viernes, 8 de noviembre de 2013

Biotecnología.





Los campos de actividad de la biotecnología abarcan un amplio  abanico, todavía bastante desconocido para el gran público, y que sin embargo han ido creciendo durante los últimos años, adquiriendo cada vez mayor relevancia económica y ocupando a un número cada vez mayor de científicos y tecnólogos en distintas áreas, tales como: genética, inmunología, microbiología, bioquímica, agronomía, ciencia de los alimentos y Ciencias de la Vida en general.

La biotecnología cubre actividades tales como: biotecnología de los alimentos, enzimas, ingeniería genética, virus, anticuerpos, vacunas, biotecnología ambiental, transgénicos, biotecnología analítica y genoma humano. Como se puede ver, todos ellos temas clave, de una amplitud y complejidad llenas de oportunidades pero no exentas de riesgos.

Así pues se podría definir la biotecnología como la ciencia aplicada (tecnología) que utiliza organismos vivos y procesos bioquímicos con la finalidad de obtener, crear o modificar productos para usos concretos. Es sin duda una de las principales tecnologías de futuro en este siglo XXI, de alto valor añadido, con un elevado contenido científico de vanguardia, y que moverá cada vez más enormes cantidades de dinero en formación, inversión y beneficio.
 
 
 
Evidentemente la biotecnología es susceptible de mejorar de modo apreciable la vida de los seres humanos, si se utiliza bien: para quiénes ya es otra cuestión, la de siempre, con los consabidos problemas de acceso y reparto ligados a su financiación y propiedad de patentes, etc.
Ahí es donde la biotecnología, o mejor dicho su uso y “disfrute”, se convierten en una de las grandes cuestiones éticas del siglo XXI. Salvo que, como casi siempre, las multinacionales y el “mercado” se encarguen de arreglar ese aspecto a su manera. Que gobiernos e instituciones estatales o mundiales,  globales, regulen dichas actividades parecería lo más adecuado. El cómo, dónde y cuándo vuelven a ser otras cuestiones: la bioética y el derecho. En ello andan múltiples especialistas, comités, cátedras, universidades y organismos en el mundo “desarrollado”.
 
 

 

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