domingo, 6 de abril de 2014

Defraudar al amigo o incumplir una promesa.





Quien acepta beneficios y se niega a devolverlos cuando estos son requeridos, causa un daño real al defraudar una de las más naturales y razonables expectativas, expectativa a la que por lo demás debe haber dado pie, al menos tácitamente, ya que de lo contrario, pocas veces se le abrían otorgado beneficios.
El grado de importancia que tiene el defraudar esta expectativa, entre los daños e injusticias padecidos por las personas, se muestra en el hecho de que constituye la principal malicia de dos actos en gran medida inmorales como lo son el defraudar al amigo o el incumplir una promesa. Pocas cosas causan mayor dolor al ser humano, y ninguna le hiere tanto, como el hecho de que aquellos en los que habitualmente y firmemente confía le fallen cuando está en apuros. Pocas injurias son mayores que esta simple privación de bien. Ninguna provoca mayor resentimiento, ya bien en quien la sufre o en el espectador que simpatiza con la víctima.
De aquí se colige que el principio de dar a cada uno lo que se merece, es decir, bien por bien así como mal por mal, no sólo está incluido en la idea de justicia tal como la hemos definido, sino que es objeto apropiado de aquel intenso sentimiento que coloca, en la estima de los seres humanos, lo justo por encima de la simple conveniencia.
John Stuart Mill (1806-1873). El utilitarismo, cap. V
 
 

 

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