domingo, 19 de abril de 2015

Sorpresas prerrománicas en Asturias.





Cualquier visitante que vaya a Asturias tendrá mucho que ver y dónde elegir.  Es tierra histórica y pintoresca, con sus gentes, ciudades, pueblos, playas, litoral marino, ríos, montañas, picos y cordilleras, no precisa de más panegíricos.

No es casualidad que en las guerras contra los astures, tras muchos años de dolores de cabeza, el Imperio Romano y sus legiones quedasen en evidencia y tuvieran que recurrir finalmente  a políticas de exterminio y deslocalización de su población autóctona para ocupar y controlar el territorio.
Posteriormente, cuando los musulmanes invadieron la península el 711, la monarquía visigótica abandonó su sede de Toledo para refugiarse en la montañosa Asturias, primeramente en la legendaria Covadonga y sus entornos de Cangas de Onís, luego en Pravia, y posteriormente en Oviedo. Allí surgió la arquitectura  prerrománica asturiana, también llamada visigótica.
Cuando actualmente se lee material a este respecto, y luego se visita para verlo “in situ”, se lleva la palma de la popularidad y las guías turísticas el bello prerrománico de Oviedo y sus alrededores: Santa María del Naranco (842) y San Miguel de Lillo (842), mandadas construir por Ramiro I, y San Julián de los Prados (812-842), también llamada Santullano, mandada construir por Alfonso II.
Pero hay otras “joyas” menos sonadas y quizás menos conocidas, verdaderas sorpresas para quien las descubre "en el terreno", porque pasaba por allí. Tal es el caso, y mencionaremos hoy aquí dos de ellas.
 
 
 
 
 
Una de ellas está en Pravia, en el Bajo Nalón, en Santianes (Sant Ioannes). Se llama San Juan Evangelista de Santianes (780), ordenada construir por Silo (774-783). (La fecha y la época son atrayentes: en el 778 tuvo lugar la batalla de Orreaga (Roncesvalles), en el alto de Ibañeta, en la que los vascones destruyeron la retaguardia del ejército de los francos de Carlomagno que regresaba a Francia tras ir contra los musulmanes de Zaragoza y que, luego a su vuelta,  había arrasado la capital vascona, Iruña (Pamplona). Los vascones sostenían histórica y tradicionalmente muy problemáticas relaciones con los visigodos, y en esa época vivían, a su aire, rodeados por los visigodos, los musulmanes, y los francos).
 
 
 
 
 
 

 
El otro caso es antiguo, curioso y pintoresco. Se encuentra en Cangas de Onís, junto al Sella, en pleno casco urbano hoy en día. Se trata de la Iglesia de la Santa Cruz (737), también llamada la Capilla del Dolmen. Fue mandada construir por Favila (el que fue muerto por un oso), sobre una pequeña colina que contiene un dolmen ornamentado de hace unos 5.000 años. ¡Qué sorpresa! Los cultos nuevos sobre los cultos antiguos. La capilla actual está reconstruida, y desde su interior se puede ver debajo la cámara del dolmen. Favila era hijo de Pelayo, el de la batalla de Covadonga (722), primera victoria cristiana desde la invasión musulmana del 711, considerada comienzo de la Reconquista peninsular. En gratitud, honor y recuerdo de dicha victoria liderada por su padre, Favila mandó construir la pequeña iglesia sobre el túmulo del dolmen y albergar en su interior la cruz que habían portado los cristianos como estandarte en la batalla.
 
 
 
 
 
 
 
 

 


 

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