jueves, 22 de mayo de 2014

La paradójica contradicción entre el poder y la seguridad.



 

El poder, como reza la conocida frase, es malo; por tanto, renuncio al poder, no del todo, pero sí hasta donde me es posible. Un amigo me protege. Es poderoso, y por tanto es malo.  Por eso le desprecio, le odio y, sin embargo, tengo que tenderle la mano. Soy débil, porque quiero ser bueno, por eso mi amigo malo tiene poder sobre mí. Condeno lo que él hace como poderoso, pero tiemblo ante la posibilidad de que se derrumbe. Porque si se derrumba mi protector, como sería justo, porque es malo, caeré yo también, que soy bueno.

(Peter Schmid)
 
 

En el mundo actual hay un debate abierto acerca de si la globalización es compatible con la justicia, o si el estado del bienestar es compatible con la eficacia económica. Muchos pensadores liberales de la última hornada consideran que el sistema de derechos humanos es contradictorio porque para implantarse exige un Estado intervencionista y poderoso, que era precisamente de lo que quería librarnos el sistema de derechos humanos. Es fácil ver lo que arriesgamos en estos debates.
(J.A. Marina)
 
 

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