lunes, 11 de mayo de 2015

Las perdices guardianas del templo de Poseidón.




Por fin en Grecia, la ilusión cumplida: conocimientos bellos, pero "virtuales" e idealizados, hechos realidad. ¡Y en qué momento histórico para Grecia y Europa!

 
En el templo de Poseidón, en el Cabo Sunio, hay dos perdices guardianas, libres e intocables: una en el interior y otra en el exterior del templo.
 
 
 
 
Tras dejar un ramillete de flores en el recinto del templo, aparecieron: una de ellas andaba en el perímetro del templo y debajo del altar y hacía guardia en la esquina que mira hacia el mar Egeo, la otra dio la bienvenida arriba del camino y tras alejarse retornó luego de nuevo, al final, para dar la despedida a la bajada.
 
 
 
 
 
 

Tiempo de amapolas en los alrededores…


La puesta de sol es allí mágica, con el cielo rojo del Egeo y el templo majestuoso y enigmático a contraluz.
 


 

Helios, el Sol, desaparecía en el Egeo tras el altar, mientras salía Selene, la luna, en toda su plenitud.
 
 
 
 
 
 
Poseidón, el que sacude la tierra desde el mar, saluda a Atenea, la sabia, y ordena a Eolo, el de los vientos, enviar buen viento al navegante. Atenea y Poseidón han desviado una flecha de Apolo, en Delfos, que hubiera sido muy dañina, disparada por no ir al Oráculo previamente purificados en la fuente Castalia y en adecuado estado de ánimo, recordando las Máximas Délficas.


Desde Cabo Sunio, con mágico y poderoso encanto, Poseidón lo domina todo, tal y como Atenea desde la Acrópolis de Atenas, y Apolo desde Delfos.
 
 
Eperrak: txori onak!... Perdices: ¡buen augurio!... Es decir: Zorionak!
¡Quién podrá volver, y cuándo…!
                                   ¡Ελλάδα: Ευχαριστώ πάρα πολύ!
 

 

 
 
 
 
 

 

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