lunes, 10 de marzo de 2014

La "Crisis" como oportunidad para el Análisis Sistémico y el Pensamiento Crítico: Valores, Ideología, y Poder.



 

En 2009 queda de manifiesto que la crisis no es económica, (…) es una crisis del paradigma de civilización (…), en definitiva del modelo ideológico (…). Por eso al valorar lo que está ocurriendo, no se puede comprender la resignación y/o tibieza de las respuestas de los sectores sociales, sin analizar cómo nos ha ido moldeando la ideología del poder globalizado.

El concepto “educar en valores” es transversal a todo el discurso social emanado desde los poderes (…). Con diferentes ropajes queda envuelto el elemento central de cualquier construcción sociopolítica: la ideología.
(…) La ideología no es más que el conjunto de ideas-valor o valores imperantes en una sociedad. El análisis de esta ideología se hace necesario en momentos de crisis, porque sólo afianzando valores diferentes a los que han conducido a la crisis se puede salir de ella con éxito. (…)
En la cúspide de todo sistema social, aunque éste no podría sustentarse sin las fuerzas productivas, está su aparato ideológico, que no se circunscribe al campo de “las ideas” sino que crea sus propios paradigmas en todas las áreas del conocimiento. Cada sociedad ha desarrollado algún método para justificar la existencia de la desigualdad entre su población. Este método sigue, por regla general, un proceso denominado de legitimación. (…)
En este sentido, es de destacar que emerge un proceso de secularización, de pluralización y de individualización. Los sociólogos constatan como hecho sociológico la debilidad de la razón y apuntan hacia la crisis de la racionalidad, la pérdida de la comunidad y la soledad del individuo. Lo subjetivo prima sobre lo colectivo en el ámbito de las relaciones sociales. La sociedad del consumo y audiovisual impone el ritmo del presente y el placer inmediato, sin memoria, con la primacía del orden estético. La rentabilidad prima sobre la producción, el corto plazo sobre la previsión a largo plazo, se busca la optimización de la economía de servicio hedonista. Se renuncia a la utopía y emerge la consideración pragmática.
Otro de los elementos que hay que recuperar para el análisis se refiere a las nuevas formas de construir socialmente la realidad y la adquisición de conocimiento. Es una evidencia que la cultura audiovisual está condicionando decisivamente la forma de construcción social de la realidad. Las tecnologías de la comunicación aceleran el tiempo de los acontecimientos, aceleran la vida. Ese tiempo transforma nuestras formas de pensar y de actuar y revoluciona también el espacio de relación. Nada está lejos y todo está cerca. Todo va rápido y la intensidad se vuelve estética. Existe una pluralidad de espacios y de formas de relación presencial y virtual; el espacio de interacción real, el espacio de interacción audiovisual y el espacio de relación virtual donde no hay, propiamente, espacio. Nuestras formas cognitivas sufren variaciones importantes porque se está tornando cada vez más compleja la forma de conocer la realidad; esa forma de conocer transforma nuestra visión acerca de la realidad. (…)
La vida en Internet adquiere cada vez mayor relevancia en nuestra sociedad. La cibercultura muestra una variación en la percepción e imagen de la propia realidad respecto de la vida cotidiana, hecho que se refleja en la intensidad y calidad de las relaciones sociales donde el lazo comunitario y la confianza interpersonal resultan mucho más débiles.
Se producen riesgos derivados de los procesos de dominación cultural (de valores). Está claro que los países que ejercen el control del proceso económico de globalización incluyen en ese proceso de expansión sus formas culturales e introducen los valores que mejor puedan responder a sus intereses económicos. (…) Esta forma teledirigida de construir la realidad plantea importantes problemas desde el punto de vista de la democracia y conlleva una transformación profunda en la adquisición de los nuevos valores, cuyo resultado es evidente en los actores fundamentales de socialización: la familia y el sistema educativo.

En el sistema educativo los alumnos universitarios tienen dificultades para asistir a una clase sin aburrirse y necesitan del elemento lúdico visual para mantener el interés; ciertos niveles de abstracción resultan insoportables para la mayoría del alumnado. De ello se deriva una limitación del pensamiento abstracto y la capacidad para poder relacionar los hechos con sus antecedentes y las fuerzas actuantes, o en definitiva, la capacidad de crítica (…) se va debilitando. Mientras el pensamiento crítico disminuye considerablemente, se fortalece Internet o la sociedad-red como espacio donde se construyen relaciones de otro tipo. A la vez, se modifican los contenidos de relación dentro del núcleo familiar, es más fácil construirse una “personalidad” a través de una pantalla que la relación directa que nos demanda compromiso y responsabilidad.

Asistimos también a la debilitación de lo social, a un tipo de experiencia individualizada, en las formas de pensar y de sentir, que conlleva procesos de desintegración social y descontrol, causas de la merma de la presencia social coactiva de valores a los que todos apelamos. La individualización de la sociedad dificulta la implantación efectiva de valores como la igualdad, solidaridad, etc. La diversidad, la pluralidad de las formas de vivir y de actuar pone, en parte, en crisis la articulación de lo común. La identidad colectiva cede ante la identidad individual. (…)

Se produce una mercantilización del ocio. Este se desarrolla dentro de la sociedad de consumo, cuyo acto se reviste de diversión y asueto, convirtiendo el consumismo en un producto de oferta diversificada que cambiamos de forma fluida, repercutiendo directamente sobre los condicionamientos sociales de ocio en sí. (…)

Se impulsa el consumismo, desligando el consumo de la propia necesidad y capacidad de gasto de las personas. En principio, a través de la manipulación socioafectiva se trata de crear la necesidad de un consumo no específico (“consumir por consumir”) que se satisface a corto plazo con cualquier acto de compra. Por medio de una serie de acciones y actitudes, que generan frustraciones generalizadas (individualismo, insolidaridad social, desarraigo y un largo etcétera), y de explotar los miedos, la inseguridad y el ego, el vacío interior está garantizado y las personas buscarán llenar ese vacío (que no suele ser reconocido) con el acto que, según todos los medios de comunicación, le va a ayudar a sentirse bien: el acto de compra. Cuando ese vacío es ya una realidad en las sociedades avanzadas, cuando nos movemos entre personas igualadas ante el consumo dictado por las multinacionales, éstas pasan a la segunda fase, desligar el consumo del nivel de renta. (…)

Todas las categorías sociales están cambiando sus coordenadas más importantes de relación con la producción, el salario y la renta, avanzando hacia la mayor concentración de riqueza conocida desde la revolución industrial. (…)

El ámbito sobre el cual se opone el capital al trabajo no es únicamente el de la empresa, este ámbito es toda la sociedad. La industria moderna, a través de la ideología manifestada en sus nuevos valores, pretende integrar, otorgándoles una identidad de empresa, a una élite de trabajadores, haciéndoles creerse individuos privilegiados cuya única identidad cierta es la empresa, ya no su clase. Y mediante la abolición del frente trabajador-capital en la empresa, la identificación (la imagen corporativa) se proyecta hacia el exterior en toda la sociedad: en el consumo, en la imagen que tratan de proyectar de la sociedad del futuro, en la ideología de mercado que pretenden difundir en todo el mundo, en la universidad, en la sanidad, etc.

El desarrollo del sector servicios implica el hecho de que el valor añadido gira en mayor parte en torno al factor humano, con lo que se ha conferido una especial relevancia a las ciencias sociales y, en especial, a la psicología, sobre todo en las áreas de las construcciones mentales, de los factores que influyen en la percepción, y en el desarrollo de la manipulación sensorial. (…)

El mundo laboral se está convirtiendo en un mundo de individuos; la desaparición de los discursos globales relacionados con la igualdad y los derechos de los trabajadores ha tenido un efecto sobre los discursos de las personas vinculadas al mundo laboral. Fundamentalmente, se evita el término trabajador y se sustituye por el de ciudadanos que trabajan o están en desempleo, y se habla de experiencias y situaciones personales. (…)

Desde el poder y sus medios de transmisión se apela a los derechos individuales y ese hecho se convierte en el elemento central del discurso de la resistencia para el cambio: la inercia, que se refleja en un cierto conformismo y en una cierta impotencia a la hora de creer en posibilidades de cambio. Existe una solidaridad con respecto a los que están excluidos del ámbito laboral pero esa solidaridad tiene grandes dosis de estética. (…)

(…) El mercado aparece como la vía más eficiente para la distribución de los bienes con eficacia y proporciona los medios económicos para organizar la vida económica pero también el mercado y el consumo se convierten en fuentes de organización de la vida social y cultural. Lo anterior determina que la competitividad, la eficacia, la flexibilidad, la desregulación política, la privatización para la mejora de la eficacia, la creencia en la vinculación del crecimiento económico con el progreso humano sean valores centrales que acompañan al proceso que estamos viviendo. La rentabilidad prima sobre la productividad, el corto plazo sobre la previsión a largo, optimización de la economía de servicios.
En la economía global lo absoluto deja paso a lo relativo, la unidad a la diversidad, lo objetivo a lo subjetivo, el esfuerzo al placer, lo fuerte a lo “light”, la sacralización a la secularización, la razón al sentimiento, la ética a la estética, la certeza al agnosticismo, la seguridad al pasotismo, etc. Esto plantea en las sociedades industriales un problema de cohesión social. Existe una pérdida de la sensación de seguridad. En definitiva, asistimos a la emergencia del “yo” frente al “nosotros” y a una cierta crisis de la racionalidad que caracterizó el periodo anterior. (…)
Como se desprende de múltiples indicadores estructurales, no estamos en desaceleración, ni en recesión, ni tan siquiera en crisis económica, estamos en algo más profundo, que solamente puede intuirse (por su novedad y envergadura sólo nos es posible en este momento prever una pequeña parte de lo que está llegando). Necesitamos de todo el saber colectivo, de todas las disciplinas, para comprender que el indicador de la economía sólo es un factor ( y no el más importante para nosotros, aunque sí para el capital) que está respondiendo al grave problema que la sociedad capitalista en su modelo globalizado, basado en la alta movilidad, ha hecho irreversible. Por tanto, el crack del modelo actual no debe analizarse solamente en términos económicos, sino también en términos de espacio (ecosistemas, pueblos,…) y de tiempos, y del elemento que une estas dos variables: la energía. (…)

(…) Por tanto si los tiempos del cuerpo, si los tiempos de la naturaleza, si los tiempos de la vida social son cíclicos y son lentos, ¿a quién le interesa la velocidad?, ¿quién exige los tiempos de la velocidad?
Los tiempos del sistema industrial, los tiempos del sistema financiero, los tiempos de las transacciones de acciones en bolsa, de las operaciones de negocios masivos…sí requieren velocidad. (…)

El espacio globalizado, la alta velocidad para recorrerlo constantemente, y la demanda de tiempos cada vez menores, se han convertido en variables económicas del sistema capitalista, y su mantenimiento requiere de cantidades de energía cada vez mayores, por tanto la crisis energética se une y se hace intrínseca al propio modelo económico.

El imparable precio del petróleo que se dio en el segundo y tercer trimestre de 2008 y que se repetirá cuando los especuladores lo consideren necesario, se debió a un movimiento de especulación en los mercados de futuros (se compra hoy el derecho a lo que se produzca en años futuros), pero no se puede negar que esta especulación se centra en la idea de que es un bien escaso, y de primera necesidad en este modelo de desarrollo, por lo cual la demanda pagará lo que sea por obtenerlo, privándose del consumo de otros bienes (educación, sanidad, vivienda, alimentación, etc.), o sea, bajando de forma generalizada la calidad de vida global. Para el sistema gobernante las alternativas al petróleo no pasan por un nuevo modelo equilibrado y más endógeno. (…)

Y es precisamente en estas nuevas relaciones de servicios mercantilizados, centrados en clientes-masa, deambulantes en espacios urbanos despersonalizados, donde los valores e ideología de la sociedad globalizada, que comentábamos al inicio, encuentra su caldo de cultivo y expansión, buscando llenar el vacío interior que produce la pérdida de referencias relacionales con el territorio y sus habitantes.

(Extractado de: Jurado, N. En Euskal Hiria, 2012.)
 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario