domingo, 2 de junio de 2013

Cuántica.



 
Los conceptos de la física clásica y en general los conceptos propios de la vida diaria y el sentido común dejan de ser válidos desde el momento en que no se aplican en su ámbito de utilidad: el mundo macroscópico. En el mundo microscópico, el de lo “infinitamente” pequeño, nada obedece a las leyes de la física clásica.
En la primera mitad del siglo XX, algunos científicos comprendieron que la descripción de los átomos y partículas requería abandonar principios consolidados en física clásica. En unas pocas “décadas prodigiosas”, prácticamente entre 1900 y 1930, el trabajo de unas mentes prodigiosas construyó un nuevo sistema, formal, revolucionario y eficaz, que permite “trabajar” en el mundo microscópico de las partículas: la física (y química)  cuántica.
En dicha física cuántica se recurre a cantidades elementales mínimas de energía, llamados “quantum”/”quanta”, para describir las interacciones entre la luz y la materia, logrando explicar a la perfección la estabilidad de los átomos y la forma en que los percibimos y se nos aparecen o manifiestan. Se plantearon, sin embargo, cuestiones o nociones límite entre la física y la filosofía, tales como el azar, la causalidad, la objetividad, el determinismo, el espacio y otras más.
El cambio que la física cuántica planteó fue tan radical que alteró el concepto mismo de la “realidad”, la cual se nos vuelve casi inconcebible para nuestra mente humana. Pero la física cuántica presenta tal eficacia operativa que se aplica desde la física de partículas hasta la astrofísica, con  predicciones  sorprendentes y ciertas, o no desmentidas por la experiencia hasta el día de hoy.
Como la física cuántica trabaja con un complicado aparato matemático, es muy difícil o prácticamente imposible su exposición en lenguaje común, y lo que es peor,  exige romper drásticamente con el llamado “sentido común”, o nada que se le parezca en una pedagogía explicativa con imágenes tomadas de nuestra vida sensorial, que no le bastan, o incluso le son contrarias. No utilizando un modelo de realidad tal y como la percibimos los humanos, la física cuántica trabaja sirviéndose de entidades abstractas, y provoca la ruptura de los conceptos más ordinarios o familiares para nosotros. Su sentido es increíblemente preciso, pero no tiene nada de “común”.
Baste con decir como muestra, que ya sólo para definir qué son las partículas elementales, habría que inventar una nueva palabra que las denomine y evite “confusiones”, pues los conceptos clásicos de corpúsculo y onda no sirven en absoluto para definirlas o denominarlas. Se les podría llamar “cuantones”, pero su “misteriosa” naturaleza nos revela una extraña realidad que desafía la mente humana.
Y eso sin pasar a mayores detalles y profundidades.
 
 
 
 
 

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