viernes, 16 de noviembre de 2012

Sobre la sobreexplotación, la contaminación, la sostenibilidad, y el consumo.




El Desarrollo Sostenible es un  puente de enlace entre presente y futuro, teniendo en cuenta que los recursos a sostener no son sólo ecológicos, sino también económicos y sociales.
La “crisis” actual es tan grave que ha cambiado el “statu quo”, y por primera vez hace que se plantee la cuestión sobre si el futuro va ser peor. La liberalización de los recursos del sistema, genera que haya más riqueza concentrada y más pobreza general.
En esta problemática están incluidos servicios públicos, entidades con ánimo de lucro, entidades sin ánimo de lucro, y los ciudadanos, quienes deben de tener en cualquier caso derechos civiles y políticos, pero también responsabilidades. Entre las responsabilidades de la ciudadanía están incluidas el uso y el consumo razonable de bienes y servicios.
La democracia participativa puede cambiar de imagen, pasando de estar mal vista por los gobiernos, cuando el poder tenía “cara y ojos”, a estar mejor vista porque la podrían necesitar los gobiernos, cuando el poder no tiene “cara y ojos”, porque lo detentan transnacionales y fondos de inversión, contra los cuales los propios gobiernos no saben cómo debatirse. De ahí lo conveniente del asociacionismo, y de su deseable  independencia económica, frente a la actuación de partidos políticos y su actuación vía subvencionismo. Con o sin partidos, los DDHH y las constituciones otorgan a los ciudadanos libertad de pensamiento, opinión, expresión, y reunión. Votar cada 4 años no significa callar durante 4 años.
Los medios de comunicación, y la prensa en concreto, con su especial “crisis”, hacen plantearse la necesidad de buscar en la red versiones digitales alternativas. La propiedad de los medios pasa a inversores que buscan rentabilidad e ideología, lo cual implica censura y filtro, directo o indirecto, y deja a cada persona la tarea de buscar fuentes de opinión alternativas para crearse un recto juicio.
La sostenibilidad se ve afectada por la  contaminación y por la sobreexplotación, que es económica y social, y afecta al modelo económico- social.
La sobreexplotación es el consumo desaforado de recursos, que afecta a la biosfera, y reduce los recursos naturales y la biodiversidad. Ante esto hay opciones y acciones personales posibles, si bien están siempre condicionadas por el sistema. Pero la cultura, la educación, y la decisión personal dejan un margen al “decir NO” personal. Se trata de dejar una huella ecológica liviana.
Las prácticas de sobreexplotación son sistémicas, y se dan en todos los ámbitos de las actividades humanas. La sociedad civil es también responsable, pero está sin estructurar, aunque en casos extremos puede mostrar grandeza y solidaridad, o también vileza y egoísmo. La responsabilidad ciudadana tiene su “curva de recorrido”, que da lo que da, pero da para algo.
La potencial amenaza ecológica de China, donde todavía “sólo” hay 100 millones de personas de clase media, pero creciendo, es temible.
Los “think tanks" deberían ser también consideradas asociaciones responsables de la sostenibilidad mundial o de todo lo contrario, así como las fundaciones, que dicen que financian la cooperación para el desarrollo, pero en realidad financian el soporte académico de su ideología en universidades de prestigio, incluso con premios Nobel de economía que no abarcan la ecología y la sociología en sus temas de estudio y actividad.
La contaminación de la biosfera por el consumo de  materiales y energía afecta al cambio climático, y no en tiempo geológico (largo), sino en tiempo social (corto)
A este respecto:
-          La cooperación internacional para el  desarrollo, y los acuerdos internacionales sobre temas ecológicos y medioambientales, no se cumplen.
-          La ordenación del territorio no es compatible con prácticas de “fracking”, por ejemplo.
-          La conservación de hábitats y espacios naturales no es prioritaria, ni respetada
En el caso del Protocolo de Kioto y de la Cumbre de Río los gobiernos tienen los acuerdos estancados, en “tierra de nadie”. Los países desarrollados, con daños ya realizados pero no compensados, y  los países en vías de desarrollo con daños en curso que no se detienen por no querer aceptar limitaciones que otros países no han tenido en el pasado en sus fases de desarrollo, que ahora gravarían su competitividad, lo cual conviene a las empresas transnacionales que se deslocalizan a esos países.
Los informes de Responsabilidad Social de las empresas se han convertido en herramientas de marketing, de dudosa credibilidad y eficacia, y poco adaptados en sus informaciones e indicadores a las necesidades: los indicadores de desarrollo sostenible abarcan no sólo el ámbito ecológico, sino también el económico y social. Actualmente no se distingue  el desarrollo sostenible del desarrollo humano, que incluye la esperanza de vida, alfabetización, salud, cohesión social, etc…
En la Agenda 2020 de la UE se incluyen el desarrollo socioeconómico, el consumo y la producción sostenible, la inclusión social, la demografía, la salud pública, el cambio climático y la energía, etc…Que se cumpla es ya otra cuestión.
 
 

 

 

 

 

 

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