos fundamentales de la producción industrial en las mismas condiciones y sentará los cimientos reales de su unificación económica.

Dicha producción se ofrecerá a todo el mundo sin distinción ni exclusión, para contribuir al aumento del nivel de vida y al progreso de las obras de paz. Europa podrá, con mayores medios, proseguir la realización de una de sus tareas esenciales: el desarrollo del continente africano. De este modo, se llevará a cabo la fusión de intereses indispensables para la creación de una comunidad económica y se introducirá el fermento de una comunidad más amplia y más profunda entre países que durante tanto tiempo se han enfrentado en divisiones sangrientas.

Mediante la puesta en común de las producciones básicas y la creación de una Alta Autoridad de nuevo cuño, cuyas decisiones obligarán a Francia, Alemania y los países que se adhieran, esta propuesta sentará las primeras bases concretas de una federación europea indispensable para la preservación de la paz.

Para proseguir la realización de tales objetivos, el Gobierno francés está dispuesto a iniciar negociaciones según las siguientes bases.

La misión encomendada a la Alta Autoridad común consistirá en garantizar, en el plazo más breve posible, la modernización de la producción y la mejora de su calidad; el suministro, en condiciones idénticas, del carbón y del acero en el mercado francés y en el mercado alemán, así como en los de los países adherentes; el desarrollo de la exportación común hacia los demás países; la equiparación y mejora de las condiciones de vida de los trabajadores de esas industrias.

Para alcanzar estos objetivos a partir de las dispares condiciones en que se encuentran actualmente las producciones de los países adherentes, deberán aplicarse con carácter transitorio determinadas disposiciones que establezcan la aplicación de un plan de producción y de inversiones, la creación de mecanismos de estabilidad de los precios y la creación de un fondo de reconversión que facilite la racionalización de la producción. La circulación del carbón y del acero entre los países adherentes quedará liberada inmediatamente de cualquier derecho de aduanas y no podrá verse afectada por tarifas de transporte diferenciales. Progresivamente se irán estableciendo las condiciones que garanticen espontáneamente una distribución más racional de la producción y el nivel de productividad más elevado.

La organización proyectada, al contrario que un cártel internacional tendente a la distribución y a la explotación de los mercados mediante prácticas restrictivas y el mantenimiento de grandes beneficios, garantizará la fusión de los mercados y la expansión de la producción.

Los principios y compromisos esenciales anteriormente expuestos serán objeto de un tratado firmado entre los Estados. Las negociaciones indispensables para precisar las normas de aplicación se llevarán a cabo con ayuda de un árbitro designado de común acuerdo, cuya misión consistirá en velar por que los acuerdos se ajusten a los principios y, en caso de desacuerdo insalvable, decidirá la solución que deba adoptarse.

La Alta Autoridad común, encargada del funcionamiento de todo el sistema, estará compuesta por personalidades independientes designadas sobre bases paritarias por los Gobiernos, quienes elegirán de común acuerdo un presidente. Las decisiones de la Alta Autoridad serán ejecutivas en Francia, en Alemania y en los demás países adherentes. Se adoptarán las disposiciones adecuadas para garantizar las vías de recurso necesarias contra las decisiones de la Alta Autoridad.

Un representante de las Naciones Unidas ante dicha autoridad se encargará de hacer, dos veces al año, un informe público a la ONU sobre el funcionamiento del nuevo organismo, en particular por lo que se refiere a la salvaguardia de sus fines pacíficos.

La creación de la Alta Autoridad no prejuzga en absoluto el régimen de propiedad de las empresas. En el ejercicio de su misión, la Alta Autoridad común tendrá en cuenta las facultades otorgadas a la autoridad internacional del Ruhr y las obligaciones de todo tipo impuestas a Alemania, mientras éstas subsistan.”

(Robert Schuman, 9 de Mayo de 1950).
 
Robert Schuman (1886 - 1963), Ministro francés de Asuntos Exteriores, pronunció esta Declaración que lleva su nombre el 9 de mayo de 1950. En ella proponía la creación de una Comunidad Europea del Carbón y del Acero cuyos miembros pondrían en común la producción de carbón y de acero.
La CECA (formada en su origen por Francia, Alemania Occidental, Italia, los Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo) fue la primera de una serie de instituciones supranacionales que se convertirían en lo que es hoy la Unión Europea.
En 1950, cinco años después de finalizar la Segunda Guerra Mundial, las naciones europeas todavía estaban luchando para superar sus estragos.
Los gobiernos europeos, decididos a evitar otra terrible contienda, llegaron a la conclusión de que, poniendo en común la producción de carbón y acero, la guerra entre Francia y Alemania, rivales históricos, resultaría, en los términos de la declaración, "no sólo impensable, sino materialmente imposible". Se pensó, acertadamente, que la fusión de los intereses económicos contribuiría a aumentar el nivel de vida y constituiría el primer paso hacia una Europa más unida. La adhesión a la CECA estaba abierta a otros países. Frecuentemente se escuchan "mitos fundacionales", que en el caso de la Unión Europea (UE) son también existenciales. Según ellos, la UE se basó en la solidaridad, la visión política, el consenso, y la transparencia. Pero en realidad se basó en la necesidad histórica, sin descartar intereses, conveniencias y conflictos. Y no exenta de opacidad respecto a la ciudadanía.
 Tras la Segunda Guerra Mundial,  no se sabía cuánto tiempo iba a durar la paz. Apenas terminada la guerra, surgió la amenaza de otra guerra, que podía enfrentar esta vez  Este y  Oeste.

En 1947 fracasó la conferencia de Moscú sobre la cuestión alemana, entre Occidente y la Unión Soviética, su aliada en la lucha contra el nazismo. El "golpe de Praga" de 1948, y el bloqueo de Berlín durante la primavera de 1949 vinieron a avivar la tensión.

 En 1949 los países de Europa Occidental firmaron con los Estados Unidos el Pacto Atlántico (OTAN), y ese mismo año tuvo lugar la explosión-prueba de la primera bomba atómica soviética,  hechos que contribuyeron a propagar el ambiente de temor que se llamó "guerra fría".

Alemania Federal, volvía a dirigir por sí misma su política interior, (no la exterior), desde la entrada en vigor de la Ley Fundamental de 1949, y pasó a ser una de las discordias en la rivalidad Este-Oeste.

Los Estados Unidos deseaban acelerar la reconstrucción económica de un país, Alemania Federal, situado en el corazón de la división del continente: en América se alzaban voces que solicitaban el rearme de la potencia vencida.

La diplomacia francesa se debatía en el dilema: o bien cedía a la presión norteamericana y, en contra de la opinión pública de su país, admitía ceder soberanía  en el Ruhr  y el Sarre, zonas carboníferas, o bien mantenía una postura rígida, enfrentándose a su principal aliado, y llevando sus relaciones con Alemania Federal a un callejón sin salida.

En la primavera de 1950, los jefes de las diplomacias norteamericana y británica habían planteado a su homólogo francés, Robert  Schuman, ministro de Asuntos Exteriores francés,  natural de Lorena, una “misión imperativa”: presentar una propuesta para integrar a Alemania Federal en el bloque occidental. Se convocó al respecto para el 10 de mayo de 1950 una reunión de los tres gobiernos. Francia no podía negarse a cumplir el encargo.
 
A los problemas políticos se sumaban las dificultades económicas. El potencial siderúrgico de los diversos países europeos hacía pensar en una inminente crisis de superproducción de acero. La demanda disminuía, los precios descendían. Todo ello daba origen al temor de que los productores volviesen a constituir un “cártel” para limitar la competencia. En plena fase de reconstrucción, las economías europeas no podían dejar sus industrias básicas a expensas de la especulación y la escasez organizada.

Ante estas dificultades la diplomacia tradicional resultaba impotente, y Robert Schuman recurrió a un hombre aún desconocido por la gente, pero que había acumulado una experiencia extraordinaria a lo largo de su carrera internacional: Jean Monnet.

Jean Monnet, natural de Cognac, era uno de los europeos más influyentes del mundo occidental. Monnet desempeñaba por aquel entonces el cargo de comisario del plan francés de modernización, para el que De Gaulle le había nombrado en 1945 con el cometido de levantar económicamente Francia. Ya en la primera guerra mundial había organizado las estructuras de aprovisionamiento de las fuerzas aliadas. Posteriormente fue secretario general adjunto de la Sociedad de Naciones, y banquero en los Estados Unidos, Europa del Este y China. Trabajó también al servicio del presidente Roosevelt, quien lo tuvo entre sus asesores más influyentes, y fue el artífice del programa que garantizó la superioridad militar de los Estados Unidos sobre las fuerzas del Eje. Aunque carecía de mandatos políticos asesoraba a los gobiernos. Su reputación era la de ser un hombre pragmático con la eficacia como norma principal.

Según Jean Monnet, la tensión quedaría atenuada fomentando la unidad europea. Jean Monnet conocía los fracasados intentos de integración, desde que el Congreso de La Haya organizado en 1948 por el Movimiento Europeo hiciera un llamamiento solemne a la unión del continente.

Tras la 2ª Guerra Mundial, en 1946, se estableció una nueva arquitectura económica en Bretton Woods (EEUU), donde el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) fueron creados y recibieron el mandato explícito de impedir “shocks” y quiebras en las vulnerables economías de la postguerra, y velar por la liquidez mundial.

En 1947 tuvo lugar la Conferencia de la Habana que,  décadas después dio lugar a la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Uno de los promotores del FMI fue John Maynard Keynes. Pero estas instituciones financieras mundiales han tenido con el transcurso del tiempo una deriva neoliberal y globalizadora, y ahora se caracterizan por promover Planes de Ajuste Estructurales para los países que necesitan ayudas, y a promover la desregularización, liberalización, y privatización de la economía mundial.

Por entonces, la Organización Europea de Cooperación Económica sólo tenía competencias de Coordinación, y no había sido capaz de impedir que la reconstrucción económica de los países europeos se llevase a cabo conforme a esquemas nacionales, con el Plan Marshall liderado por los Estados Unidos financiando la reconstrucción de sus aliados.

La creación del Consejo de Europa en 1949 demostraba que los gobiernos no estaban dispuestos a dejarse recortar sus prerrogativas: la Asamblea Consultiva sólo tenía poderes de deliberación, y todas sus resoluciones, que debían aprobarse por mayoría de dos tercios, podían quedar paralizadas por el veto del Comité de Ministros.
 
Jean Monnet  sabía que era ilusorio pretender crear de una sola vez una estructura institucional completa, sin suscitar en los Estados tantas reticencias como para hacer que cualquier iniciativa de este tipo se viera condenada al fracaso de antemano. Los ánimos no estaban como para admitir cesiones de soberanía.

Era preciso limitarse en los objetivos a sectores concretos de gran importancia, como lo eran entonces el carbón y el acero, y crear un mecanismo de decisión conjunta que, poco a poco, fuera recibiendo nuevas competencias.

Jean Monnet y sus más cercanos colaboradores redactaron durante los últimos días de abril de 1950 un documento de unas páginas, con la exposición de motivos y la parte dispositiva de una propuesta llamada a romper con todos los esquemas. En lugar de proceder a las tradicionales consultas con los servicios ministeriales competentes, Monnet rodeó ese trabajo del máximo secreto con el fin de impedir cualquier objeción o contrapropuesta.

El  9 de mayo de 1950 , en el mismo momento en que el ministro francés Robert Schuman estaba defendiendo su propuesta ante sus colegas del gobierno,  un emisario secreto de su gabinete la comunicaba en persona al canciller alemán  Adenauer. La reacción de este último fue inmediata y entusiasta, respondiendo en el acto que aprobaba de todo corazón la propuesta. Por consiguiente, Robert Schuman contaba ya con el debido apoyo de los gobiernos francés y alemán cuando hizo pública su declaración durante una rueda de prensa celebrada en el Quai d'Orsay ese mismo día.

La declaración enunciaba una serie de principios. Europa no se haría de una sola vez, sino mediante realizaciones concretas. Era preciso establecer, en primer lugar, "solidaridades de hecho":

- Debía eliminarse la secular oposición entre Francia y Alemania. La propuesta incumbía principalmente a estos dos países, pero estaba abierta a todas las demás naciones europeas que suscribiesen sus objetivos.

- La actuación inmediata debía afectar a un sector "limitado, pero decisivo": la producción franco-alemana de carbón y acero, que debería someterse a una alta autoridad común.

- La fusión de estos intereses económicos contribuiría al aumento del nivel de vida y a la creación de una comunidad económica.

- Las decisiones de la alta autoridad tendrían fuerza ejecutiva, y serían vinculantes para los países que se sumasen al proyecto. La alta autoridad estaría integrada, con criterios paritarios, por personalidades independientes.

Para que la iniciativa francesa, convertida en iniciativa franco-alemana,  se hiciese realidad, Francia convocó para el 20 de junio de 1950 en París una conferencia intergubernamental cuya presidencia asumió Jean Monnet. Los tres países del Benelux o Países Bajos (Bélgica, Holanda, y Luxemburgo), e Italia, respondieron al llamamiento y estuvieron presentes en la mesa de negociaciones.

Las conversaciones permitieron lanzar un  proyecto internacional. No se pusieron en cuestión ni la independencia ni los poderes de la alta autoridad, lo cual constituía el punto central de la propuesta. A solicitud de los Países Bajos, se instituyó un consejo de ministros en representación de los Estados que, en determinados casos, tendría la facultad de emitir dictámenes vinculantes. Una asamblea parlamentaria y un tribunal de justicia completaban el mecanismo. Fue la base del sistema institucional de la actual UE.

El 18 de abril de 1951 se firmó en París el Tratado fundacional de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), lo opuesto al Tratado de Versalles impuesto a Alemania tras la Primera Guerra Mundial, con un período de vigencia de cincuenta años. Tras su ratificación por parte de los seis Estados signatarios el 10 de agosto de 1952, la Alta Autoridad presidida por Jean Monnet se instaló en Luxemburgo.

Como se ve, no se trató de una negociación diplomática clásica. Las personas designadas por los seis gobiernos se habían reunido para crear un sistema jurídico-político completamente nuevo, y que aspiraba a perdurar.

El preámbulo del Tratado de la CECA, que constaba de cinco párrafos, contenía toda la filosofía que, aún hoy, sigue inspirando a los promotores de la construcción europea.

Jean Monnet estaba convencido de que únicamente el principio de igualdad entre los Estados podría crear una nueva mentalidad. Pero también era consciente de la dificultad de lograr que seis países de dimensiones diferentes renunciaran al derecho de veto.

  El 4 de abril de 1951, se reunió en Bonn con el canciller Adenauer para convencerle de las virtudes del principio de igualdad:

"Se me ha autorizado a proponerle que las relaciones entre Alemania y Francia en la
Comunidad se rijan por el principio de igualdad en el Consejo y la Asamblea, así como en todas las instituciones europeas actuales o futuras (...). Por mi parte, deseo añadir que éste, y no otro, es el espíritu que desde el principio quise imprimir a la oferta de unión que está en el origen de este tratado. Espero que, según creo poder deducir de las conversaciones que mantuvimos en nuestro primer encuentro, comparta usted esta opinión. El espíritu de discriminación ha sido la causa de los mayores males del mundo. La Comunidad es un intento de combatirlo."

La respuesta del canciller alemán, Adenauer, fue inmediata:

"Usted conoce mi empeño en defender para mi país la igualdad de derechos en el futuro y mi condena de la empresas de dominación a las cuales se ha visto arrastrado en el pasado. Me complazco en manifestarle mi completo acuerdo con su propuesta, ya que no puedo concebir la Comunidad sin igualdad total".

De esta manera quedaba asentado uno de los fundamentos jurídicos, de alcance moral, que da sentido a la idea de Comunidad. La obra emprendida en 1950 ya no iba a detenerse, tras el Tratado de Roma de 1957,  y  menos aún tras la caída del Muro de Berlín en 1989, y el derrumbe de la Unión Soviética en 1991.

Pero aún hoy día a la UE le falta soberanía, homogeneidad financiera, legitimación política, y sufre un déficit democrático notable, como se ha puesto de manifiesto con ocasión de la crisis mundial iniciada en 2008, y que no es tal crisis, sino un nuevo modelo social y un nuevo orden mundial.

La concesión a la UE del Premio Nobel de la Paz en 2012 prescinde de la realidad del cambio de la naturaleza de la guerra en Occidente. Las actuales guerras son económicas y financieras, no armadas, lo cual no quiere decir que no haya víctimas. Efectivamente el desmontaje del Estado del Bienestar Europeo, o más aún, de la Economía Social en Europa, plantea importantes problemas éticos e ideológicos, con víctimas en la ciudadanía y en las empresas, que no se ven tratados de la misma forma que la Banca. Ya no es preciso invadir militarmente un país para apropiarse de sus recursos, ahora eso lo hace la deuda, y el manejo de los intereses de la misma por medio de ratings, primas de riesgo, etc…en perjuicio de la justicia social y el progreso económico, que eran el otro pilar del edificio común europeo.
 
La Europa de dos velocidades que se ha creado, facilitada por las políticas de la Comisión Europea (CE), el Banco Central Europeo (BCE), y el FMI, crea una situación que rompe con la vocación igualitaria y solidaria de los Tratados fundacionales, origen histórico de la actual Unión Europea (UE).
 
No contentos con la presencia en Bruselas de oficinas que representan ante las instituciones europeas los intereses de cientos de empresas transnacionales, y con un ratio de 5 “lobistas” por cada parlamentario europeo, la Unión Europea puso en marcha entre el 2004 y el 2008 un nuevo proyecto de estudio para modificar su gobernanza, e impulsar nuevos modos de gobernanza en Europa, para quienes quieren gobernar a la sombra de la jerarquía. Es el proyecto “New Modes of Governance in the European Union”, dentro del 6º programa marco de investigación de la UE, llevado a cabo por el NEWGOV Consortium, coordinado por el Robert Schuman Centre for Advanced Studies, dentro del European University Institute de Florencia.

Parece que entienden la gobernanza como una manera específica de elaborar normativas y bienes públicos creados mediante coproducción, entre coproductores de diferentes niveles en una Europa multinivel. Estas nuevas formas de gobernanza reflejarían la creciente importancia de redes de decisión público-privadas, que implican a diferentes niveles y tipos de autoridades públicas. Dichas formas incorporarían un nuevo estilo de toma de decisiones que es fuertemente dependiente de relaciones mutuas e interdependientes pero no jerárquicas, junto con nuevos modos de resolución de problemas y elaboración de consensos. Evidentemente, estos nuevos modos de gobernanza de los que no se habla mucho,  tienen posibles consecuencias estructurales e institucionales, a niveles nacionales y europeos,  e importantes implicaciones respecto a su posibilidad de homologación  democrática.

Parece evidente que la UE  es hoy una parte importante de la globalización mundial y de la gobernanza global mundial, en su variante hegemónica: la neoliberal. Incluso la UNESCO ha recibido a ese respecto el mandato-proyecto para Global  Education. Y no es de extrañar, porque Jean Monnet ya escribió al final de sus memorias, en 1975, que las formas de vida nacionales pertenecían a una fase anterior de la historia, y que la misma Comunidad Europea no era sino una etapa más hacia nuevas formas de organización del mundo de mañana. Incluso opinaba que el tiempo pasaba, y Europa tardaba en seguir el camino emprendido. Lo cual no es óbice para que no sea discutible tanto la idea como la modalidad…

En 2012 y en plena “crisis”, se ha elaborado el nuevo Tratado de Estabilidad, Coordinación, y Gobernanza de la UE. Mediante el mismo se pretende sustraer en los Estados Miembros cualquier posibilidad democrática de participación en temas de política económica, con lo que se convierte a la UE en un ente ordoliberal, más que neoliberal. Efectivamente:

-          Se endurece el tratado de Maastricht en temas de déficit presupuestario y deuda pública, y se introducen mecanismos de corrección automáticos.

-          Se obliga a los Estados a introducir dichas obligaciones con rango constitucional.

-          Se instalan programas de convergencia rápida hacia la regla de equilibrio presupuestario, con mecanismos automáticos de corrección.

Se pretende con ello acabar con toda reglamentación o contrapoder político o social que tras la 2ª Guerra Mundial haya limitado el poder de inversores y capitalistas, y arrebatar la política económica de las manos de gobiernos de elección democrática, para entregarla a organismos independientes compuestos por expertos y por tecnócratas que no tienen que rendir cuentas a los pueblos ni a los ciudadanos. La gobernanza se vuelve más  opaca, y la “solidaridad” está condicionada a que se siga avanzando en el desmantelamiento del Estado Social: sanidad, educación, pensiones.

Todo ello ha supuesto en España la socialización de otra “cosa”: las pérdidas y deudas bancarias, convertidas en públicas o soberanas, a costa de la economía real, la que afecta a las empresas no transnacionales y a los ciudadanos, con efectos desgraciadamente ya conocidos: quiebras, paro, pobreza, desahucios.

Sin duda, hay alternativas (desmundialización, alterglobalización, etc…), pero los que las proponen no tienen el poder, y los que detentan el poder no tienen voluntad política.

Las cosas han cambiado mucho, y no parece que hoy en día, en el 2014, la canciller alemana repitiese las palabras que pronunció el canciller alemán Adenauer en 1950.

¿Acaso es el precio a pagar por la ciudadanía europea?...No, es el precio que hace pagar la ideología hegemónica dominante.


 

 

 

domingo, 23 de febrero de 2014

Comunales y Concejos.





En general en toda Europa, el siglo XIX vio cómo las tierras comunales pasaron a ser de provecho exclusivo. A partir de mediados del siglo XVIII en la mayoría de los países europeos las propiedades colectivas son el objeto de ataques cada vez más violentos en nombre de concepciones nuevas que se imponen. Hasta entonces, esas tierras eran mayoritariamente consagradas al pasto común, pudiendo ser objeto del litigio entre señores y habitantes, entre comunidades vecinas o en el seno de cada una de ellas, pues los individuos trataban de acapararse de su goce o de su propiedad. Los ataques asimismo resultaban de los problemas financieros de las colectividades, y la venta de sus tierras pudo servir para compensar deudas en períodos difíciles. Pero hacia 1750 la naturaleza de los ataques cambia radicalmente pues estos se basan en un fundamento ideológico al nacer el pensamiento económico liberal. (…)
De esta manera, resultaría imposible hacer marcha atrás. En la montaña vasca, se cerraba la página histórica del comunalismo. Este ya no subsistiría más que en ciertas prácticas concretas y parciales o en ciertos lugares, de manera residual o testimonial, e incluso estos resquicios han sido atacados.

(Santos, S y Madina, I. Comunidades sin Estado en la Montaña Vasca, 2012. Citando a Demélas, M.D. y Vivier, N. Les propriétés collectives face aux ataques libérales (1750-1914), Europe occidentale et Amérique latine.)

Lo mismo se puede decir de la minería. Las guerras carlistas y aboliciones forales del siglo XIX están relacionadas, entre otros factores, por los intereses ya citados.
Hoy día, corren peligro las Juntas Administrativas, Concejos y Concejos Abiertos, por los mismos motivos, además del intento de eliminación de la democracia directa. Para ello se argumenta en nombre de la racionalización administrativa del territorio. Pero es por lo ya citado por lo que se pretende eliminar los Concejos y similares, agrupándolos en Ayuntamientos y Municipios, regidos por los mismos partidos políticos que rigen las Diputaciones, a veces incluso forales, los gobiernos y los estados. Todo ello regulado por “adecuadas” leyes electorales y de partidos. O sea, votar cada 4 años,  democracia representativa, y privatizaciones.
Las propiedades Comunales y los Concejos, más aún si son abiertos, molestan desde el siglo XVIII, y vienen desapareciendo desde el siglo XIX. Pero los que quedan merecen ser defendidos, porque bajo las engañosas razones en su contra yacen las razones de siempre: dinero y poder.




 

miércoles, 19 de febrero de 2014

La Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano.





El 26 de agosto de 1789, aprobada por la Asamblea Nacional Constituyente francesa, es proclamado un documento fundamental de la Revolución Francesa para establecer los derechos personales y colectivos como universales:  la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano, documento precursor de “los Derechos Humanos”. Marca el fin del Antiguo Régimen y el principio de una nueva era, inspirada por el espíritu del filósofo inglés del siglo XVII John Locke y por otras declaraciones americanas y la Declaración de Independencia americana de 1776. Se arrincona al absolutismo y los derechos feudales son abolidos, para desesperación de los privilegiados, o sea de los aristócratas, y la posibilidad de recuperarlos es nula.

La Declaración de Independencia americana, había estado precedida de un “Bill of Rights” británica, lista de derechos, también inspirada en los escritos del filósofo inglés Locke (1632-1704), escrita y redactada por Lores y por Comunes para reivindicar y afirmar sus antiguos derechos y libertades.

En América, los colonos se alarman. Consideran que el Parlamento Británico viene atribuyéndose un poder propio para obligar al pueblo norteamericano por medio de leyes o pretextos diversos con la intención de conseguir una renta y establecer contribuciones y gabelas exigibles en las colonias; que se han mantenido ejércitos permanentes en épocas de paz; que los colonos deban ser trasladados a Inglaterra para ser juzgados allí; además de la promulgación de tres leyes impolíticas, injustas, crueles,  inconstitucionales,  muy peligrosas y destructoras de los derechos americanos. Por lo tanto, el pueblo de las Colonias Inglesas de Norteamérica proclama 10 artículos en los que se contemplan sus derechos y libertades indiscutibles el 14 de octubre de 1774 (Declaración y Resoluciones del Primer Congreso Continental).

Más tarde, el 12 de junio de 1776 se declaran los Derechos de Virginia como fundamento de su gobierno. Seguirá en el 1780 la Declaración de Derechos de Massachusetts, pasando a las Primeras Enmiendas a la Constitución de los Estados Unidos el 3 de noviembre de 1791.

Desde el mes de junio de 1789, se constituyen en Francia grupos que debían elaborar y redactar un proyecto de declaración de los derechos de cada francés que servirá de preámbulo a la Constitución.

El texto elegido fue redactado por el grupo del arzobispo de Burdeos, Champion de Cicé. Esta declaración se titulaba” Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano”.

El artículo 1º habla de libertad y de igualdad: los hombres nacen libres e iguales en derechos, “nacen” y no son”, como ciertas transcripciones defectuosas y erróneas dejan a veces entender. El principio de libertad contemplado en el art. 4º se encuentra estrechamente unido con la propiedad, art.17.

Esta declaración se adoptó el 26 de agosto de 1789. Necesitó únicamente 16 artículos, pero algunos minutos antes de que fuese declarada definitiva, se añadió el artículo 17: “Siendo la propiedad un derecho inviolable y sagrado, nadie puede ser privado de ella”, lo cual fue transcrito en medio de centenares de… “suspiros de alivio”…desapercibidos y silenciosos.

Más adelante, el 24 de junio de 1793, se proclama una siguiente declaración francesa de 35 artículos.

Mientras que en las declaraciones americanas sólo se dedican algunas líneas a los derechos del hombre para justificar una situación dada, por el contrario esta declaración francesa de 1789 va dirigida a todos los hombres enumerando los derechos naturales e imprescriptibles del hombre: libertad, propiedad, seguridad y resistencia a la opresión; frente a los americanos: vida, libertad y búsqueda de la felicidad.

La que promulgó la Asamblea Nacional francesa es la más conocida e influyente de todas las Declaraciones, la de 1789, cuyo texto  fue incorporado como preámbulo a la Constitución francesa de 1791.

Los principios de esta declaración de 1789 son de inspiración burguesa, pero aún así, las intenciones van más allá, y se puede considerar como precursora de La Declaración Universal de Derechos Humanos de la ONU en 1948.

(Basado en un trabajo de N.B.)




 

domingo, 16 de febrero de 2014

Materiales para una Ética del siglo XXI.



 

Al oír la palabra Filosofía vienen a nuestra mente conceptos abstractos, difusos, teóricos, y quizás poco pragmáticos, por regla general.  Sin embargo, lo que tiene sentido es la filosofía aplicada a la vida, al arte de vivir. Si no sirve para ayudar a vivir, la filosofía es pura especulación. De hecho, toda la Historia de la Filosofía es un intento humano de encontrar respuesta a tres preguntas:
- Qué podemos llegar a saber.
- Qué debemos hacer, o cómo debemos actuar.
- Qué estamos en situación de alcanzar.
Las respuestas a la segunda pregunta, qué debemos hacer o cómo debemos actuar, constituye la Ética o Filosofía Moral. A veces se confunden la Ética y la Moral. Ambas tienen similar etimología, ya que en latín "Mos-(ris)" significa costumbre, y en griego "Ethos" significa modo de vida, carácter, costumbre.

Es decir, tanto la Ética como la Moral eran el conjunto de acciones que una sociedad o colectivo humano consideraba como costumbres: sus buenos usos y costumbres.
El tiempo y el uso han separado "algo" ambos conceptos, aunque ambos tratan sobre lo que es bueno o malo.

Las religiones han sido más afines al concepto de Moral, o inmoral, con un conjunto de reglas sobre lo que es bueno y malo conforme a una Verdad revelada, y por tanto no discutible. El método religioso-moral requiere fe.

El método ético, en cambio, requiere reflexión respecto  a lo que es bueno, conforme con la naturaleza humana, lo cual suele ser más discutible. Por eso el poder suele evitar debates éticos, porque suponen discusión, y también por eso la ciencia, que no admite verdades reveladas por el principio de autoridad, es más afín a lo ético. Las revoluciones, cuando consiguen el poder, se suelen volver conservadoras, y suelen abandonar la Ética para adoptar una "moral" revolucionaria, más o menos oficial.
En otro orden de cosas, el término "desafío" es aquello que surge o continúa requiriendo un especial esfuerzo para ser resuelto, superado, admitido, o logrado. Y un "dilema" es algo que presenta gran dificultad para elegir entre dos o más alternativas.

Dicho todo lo anterior, los desafíos o dilemas éticos del siglo XXI parecen ser:

-           La Ecoética, o ética ambiental  y ecológica.

-           La Infoética de la Red, Internet, y la ética de los medios de comunicación.

-           La Bioética, ética de las biotecnologías, de la manipulación genética y de las neurociencias.

-           El aborto, y la eutanasia.

-           La ética política.

-           La ética financiera y económica.

-           La ética de la globalización, ética transcultural, y de los Derechos Humanos.
 
Y no parece nada fácil una Ética Global que convenga a la Humanidad en esta etapa de la Historia en la que la globalización capitalista y neoliberal es hegemónica, y nos dicen que no hay alternativa, equiparando cosas con personas en aras de la eficacia competitiva y la maximización del beneficio, y marginando o aniquilando a los "sobrantes", que no entran en la lógica de poder y beneficio, haciéndoles creer además que es su culpa, por no trabajar, por no esforzarse, por no ser listos, por no ser "rentables", por ser inferiores, y tener bien merecido todo lo que les pasa, en definitiva.

Para las personas, la adaptación y la evolución no son el mismo concepto y ello tiene repercusiones en la dignidad humana. Existe una dignidad humana innata o inherente al ser humano y, con otro matiz, una dignidad que se adquiere o se pierde con "el hacer" humano. Esta dignidad implica respeto, propio y ajeno, como consecuencia del mérito que se otorga a quien tiene una norma más elevada de comportamiento, según decía Kant.

Las normas de comportamiento constituyen la ética, así que el mérito y el respeto, o sea, la dignidad, corresponderían a quien le reconozcamos una actuación mejor o más elevada. La ética de las personas y grupos sociales, civilizaciones incluidas, implican un sentido de la vida que es cultural, aunque cada persona necesita un sentido personal de su vida para que su existencia sea "soportable". La ética común para la humanidad está hoy día constituida por los Derechos Humanos, como ética transcultural.

La dignidad, el respeto, el mérito y la ética personal son conceptos vinculados y relacionados también con la libertad objetiva que realmente tiene la persona y la libertad subjetiva que cree tener. Los neurocientíficos sostienen que objetivamente no existe el "libre albedrío", ya que el Yo individual y la voluntad se originan en el cerebro, y el cerebro está sujeto a procesos bioquímicos, como los neurotransmisores y neuroreceptores, así como a procesos sociales de educación, adaptación y evolución, los cuales son posibles gracias a la plasticidad cerebral.

Tanto la ética como la estética son vitales para el ser humano, pero de muy diferente manera. Interviene aquí el llamado "locus o sitio de control", que puede ser interno o externo, originando así acciones "autotélicas" o "exotélicas". La estética tiene, al parecer, un "locus de control" más externo, es más exotélica, se basa más en el parecer y el tener, es menos libre. La ética se vincula con el ser y el hacer, y tendría según esto un "locus de control" más interno, más autotélico, más libre.

Así mismo, la dignidad tiene relación con la obediencia, siendo digno de obediencia aquello que merece ser obedecido: lo que es justo. La obediencia ciega a aquello que es legal, pero injusto, es indigna. A veces, la desobediencia es más ética, justa y digna que la obediencia. Obedecer es más exotélico y obedecer más autotélico.

La palabra democracia se emplea para designar realidades muy diferentes, y está a su vez vinculada con la dignidad humana. Diferente asunto es cómo conseguir una democracia que merezca ese nombre en un mundo globalizado.

Últimamente escuchamos con frecuencia que libertad y seguridad son conceptos que se contradicen, lo cual es utilizado como excusa para justificar el incumplimiento de derechos y deberes, el incremento del control sobre la ciudadanía y la reducción de las libertades civiles y la privacidad.

Pero como se ha dicho ya, Los Derechos Humanos constituyen la ética transcultural de nuestra época, y necesitarán ser adaptados y evolucionar por "generaciones": desde los derechos civiles y políticos, a los derechos económicos, sociales y culturales, y desde estos a los relacionados con las tecnologías de información y comunicación, la ecoética y la bioética.

En este siglo XXI, los conflictos serán éticos e ideológicos, incluida la macroeconomía y las grandes finanzas, que siempre han tenido carácter político y social. La microeconomía, sobre todo cuando se aplica a estados, países y naciones como si fuesen empresas o familias, merece más el nombre de "contabilidad", por compleja que quieran hacerla parecer.


El ser humano ha transformado la naturaleza para adaptarla a sus necesidades desde hace milenios, pero el inicio de la crisis ambiental se produjo a finales del siglo XVIII, con la Revolución Industrial.

Actualmente el Desarrollo sostenible se ha convertido en un concepto básico y frecuentemente utilizado. El mercado ha resultado ineficiente e incapaz de asignar recursos y medir el crecimiento real. En la actual situación de globalización y deslocalización, las economías más prósperas exportan la insostenibilidad, y se apropian del medio ambiente ajeno.
La sostenibilidad no es inmutable, depende del espacio, del tiempo, y del conocimiento científico, siendo factores imprescindibles en el concepto de sostenibilidad:
 - La integración de las políticas ambientales y económicas,
 - La equidad y justa distribución, incluida la perspectiva intergeneracional,
 - Un bienestar económico que abarque el medio ambiente, la sanidad, y la educación.


La propia Unión Europa presentó en el 2001 el plan de "Desarrollo sostenible en Europa para un mundo mejor", incluyendo valores como la longevidad, el acceso al conocimiento, y el acceso a los recursos para una vida digna.

Sin embargo, los economistas siguen mayoritariamente los métodos y objetivos de la economía clásica, apelando incesantemente al mercado como regulador. Pero es obvio que el mercado no es objetivo ni imparcial, y que los estragos del mercado son más norma que excepción.
Se empieza a hablar del concepto de "economía ambiental", a partir del "capital o patrimonio natural", en vez del capital financiero. También se menciona a la economía ecológica, como ciencia y gestión de la sostenibilidad, con un enfoque interdisciplinar, e incluyendo las premisas de la economía ambiental. Sus objetivos son sistémicos, holísticos, incluyendo factores sociales y políticos.


Parece necesario revisar las necesidades humanas en los siguientes elementos:
 - Consumo responsable
 - Instrumentos económicos
 - Mecanismos de decisión
 - Alfabetización ecológica


La ética debe abrirse a la problemática medioambiental, y la movilización ecológica debe contribuir a la consolidación y demandas de los movimientos sociales, y a la generación de procedimientos democráticos participativos para la toma de decisiones.
La sostenibilidad constituye así un principio ético: la ecoética. Aunque surgida de una concepción eco-económica, la sostenibilidad alcanza a todos los aspectos de la actividad humana, tanto en las relaciones de la naturaleza como en las relaciones humanas, incluidas las generaciones futuras, obligando al ser humano a adoptar una nueva forma y estilo de vida ante el enorme desafío de la globalización, que pone a prueba el nivel ético de la Humanidad.

Los programas de acción deben abarcar tres dimensiones de la sostenibilidad:
 - Sostenibilidad medioambiental, con respeto y promoción.
 - Sostenibilidad económica, con el patrimonio natural.
 - Sostenibilidad social, con un estilo de vida más solidario y participativo.


Estos enfoques han inspirado iniciativas como:
 - Comercio justo
 - Banca ética
 - Fondos éticos
 - Movimientos sociales

Las prácticas éticas requeridas por el Principio de sostenibilidad son las siguientes:

1.- Prácticas de justicia básica y general:
 - Cumplir los compromisos internacionales para erradicar el hambre en el mundo
 - Promover un desarme progresivo
 - Exigir la democratización efectiva de los organismos financieros internacionales:
                                        - Fondo Monetario Internacional, FMI.
                                        - Banco Mundial, BM.
                                        - Organización Mundial del Comercio, OMC.
 - Tasar los movimientos especulativos del capital, con la tasa "Tobin" o similar
 - No permitir la comercialización del agua y del aire
2.- Prácticas vinculadas a la ecología:
                                        - Llevar a la práctica el protocolo de Kioto
                                        - Investigar nuevas tecnologías basadas en energías renovables


3.- Propiciar un desarrollo alternativo:
                                        - Educación social y cultural en una nueva sensibilidad
                                        - Educación ciudadana democrática y participativa
                                        - Difusión de nuevos modelos de desarrollo humano
                                        - Boicot a empresas manifiestamente injustas o explotadoras
                                        - Promoción de un comercio alternativo, justo, y equitativo
                                        - Promoción de un trato preferencial a los más desfavorecidos
                                        - Apoyo a la igualdad de hombres y mujeres
                                        - Incentivar la producción ecológicamente sostenible
                                        - Promover condiciones laborales dignas
La ética de la sostenibilidad requiere de una ética del consumo, que sustituya los hábitos de consumo "neoliberales" por otros acordes con la calidad de vida y el respeto medioambiental, es decir, un consumo responsable que replantee los hábitos de producción y de comercio.

El Principio de sostenibilidad tiene además una vertiente política, que ha comenzado a incluir la problemática ecológica y las cuestiones medioambientales como parte integrante de las deliberaciones democráticas y de la democracia participativa.

Es preciso realizar una estrecha síntesis de los valores medioambientales, de los valores humanos, y en definitiva, de los Derechos Humanos, lo cual se concreta en:
                     - Derecho a un ambiente sano
                     - Derecho a la paz
                     - Derecho a un desarrollo sostenible y autogestionado
                     - Biodiversidad, pluralidad cultural, y valores democráticos     
                     - Diversidad de estilos de vida
                     - Responsabilidad frente a las generaciones futuras
                     - Eliminación de la pobreza y abandono del comercio injusto
                     - Primar la calidad de vida
                     - Enfoque sistémico de los problemas complejos e interdependientes
                     - Mecanismos mundiales de redistribución de riqueza
                     - Protección de recursos naturales
                     - Educación ecológica y medioambiental
                     - Respeto a la vida humana
                     - Solidaridad humana, y respeto a otras especies animales


Es curioso que, en los Informes de Responsabilidad Social Corporativa, las empresas que más aplican los mencionados conceptos no lo explican todo, ni "alardean" de ello (por ejemplo las cooperativas), con una cierta timidez cultural, y social. En cambio, las multinacionales frecuentemente hacen "marketing social" con sus "realizaciones", sin explicar los aspectos que no les interesan o las consecuencias sistémicas de sus actividades, aprovechando y fomentando la falta de "alfabetización" ecoética de la población, mencionando unos aspectos, y obviando otros, en un tema como éste, que abarca lo económico, lo social, y lo medioambiental, con indicadores aún no muy precisos ni definidos (o a veces interesados), y que fomentan su buena imagen empresarial, y la desinformación, más que la realidad objetiva sistémica y global de todas sus actividades, y no sólo las industriales.
Utopía? Los organismos internacionales reconocen su necesidad, pero hoy por hoy sólo se aplica cuando conviene. Tiempos duros los actuales para semejantes "coplas"...pero no podemos olvidarnos de ello, junto con otras necesidades "a corto". Todo está relacionado, para luego será tarde, y no tendrá ya remedio. ” Blade Runner" lo podrían vivir nuestros nietos en la realidad. Google está comprando empresas de robótica de forma estratégica y declarada.

A estas alturas parece ya poco discutible que la economía está sometida al poder de la banca. El por qué de ello ya es otra cuestión no fácil de resumir, pero ha contribuido grandemente a generar dicha situación la propia actitud de los Estados, los cuales han tenido actuaciones que lo han facilitado. Se podrían destacar tres:

1.- Desde la década de los 70 del pasado siglo XX (el motivo es otro asunto), los poderes públicos han evitado endeudarse con sus bancos centrales, para hacerlo con los "mercados", de los que han quedado cautivos y dependientes.

2.- La presión fiscal a los ricos, grandes fortunas, etc... se ha mantenido en un nivel muy bajo, lo cual ha supuesto, junto con la evasión fiscal, una gran pérdida de ingresos fiscales.

3.- Los flujos de capital y comercio del dinero se han desregulado, o sea liberalizado, abriendo así paso a una especulación meteórica, en la que las instituciones financieras se mueven a sus anchas.
Siendo esto así, los bancos se han expandido proyectando su "modus operandi", sus intereses, y sus prácticas, en todos los ámbitos de la actividad humana, y a costa de las clases medias y los asalariados, llevando a la ruina una gran parte de la economía real.
Muchas  personas interiorizan una ideología que los enajena de sí mismos, de sus semejantes, y de la naturaleza, según la cual todo lo humano es objeto de compra-venta, y visto como una posible inversión que debe producir el máximo beneficio posible en el mercado.


Las personas así "educadas" tienen opiniones, pero no convicciones, y obedecen voluntariamente a poderes impersonales y anónimos. De esta forma, el sentido de la vida desaparece, salvo en el mejor de los casos seguir adelante, ganar dinero y consumir. La satisfacción se convierte en el nuevo sentido de la vida, y el neoliberalismo se transforma en una especie de nueva ética, pero sin interés fundamental alguno hacia lo que constituye la esencia de lo peculiarmente humano.

Y por supuesto,  se enseña a creer que cada cual es único responsable de sus fracasos y frustraciones, como individuos, y sin que la sociedad y las estructuras puedan ser cuestionadas. Los nuevos valores son la codicia, el miedo, y la obediencia. Pensar, expresarse, y actuar crítica y responsablemente está mal visto, o incluso es delito.
La batalla ideológica se vuelve así decisiva, porque legitima las actuaciones.


La llamada crisis ya no es tal, sino un nuevo sistema social y un nuevo orden mundial. Anteriormente las guerras servían para derrotar al enemigo y apropiarse de sus recursos. Ahora eso se hace mediante la deuda, que a través de los intereses impuestos por el "mercado" realiza esa función de apropiación, y como además la "culpa" parece del deudor, los acreedores le pueden imponer condiciones de todo tipo, de dudosa legitimidad política, democrática, y social.

Y muchos se escandalizan ante el surgir de movimientos alternativos, o actuaciones de protesta.
Queda por redefinir el  papel de la banca, pero es normal que se empiece a oír hablar con más frecuencia de la banca ética.


El Derecho relativo al Genoma Humano y las Neurociencias  constituye  uno de  los aspectos más relevantes para la Humanidad del siglo XXI. La Ética del futuro estará basada en gran medida en dichas ciencias, con las tecnologías y aplicaciones que de ellas se derivarán, y ciertamente también el futuro de la Humanidad.

Cuando un paradigma científico cambia, también implica cambios en la sociedad, la economía, las finanzas, la política y el poder. Más aún en esta época crítica que nos toca vivir a los humildes mortales (todas lo han sido). Época de globalización mundial, según parece, que seguirá uno u otro derrotero según la ideología dominante, sus oponentes críticos y la naturaleza humana en el sentido más amplio.

Nada es neutro en nuestro planeta, las posibilidades científico-tecnológicas dejan de serlo en cuanto necesitan de recursos financieros y pasan a ser aplicadas a la vida de cada persona, clase social, género, país, estado y el mundo en general.

Los siguientes temas sirven de ejemplo:

-          Libertad humana y genoma Humano.
-          Identificación de personas y bancos de perfiles de ADN.
-          Medicina regenerativa y enriquecimiento humano.
-          Genoma Humano y Sociedad.
-          Análisis genéticos y salud.
-          Derecho a la intimidad y uso de la información genética.
Cualquiera de estos temas es apasionante. Las preguntas clave serán las de siempre en la historia de la Humanidad:

-           Quién y cómo se decidirá lo que se pueda hacer entre todo lo que será posible.
-          Cómo se financiará y quien ostentará los derechos de propiedad y uso.
-          En beneficio de quién se realizará lo que proceda.
-          Quién y cómo se va a controlar este nuevo paradigma humano.
La Era de Orwell ya es un hecho, ahora le toca el turno a la Era de Huxley.
Esperemos que sirva no sólo para que en el futuro haya buenos humanos, sino también para que sean humanos buenos.

Queda para otra ocasión lo relativo a globalización, gobernanza, política, corrupción pública y privada, sistemas democráticos, sistema financiero, concentración de la riqueza, y la utilización de alimentos, energía, agua (y aire en cuanto les sea posible) con fines de lucro privado.

Los Derechos Humanos han sido formulados, aceptados y aplicados de forma paulatina,  y son inherentes a toda persona,  debido a la dignidad humana.
Tras la Segunda Guerra Mundial, la ONU formuló la Declaración Universal de Derechos Humanos en 1948, y ha ido evolucionando de forma progresiva, con las llamadas “generaciones” de derechos, tanto en su formulación como en su aceptación, aplicación y control.

Tras la “generación” de Derechos Humanos Civiles y Políticos, llegó la de los Derechos Humanos Económicos, Sociales y Culturales, y el proceso continúa.

Actualmente las tecnologías de información y comunicación, así como otras nuevas tecnologías,  constituyen lo que se podría llamar quinta revolución o paradigma tecnológico de los dos pasados siglos. Efectivamente, la primera revolución tecnológica de ese período fue la revolución industrial inglesa de 1771, seguida por la era del vapor y los ferrocarriles desde 1829, la era del acero, la electricidad y la ingeniería pesada desde 1875, la era del petróleo, el automóvil y la producción en masa desde 1908 y la era de la informática y de las comunicaciones desde 1971.

Las tecnologías de la información y comunicación han permitido establecer comunicaciones a escala planetaria, y junto con otras nuevas tecnologías como la ingeniería genética y las biotecnologías, hacen posible por primera vez para la humanidad nuevas formas de ejercer los derechos, pero como todas las conquistas de la ciencia y de la técnica también nuevas formas de dominio.

Por todo ello, es necesaria una nueva “generación” de Derechos Humanos para adaptar los actuales a las nuevas realidades existentes en este contexto tecnológico, el cual afecta a aspectos científicos y tecnológicos, pero también a  aspectos sociales y humanos que deben ser regulados por las instituciones jurídicas y políticas, hasta definir el alcance y ejercicio de esos nuevos Derechos Humanos.

Las sucesivas “generaciones” de Derechos Humanos suponen un proceso continuo de adaptación y redefinición de los mismos, no de su sustitución o eliminación.  Esta quinta revolución tecnológica  en una sociedad que se proclama globalizada, implica la aparición de nuevas necesidades  junto con  nuevos derechos y deberes, y los Derechos Humanos  no son  un conjunto cerrado y acabado.

El mundo y la vida son sistémicos, holísticos,  y cuando algo cambia afecta a todo lo demás. Así pasa con los Derechos Humanos, siempre dejando a salvo  los valores básicos  de la dignidad humana  de la que emanan. La dignidad humana ha solido ser olvidada por  ideologías y comportamientos a lo largo de la Historia, pero no por nuevos paradigmas tecnológicos, cuando son justa y debidamente utilizados en favor de la humanidad.

Sin olvidar a  otras especies y a la naturaleza del planeta en que vivimos,  que no se deben ni se pueden olvidar, pero que no son Derechos Humanos, sino temas de responsabilidad, sostenibilidad y en definitiva Ética.